Sexo con la luz apagada, ¿sí o no?
Una campaña del gobierno alemán insta a sus ciudadanos a hacerlo a oscuras para ahorrar energía. Los sexólogos advierten de que detrás de las tinieblas puede haber una falta de autoestima.
El ministerio alemán de energía ha lanzado una campaña para ahorrar electricidad, en la que anima a sus ciudadanos a que apaguen las luces cuando practican el sexo, y ha elaborado un anuncio al respecto. En él, una adolescente llega a casa de noche, encuentra a sus padres en plena faena en el salón, los saluda –visiblemente avergonzada– y les apaga las luces. “El mundo te dará las gracias”, es el eslogan que pone fin a esta campaña publicitaria. Si los alemanes no tenían ya muy buenas notas en las encuestas de satisfacción sexual por países –un estudio llevado a cabo por One Poll, entre 15.000...
El ministerio alemán de energía ha lanzado una campaña para ahorrar electricidad, en la que anima a sus ciudadanos a que apaguen las luces cuando practican el sexo, y ha elaborado un anuncio al respecto. En él, una adolescente llega a casa de noche, encuentra a sus padres en plena faena en el salón, los saluda –visiblemente avergonzada– y les apaga las luces. “El mundo te dará las gracias”, es el eslogan que pone fin a esta campaña publicitaria. Si los alemanes no tenían ya muy buenas notas en las encuestas de satisfacción sexual por países –un estudio llevado a cabo por One Poll, entre 15.000 mujeres de diferentes nacionalidades, los situaba como los peores amantes del planeta–, la austeridad energética los va a devolver a tiempos pasados, cuando los matrimonios hacían el amor a oscuras y ambos cónyuges se iban a la tumba sin haber visto nunca a su pareja como dios la trajo al mundo. Lo malo es que, últimamente, este consejo empieza a ser cada vez más popular. Greenpeace, por ejemplo, en su decálogo para un sexo amigable con el medio ambiente proponía, como primera medida, apagar las luces. “Desde la cama puedes comenzar una verdadera (R) evolución energética. Así que siempre apaga la luz. Las velas de cera de abeja y de parafina, y no las hechas con base de petróleo, pueden ser muy románticas. Si no te resistes a ver a tu compañero/a, entonces, fácil: haz el amor durante el día”.
Pocas personas hay más a favor que yo del ahorro energético, los osos polares y la filosofía verde; pero centrarse en apagar las luces durante las relaciones sexuales, como medida para salvar el planeta del apocalipsis, me parece igual de descabellado que culpar a las cerillas del efecto invernadero. ¿Por qué, por ejemplo, no bajamos un poco nuestras calefacciones en invierno y los aires acondicionados en verano, y así dejaremos de sudar cuando hace frio y de tiritar en pleno agosto? o ¿por qué no se propone que las reuniones de trabajo, los concursos de belleza o los partidos de fútbol sean a oscuras? Tal vez así tendrían una emoción añadida. Si triunfa la revolución del sexo a oscuras es muy probable que, aunque nos gastemos dinerales en lencería, gimnasios y depilaciones nuestros amantes nos recuerden como un bulto, más o menos voluminoso, que se movía en la oscuridad.
La idea de montárselo a ciegas parecía propia de épocas pasadas, cuando el cine hacía mención al sexo con la metáfora de apagar la luz cuando la cosa empezaba a ponerse interesante, pero algunas encuestas revelan que no es algo tan caduco. Adam & Eve, una firma de juguetes para adultos, realizó una encuesta entre 1.000 participantes norteamericanos y les preguntó sus preferencias lumínicas a la hora de hacer el amor. Tan solo el 10% de los encuestados dijo que le gustaba hacerlo con las luces encendidas. Un 41% lo hacía según aconseja el gobierno alemán, mientras un 48% variaba la intensidad de la luz y la atenuaba a medida que iba entrando en materia. Las respuestas de los seguidores de Facebook eran similares a las de la muestra. Al 40% le gustaba ir oscureciendo el ambiente, otro 40% era partidario de la oscuridad y solo al 20% le gustaba verse las caras.
Históricamente, las mujeres eran las que estaban a favor de ahorrar energía eléctrica en el momento del sexo, pero no precisamente por cuestiones ecológicas. Otro estudio, esta vez del diario inglés The Telegraph, en 2010, focalizado solo en el género femenino, llegaba a las siguientes conclusiones: el 61% de las entrevistadas seguían prefiriendo hacer el amor con las luces apagadas, un 48% permanecían con alguna prenda encima durante la relación sexual –generalmente el sujetador– y dentro de ese grupo, el 54% lo hacía porque eso les generaba más confianza.
Por su parte, la empresa inglesa de comida de régimen a domicilio, Diet Chef, hizo el año pasado otra investigación sobre esta materia, esta vez centrada en los hombres. Los resultados revelaron que la tradicional autoconfianza masculina vive horas bajas, ya que una cuarta parte de los encuestados –1077 varones– optaba por practicar el sexo a oscuras, ya que no se sentía a gusto con sus cuerpos. El 45% de los participantes consideraba que tenían sobrepeso y un 16% se calificaba como obeso; mientras el estómago era la parte que menos le gustaba a un 64% de los integrantes de la muestra.
¿Ahorrar energía o tapar nuestras miserias y complejos? Es la pregunta que deberíamos hacernos cada vez que le demos al interruptor de la luz y condenemos nuestra vida erótica a las tinieblas. “La luz, y con ella el sentido de la vista, pueden tener connotaciones positivas o negativas”, cuenta Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona. “Antes estaban tan reprimidas las cosas relativas al sexo, que a esa etapa le siguió otra en la que lo que se buscaba era la claridad, la difusión y la apertura. Ahora, sin embargo, vivimos en un mundo muy visual, en el que predomina la imagen, los estereotipos y ciertos cánones de belleza, lo que nos lleva al tema de la auto-observación, por ejemplo, creer que se tiene un pene pequeño cuando no es así. Los sexólogos recomendamos a algunos de nuestros pacientes que se tapen los ojos con una venda durante la relación sexual, precisamente para trascender todos los problemas que hay en torno a la propia imagen y empezar a sentir y a desarrollar otras sensaciones, como el tacto. Por otro lado, hay personas que llegan a nuestra consulta con el problema de que no pueden tener sexo con luz y esto les trastorna bastante, ya que su pareja, generalmente, quiere lo contrario. Antes eran sobre todo las mujeres las que se negaban a hacer ciertas posturas o tenían complejos con sus pechos o estrías, muchas veces después del parto; pero últimamente también hay muchos hombres que evitan que los vean desnudos porque no están todo lo contentos con su físico”.
Si bien en algún momento puede ser excitante taparse los ojos, privarse del sentido de la vista en la relación sexual es, en cierta manera, una forma de mutilarla. Un sinsentido, especialmente si somos aficionados al porno y, cuando llega el momento de ver nuestra propia película, apagamos las luces. Perdemos el contacto visual, con todas las connotaciones emocionales que eso conlleva; y con él, la posibilidad de ver el éxtasis en vivo y en directo. Si preguntáramos a la gente que les excita más de un compañero/a sexual, seguramente la capacidad de disfrutar del sexo, probar cosas nuevas y ser desinhibido/a en la cama, estarían entre las cualidades más solicitadas, por encima de tener unos pechos perfectos, no tener estrías o medir 80-60-80, ¿no creen?
Existe un montón de trucos para los que padezcan fotofobia erótica y se propongan seriamente abandonar las maniobras orquestales en la oscuridad. Algunos provienen incluso de maestros de la luz, como los que la fotógrafa Lori Berkowitz, que trabaja en Nueva York y que está especializada en fotografía bourdoir, daba en un artículo de la revista Men’s Health titulado Have sex with the lights on. Según Lori, “a la altura de las rodillas es de donde proviene la buena luz. De esa manera las sombras no nos dibujarán ojos de panda, ni el torso se verá acortado, como ocurre cuando la luz sale de una lámpara sobre nuestras cabezas. Las sombras de las luces que provienen del suelo oscurecen los lados de la cara y el cuerpo, marcando excesivamente los pómulos y las curvas”. Que reivindiquemos luz para la actividad erótica no quiere decir que ésta deba ser del estilo de la cadena de bares El Brillante, en Madrid, que requiere casi el uso de gafas de sol. La vela es todo un clásico que, además, cumple la misma función que el photoshop, ya que según Berkowtiz, “proporciona una luz cálida, que suaviza las imperfecciones”. Aunque éstas pueden sustituirse también por lámparas con la posibilidad de graduar la luz, a medida que vayamos perdiendo el miedo a la claridad. Elegir lencería apropiada, que nos haga sentir a gusto y que tape ciertas imperfecciones, puede ser otra arma a utilizar; mientras que la revista online dearvagina.com propone “buscar una postura en la que te sientas cómoda. Uno de los mayores miedos de las mujeres a la hora de tener sexo con las luces encendidas es que le pidan que se ponga encima. Estar encima es difícil si eres muy vergonzosa y no estás muy segura de tu apariencia”.
Pero como cuenta Francisca Molero, “el problema de fondo, la autoestima, es lo que hay que trabajar realmente. Conseguir que la gente se vea guapa, se acepte y abandone las ideas, cánones o medidas preconcebidas”. Mientras se lucha en este frente y, para no perderse en la oscuridad, ellas pueden recurrir a la lencería fluorescente, como la que propone la firma Luminoglow, y ellos utilizar preservativos que brillan hasta en los agujeros más negros. ¡Ah¡ y nunca está de más llevar unas salvas, por si el compañero de aventuras se pierde en la negra espesura.