Saskia Sassen: “Hay que tomarse tiempo para pensar”

Definió la idea de ciudad global y ahora estudia el concepto de los expulsados. La socióloga Saskia Sassen, nómada por elección, defiende que su casa es el mundo.

Mirta Rojo. Ilustración Isabel Acerete.

Mucho antes de conocer la palabra ‘sociología’ ya me interesaba lo social… Pero lo social marcado por injusticias profundas. Tenía seis años cuando empezó ese interés, y a los ocho iba a dar ropa a una iglesia para los pobres. Me escapaba de casa para hacerlo». La necesidad de Saskia Sassen (La Haya, 1947) de combatir los abusos e involucrarse con su entorno cristalizó pronto. Se recuerda una niña solitaria e inquieta. Curiosa. «Mis padres estaban acostumbrados a no verme durante horas, y generalmente estaba leyendo sola en algún rincón de nuestro gran jardín»...

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Mucho antes de conocer la palabra ‘sociología’ ya me interesaba lo social… Pero lo social marcado por injusticias profundas. Tenía seis años cuando empezó ese interés, y a los ocho iba a dar ropa a una iglesia para los pobres. Me escapaba de casa para hacerlo». La necesidad de Saskia Sassen (La Haya, 1947) de combatir los abusos e involucrarse con su entorno cristalizó pronto. Se recuerda una niña solitaria e inquieta. Curiosa. «Mis padres estaban acostumbrados a no verme durante horas, y generalmente estaba leyendo sola en algún rincón de nuestro gran jardín». Ese jardín estaba en Buenos Aires, donde se crió. De ahí su español con acento porteño y a la vez americano, fruto de su labor como profesora en la cátedra Robert S. Lynd de la Universidad de Columbia.

A los 12 años se hizo comunista. «La relación con mi padre era tensa, teníamos discusiones agresivas». Willem Sassen era un periodista de simpatías fascistas, famoso por sus entrevistas en los 60 al nazi Adolf Eichmann. Los choques con él hicieron que su hija se fuera de casa, y la socióloga afirma que conllevaron una importante lección: «Aprendí a tener una especie de coraje tranquilito, que te permite observar sin resaltar». Dicha capacidad la ha ayudado a percibir fenómenos y definir términos como el de ciudad global, acuñado en 1991. No se cansa de analizar e investigar. Ahora le interesa el concepto de los expulsados: «Las nuevas migraciones son importantes, es una vanguardia que nos alerta de la existencia de situaciones terribles. Hay una masiva pérdida de hábitat debido al manejo de las tierras y las aguas, el cambio climático y las guerras. Expulsamos a la gente de sus tierras, que se quedan las grandes empresas y los Gobiernos».

Por eso, subraya la necesidad creciente de la reflexión en un momento en el que el mundo avanza con demasiadas prisas: «Siempre hay que tomarse tiempo para pensar, machucar ideas, permitirse tener preguntas para las cuales no tenemos una respuesta». Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2013 y ponente en el evento Retina (organizado por El País), cree que las ideologías siguen importando, pero «se están disolviendo en miles de “opiniones” y, en su peor manifestación, en fanatismos un poco simples, una forma de ignorancia que se viste con el traje de la certidumbre». Ella no siente las fronteras. «Me he hecho nómada: cuando voy a algún sitio, aunque sea por un día, ese lugar es mi casa, ya sea una mesa en la biblioteca o un bar donde me siento unas horas.

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