¿Por qué sigue siendo tabú el sexo con arnés? Miedos, mitos y la importancia de la conversación

En el momento en el que incluso ‘And just like that’ hace un guiño al sexo con arnés, es pertinente abrirle las puertas a las prácticas sexuales menos convencionales.

La actriz Cynthia Nixon en 'And Just Like That...' en una escena en la que trata de usar un arnés.Cortesía de HBO

Del mismo modo que Sexo en Nueva York fue capaz de empujar a miles de mujeres a comprar el vibrador ‘Rabbit’, responsable de abrir las puertas al placer femenino mucho antes de que Satisfyer diera el paso definitivo, la cultura pop se encarga de ir introduciendo nuevos elementos en la vida sexual de las protagonistas de la ficción. La serie quiere que el universo real tome nota y se atreva a que el sexo vaya más allá del misionero. Mientras que la primera temporada de And just like that fue criticada por haber eliminado prácticamente el sexo del universo de las neoyorquinas q...

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Del mismo modo que Sexo en Nueva York fue capaz de empujar a miles de mujeres a comprar el vibrador ‘Rabbit’, responsable de abrir las puertas al placer femenino mucho antes de que Satisfyer diera el paso definitivo, la cultura pop se encarga de ir introduciendo nuevos elementos en la vida sexual de las protagonistas de la ficción. La serie quiere que el universo real tome nota y se atreva a que el sexo vaya más allá del misionero. Mientras que la primera temporada de And just like that fue criticada por haber eliminado prácticamente el sexo del universo de las neoyorquinas que años antes habían hecho de él el epicentro de sus charlas bañadas por cosmopolitans, ahora su regreso tiene tanto sexo como chascarrillos. La escena sexual más llamativa de la temporada es esa en la que el personaje de Miranda Hobbs intenta ponerse un arnés de cuero para mantener relaciones con su pareja, Chez Diaz, toda una experta en la materia que quiere enseñar a la abogada a emplearlo. No ha sido este ni mucho menos el primer guiño a los arneses que hemos visto en la pantalla, pues Cincuenta sombras de Grey ya comenzó a mostrar al espectador otro tipo de sexualidad menos convencional, no exento de prácticas como el BDSM y el bondage y el uso de arneses entre sábanas. De hecho, tal y como señala Eugenia Cames, sexóloga y formadora de Sex Academy Barcelona, algunos hallazgos arqueológicos han planteado la hipótesis de que algunos de los dildos de piedra del paleolítico podrían ser en realidad arneses, que han sido representados a lo largo de la historia en el mundo del arte. Sí, el arnés lleva mucho tiempo entre nosotros. Ya en 1970, Rachel Welch en la controvertida Myra Breckinridge representó por primera vez en el mainstream el peggin, es decir, la práctica sexual en la que una mujer penetra analmente a un hombre empleando una prótesis que usualmente va sujeta en el pubis por medio de un arnés de cintura.

Pese a comenzar a ser cada vez más habitual ver arneses el cine y la televisión, su uso sigue siendo un tema tabú. “Si te gusta usar arneses, eres una mujer cis, y quieres usarlos con hombres cis, se te criticará porque quieres quitarle el sitio al hombre, subyugarlo o sencillamente, se dirá que eres una feminazi. Si quieres usar el arnés con otra mujer, se te criticará por querer tener lo que la naturaleza no te ha dado. En sí, en el momento en el que es algo que tiene que ver con tener un pene siempre erecto y que nunca falla, saltan las chispas. El machismo está bastante en contra del uso de los arneses. Si eres un hombre cis y te gusta usar plugs, mejor que lo escondas, y si te gusta que tu pareja te practique sexo anal con un arnés, más te vale que nunca se enteren tus amistades, porque pierdes todos los puntos del carnet de macho de golpe”, explica Lorena S. Gimeno, sexóloga de la iniciativa Sexualizados. “El arnés es un producto pensado para ponerse un dildo delante de los genitales. En inglés, a esto se le llama strapon o strapless”, escribe en Sentir y dar placer con arneses, una guía fruto de dos años de investigación a fondo sobre el empleo de arneses en la práctica sexual que ha presentado en el Museo Erótico de Barcelona.

El término pegging, acuñado en 2001 por el periodista Dan Savage, es una práctica que hemos visto plasmada desde la comedia o desde la naturalidad en series como Los Soprano y Shameless, siendo aludida incluso en la novela de 1956 El almuerzo desnudo. Pese a todo, sigue siendo un tabú. “El motivo es que implica un cambio de roles muy grande. Es ella la que lleva las riendas, toma la iniciativa y tiene el poder durante la relación sexual, y eso es algo que está asociado tradicionalmente a los hombres. Parece que los hombres que desean esta práctica son considerados afeminados o poco masculinos. Igualmente, las mujeres que la realizan parece que no son femeninas. En este tipo de cuestiones, todo lo que se sale de lo común suena a perversión o desviación de cara a lo socialmente establecido”, dice la psicóloga y sexóloga Ana Lombardía. “En realidad, quien está al mando siempre que hay penetración es la persona penetrada, porque es quien puede decidir que se detenga, quien estima el tamaño del dildo (los más habituales que se emplean con los arneses son aquellos los que tienen una base ancha)… Muchas veces pensamos que un arnés se emplea para suplir un pene que no existe, cuando no siempre es así”, advierte Alba Povedano, sexóloga y encargada de amantis.

Tipos de arneses

La escena en la que Miranda Hobbes se intenta colocar el arnés, lejos de ser erótica, está bañada de comicidad y torpeza, pues el personaje bromea con lo complicado que es colocarlo. Alba Povedano explica que el grado de dificultad depende tanto del arnés como de la habilidad que tenga cada uno. “Hay algunos más fáciles de colocar y otros que, dependiendo de las tiras y de cómo se ajuste, serán más complicados. Lo cierto es que el momento de ponerlo puede bajar un poco la libido si dos personas están interactuando a nivel sexual y deciden que quieren penetración, porque se ven obligadas a parar para colocar el arnés, especialmente si no lo han preparado antes. Sin embargo, si conocen el arnés y tienen algo de práctica, no es tan complejo”, asegura. Como Povedano señala, hay diferentes tipos de arneses, y precisamente en Sentir y dar placer con arneses hay un capítulo dedicado a ello. “En sí, el arnés ideal no existe, porque cada persona tiene unas necesidades diferentes. Algunas personas estarán conformes con un arnés tipo braga con un dildo pegado. Otras, buscarán que sea ajustable, poder cambiar aros, que sea vegano… En cuanto a tipos de arneses, suelo dividirlos entre simples (que parecen una braga o tanga), dobles (con dos correas entre las piernas para dejar acceso a los genitales) o los que son prendas de ropa (medias, corsés, corpiños o correas sueltas que permiten por ejemplo pegarte un dildo a la pierna). Una categoría especial la dedico a los arneses sin arnés, que son unos dildos pensados para sujetarlos con la vagina; estos son más cómodos y fáciles de poner, pero según la fuerza de tu suelo pélvico y la intensidad que le vayas a dar… La dificultad depende de la práctica”, señala Lorena Lorena S. Gimeno.

Miedos, mitos y la importancia de la conversación

Según la encuesta Porcentaje usuarios de juguetes sexuales por género en España 2020 publicado en Statista, el 65% de las mujeres había usado algún juguete sexual, mientras que el porcentaje de hombres era algo menor, un 50%. Como explica Ana Lombardía, uno de los grandes miedos del uso de arneses y de la penetración anal tiene que ver con los hombres heterosexuales, pues dicha práctica está muy asociada culturalmente a los hombres gays, aunque realmente no tiene nada que ver que te guste disfrutar de una parte de tu cuerpo con la orientación sexual. “Es vital entablar una conversación en cualquier tipo de parejas, porque no tenemos que dar por hecho que a dos mujeres lesbianas les va a gustar, del mismo modo que no tenemos que pensar lo propio de dos hombres homosexuales. La comunicación es vital sea cual sea la orientación y el tipo de relación sexual que vayamos a tener, aunque es verdad que en relaciones heterosexuales es importante que la pareja hable acerca de cómo se siente con el sexo ana, poner límites, hablar sobre qué dildo se va a emplear… Esto último, por cierto, lo elige quien va a ser penetrado, no quien lleva el arnés. Eso es importante tenerlo claro y hablarlo antes”, explica Alba Povedano, sexóloga y encargada de Amantis.

Son muchos los miedos y mitos que rodean al uso de arneses, tal y como explica Lorena S. Gimeno. “Nos encontramos con los típicos de que si te gusta y eres mujer, es que quieres ser un hombre, si te gusta que tu mujer te penetre, es porque eres gay… En realidad, todos los mitos son fruto de un pensamiento machista. En cuanto a miedos, la primera barrera es la estigmatización, el miedo a qué dirán, qué pensarán… Tenemos muchas ideas preconcebidas de que son difíciles de quitar y, una vez te sientes a gusto con el hecho de decir «me gusta usar arneses», te encuentras con que no sabes cómo reaccionará tu pareja o parejas sexuales”, dice la sexóloga. “Ya en la práctica, los mayores miedos están en que, como con el dildo no tienes sensibilidad, puedes hacerle daño a tu pareja con facilidad. Por eso recomiendo mucha comunicación y paciencia, dilatación y tener lubricante siempre a mano. Algo que tampoco suele comentarse sobre el uso de arneses es que puede decepcionar, y mucho, si piensas que usarlo te proporcionará placer directo. El placer que se siente con el uso de arneses suele venir de la excitación mental, o de los juguetes y vibradores que añadas para que quien se ponga las correas sienta algo más físico. Pero, como comento en el libro, puedes enseñar a tu cerebro a sentir placer con el uso del arnés (siempre que haya una apreciación o gusto base)”, asegura.

En definitiva, lo esencial cuando queremos introducir algo fuera de la norma en las relaciones sexuales no deja de ser apostar por la comunicación para asentar unas bases previas y poder disfrutar así de nuevas experiencias de forma consensuada y segura.