‘The White Lotus’ y las reglas no escritas de cómo visten realmente los ricos de vacaciones
La serie que mejor ha retratado los efectos del privilegio blanco en un resort vacacional en Hawai ofrece un hábil retrato robot del vestuario del 1% en su tiempo de ocio.
¿Cómo viste un rico de vacaciones? En las cabezas de los que solo han podido contemplarlos en la ficción, el imaginario popular (y el 99,9% de las cuentas retronostálgicas de Instagram) fantasea con una estética que mezcla las camisas de Jude Law vistas en Ischia en El talento de Mr. Ripley, el ...
¿Cómo viste un rico de vacaciones? En las cabezas de los que solo han podido contemplarlos en la ficción, el imaginario popular (y el 99,9% de las cuentas retronostálgicas de Instagram) fantasea con una estética que mezcla las camisas de Jude Law vistas en Ischia en El talento de Mr. Ripley, el pañuelo de seda anudado al cuello de Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma, los conjuntos de Alta Costura de Dior de Tilda Swinton en Cegados por el sol o el vestido negro de tirante espagueti de Marianne en su mansión italiana en Gente Normal. Esas postales de elegancia aspiracional, esos looks funcionales sin aparente esfuerzo para gente que siempre tiene buen pelo sin importar el huso horario en el que se encuentre su melena, se solían materializar en prendas que siempre estaban en su sitio y que se fundían a la perfección con los idílicos fondos por los que transitaban.
Ese no vendría a ser el caso The White Lotus, la serie de HBO y fenómeno veraniego sobre qué se cuece realmente en un exclusivo resort vacacional en Maui. Intuimos que no se pinearán en muchas pizarras de Pinterest los estilismos de los millonarios de este fresquísimo manual para no iniciados para entender de qué hablamos cuando hablamos de privilegio blanco en 2021 –spoiler: el creador de la serie, Mike White, ya nos lo venía advirtiendo desde hace años, como cuando en el famoso monólogo que escribió para Jack Black en Escuela de Rock apuntó: «En la vida nosotros siempre perderemos porque el mundo está hecho para que gane El Hombre»–.
En realidad, y como acertadamente muestra la serie durante sus inteligentes seis episodios, lo que visten los ricos de hoy en día en esas suites de camas king size y sábanas de algodón egipcio, lo que se ponen para visitar las idílicas playas de coral y piscinas infinitas del complejo, dista mucho de ser percibido con aquella distinción que pedía ser copiada durante décadas en nuestras cabezas. He aquí un nutrido grupo de ricos que por H o por B conocerá las marcas más codiciadas y las lucirá concienzudamente y acordemente a su estrato generacional y de poder, pero sus estilismos también funcionarán como una hábil bandera roja y estampa realista de rico de los Hamptons y las Bahamas o lo que implica ser un millonario blanco de vacaciones en 2021.
Viste como si siempre lo robases todo de otras culturas
Basta con echar un vistazo la impresionante colección de kaftanes de Tanya (estupenda y colosal Jennifer Coolidge) para entender esa simbología sobre los efectos del capitalismo colonial. Así lo ha explicado a la edición estadounidense de Vogue la directora de vestuario del show, Alex Bovaird, que además de documentarse a través de revistas de millonarios o de hashtags sobre los visitantes de las Bahamas, tuvo la genial idea de simbolizar en esas prendas el saqueo cultural y de poder, o cómo cierto tipo de personas acumulan esos vestidos típicos y folclóricos que han comprado en los distintos hoteles de lujo de Latinoamérica y Asia por los que han viajado: «Es un estilo que haga pensar que esta mujer vive siempre de vacaciones, y que siempre se lleva algo de otras culturas».
Dime qué bolso bajas a la piscina y te diré cuánto poder tienes
El Goyard verde que lleva por el recinto Rachel Patton (Alexandra Daddario), la periodista precaria que acaba de casarse con un millonario y que lucha –inútilmente– contra la idea de convertirse en una mujer florero, funciona como símbolo de esa disonancia en su propia vida. Claramente, y como aclaraba la directora de vestuario a Vogue, Rachel ni en sus mejores sueños podría permitirse ese bolso y sobrevivir en Nueva York, así que es, por obligación, un regalo de su nuevo marido (adicto a los jerséis de Brooks Brothers y los polos) el que se lo compra, obviamente, aconsejado por sus amigos. «Es la historia de alguien que intenta encajar en el mundo opulento y obsesionado con el estatus en el que ella está metida. Conozco a muchas chicas así: se acaban de casar con un tipo que trabaja en finanzas, pero ella es asistente de un diseñador de moda. Entonces así es como mezclan sus looks de los Hamptons con el de ‘soy asistente de un diseñador’».
Por sus libros y los lemas de sus camisetas los reconoceréis
Una de las jugadas maestras de la serie ha sido exhibir simbólicamente los libros que leen los veraneantes del White Lotus. Shane Patton, el millonario consentido niño de mamá recién casado y exasperante urdidor de venganzas, no suelta durante toda la serie Inteligencia Intuitiva de Malcolm Gladwell. Su mujer, Rachel, como buena veinteañera que se proyecta en la escritora de éxito y respeto en la que se quiere convertir, lee a Elena Ferrante y La amiga estupenda.
El premio a las lectoras ávidas a la par que politoxicómanas se lo llevan las amigas Nicole y Paula, universitarias woke en privilegiados centros progresistas que están de vacaciones pagadas gracias a que una de ellas es hija de la familia Mossbacher. Con sudaderas estudiadamente vintage, camisetas masculinas XXL , microshorts y zapatillas de deporte, la generación Z en la serie se viste de forma irónica (como prueban los mensajes de sus sudaderas) y lee para deconstruir su privilegio sin descanso pero sin abandonar su propio cinismo. Basta comprobar la abultada lista de libros que ambas llevan al resort: Judith Butler (El género en disputa), Camille Paglia (Sexual Personae), Nietzsche, Freud y autores para denunciar el abuso colonial como Frantz Fanon o Aimé Cesaire.