Sé valiente, ignora tu ‘email’ en vacaciones

Los días de descanso resultan el mejor momento para llevar a cabo una cura de dispositivos y superar las adicciones digitales.

©HBO/Courtesy Everett Collection / Everett Collection /Cordon Press

Después de meses con los mocos pegados en la pantalla y las huellas dactilares fundidas de tanto aporrear teclas, toca someterse a un test de estrés. Ya sea por trabajo o placer, el despliegue audiovisual que rodea nuestras existencias puede sumirnos en una empanada mental que no hay cocacola ni cocacolo que lo remedie. Por eso, las vacaciones son el mejor momento para llevar a cabo una cura de dispositivos o detox digital. ...

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Después de meses con los mocos pegados en la pantalla y las huellas dactilares fundidas de tanto aporrear teclas, toca someterse a un test de estrés. Ya sea por trabajo o placer, el despliegue audiovisual que rodea nuestras existencias puede sumirnos en una empanada mental que no hay cocacola ni cocacolo que lo remedie. Por eso, las vacaciones son el mejor momento para llevar a cabo una cura de dispositivos o detox digital. Mensajes, llamadas, redes sociales y cuentas de correo integradas en smartphones (el colmo del ensañamiento) dibujan un panorama del que cuesta zafarse cuando hace falta. Pero al igual que un iPhone enloquecido o un ordenador narcoléptico, la mejor manera de volver a la normalidad sin contratiempos es siempre la más sencilla: desconectar y volver a enchufar. Lo primero y más importante consiste en programar la evasión. Que hasta para pirarse de holganza hace falta una cierta planificación. Ya saben, vísteme despacio que tengo prisa. ¿Quieren ideas?

A los yanquis, tan al tanto de este tipo de problemáticas que el resto del mundo abraza mal y tarde, les encanta teorizar sobre el tiempo que perdemos mirando pantallas. Según un informe de 2013 de la universidad de Northwestern, el 39% de las familias estadounidenses pasa de media once horas diarias frente a la televisión, el iPad o el teléfono. Además, solo el 30% de los hogares americanos tiene conciencia de la necesidad de controlar de alguna forma ese tiempo. ¿La solución? Camp Grounded, un campamento de verano para adictos a la tecnología que cada año tiene lugar en un recóndito secarral de Anderson Valley (California). Siguiendo el esquema de los summer camps para niños, en esta aventura para adultos los dispositivos electrónicos están terminantemente prohibidos. Los días transcurren entre juegos, yincanas, conciertos y amor libre.

Para los más sibaritas, el hotel Renaissance de Pittsburgh (Pensilvania) ofrece un paquete dirigido a abordar el detox digital en clave familiar. A su llegada, sus responsables confiscan temporalmente todos los cachivaches electrónicos que lleven encima. Hoy en día, los buscas y los PDA resultan incluso graciosos porque ya pocos saben para qué sirven, así que probablemente ni los sepan identificar en recepción. Todo lo demás, al cajón. Como recompensa, los clientes de este pack se alojan en la Deluxe Queen Riverview Room, que es la suite de las suites del establecimiento. Sin televisión ni teléfono en la habitación, claro.

Camp Grounded, en Anderson Valley (California).

Camp Grounded

En nuestro país contamos con dos emplazamientos de alto nivel para ayunar, meditar y olvidarse de las tentaciones del primer mundo: la clínica Buchinger de Marbella y el Sha Wellness Clinic de Altea, con comida macrobiótica y clientes VIP. Si no disponen de los 25.915 € que cuesta la estancia de tres semanas en la suite Mediterráneo de la Buchinger, no se preocupen. Y es que imagínense la sobrecarga eléctrica que se puede formar cuando se despierte el chacra de la realidad y vea un descubierto en la cuenta que no hay mandala que lo remedie. Ante la duda, háganse con unos buenos libros y, aunque parezca una contradicción, déjense querer por la tele. Bendita tele, pura doxilamina en vena para dejar atontados a los críos y a raya los problemas. Que las otras pantallas conectan con el mundo, pero la televisión no deja de ser una falsa realidad.

Las otras, las que nos reconcilian (o enemistan) con nuestros semejantes, pueden ser también grandes aliadas de la desconexión en forma de aplicaciones. Movistar diseñó en febrero I off you (Android), una app dirigida a los enamorados que desean apagar el teléfono cuando están juntos. Si alguien se salta el trato, el smartphone empieza a emitir pitidos desagradables. No es el descubrimiento de América, pero puede ser entretenido. Para apps útiles, Nights Keeper (Android) y Bedside (Android), que sirven prácticamente para lo mismo: silenciar ciertos mensajes y llamadas en la forma y momento que el usuario desee. Timeriffic (Android) tiene la misma función, que se puede completar con iZen Garden (iOS), un sucedáneo del típico jardín de arena para recrearse y relajarse.

El secreto del detox reside en calcular con antelación el riesgo de acabar con un aire en la cara o de sufrir un latigazo en el sistema simpático que les deje un ojo a la virulé. Sobre todo en casos como el de Carol Beer, la hacendosa agente de viajes a la que parodian en la serie británica Little Britain. Desganada, descarada, desagradable y siempre desafiante, esta profesional de la hartura gasta la misma cara que muchas tristes figuras que se parapetan tras un mostrador público o privado.

Larra, que era alérgico a la pereza, no entendía eso de largar al personal con un "vuelva usted mañana". Quién sabe, quizás una buena terapia de detox a tiempo solucione muchos problemas. Y para casos perdidos, una remesa de Micralax. Pero nunca se lleven el marrón a la playa, que ocuparse en vacaciones es de mala educación y pretender ser el perejil de todas las salsas ídem. La clave consiste en no mirarse en el espejo del insoportable cenizo que se pasa por el arco del triunfo el famoso out of office. Ya se verá luego cómo arreglar el resto. Y sentirse bien, no hacer lo correcto siempre. No siempre.

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