¿Por qué el embarazo puede ser la mejor etapa sexual de tu vida?
Cambios hormonales y fisiológicos favorecen que la gestación sea una época en la que el deseo y la respuesta sexual están a flor de piel.
1. Por los cambios hormonales que predisponen al sexo
Socialmente, la idea de una mujer embarazada está en las antípodas a la de alguien especialmente interesada en el sexo. La gestación se ha pintado, más bien, como todo lo contrario, una etapa asexual en la que el aumento de peso y la incomodidad ponen a la sexualidad a la cola en la lista de prioridades, encabezada por cuidar la salud, escoger nombre para el futuro bebé y saturarse de información respecto a lo que se nos avecina, el temido momento del parto. Sin embargo, los cambios fisiológicos que ocurren en nue...
1. Por los cambios hormonales que predisponen al sexo
Socialmente, la idea de una mujer embarazada está en las antípodas a la de alguien especialmente interesada en el sexo. La gestación se ha pintado, más bien, como todo lo contrario, una etapa asexual en la que el aumento de peso y la incomodidad ponen a la sexualidad a la cola en la lista de prioridades, encabezada por cuidar la salud, escoger nombre para el futuro bebé y saturarse de información respecto a lo que se nos avecina, el temido momento del parto. Sin embargo, los cambios fisiológicos que ocurren en nuestro cuerpo, pueden en muchos casos, predisponernos más para emular a la protagonista de Nymphomaniac que a la estresada mamá de Mira quién habla, y esto es especialmente palpable en el segundo trimestre del embarazo, cuando los mareos y la fatiga han pasado y el cuerpo se ha hecho otra vez con el control de mandos. La montaña rusa hormonal, en la que se sube cualquier mujer embarazada, pasa, tras los temidos primeros tres meses, por el túnel del sexo. Algo que pilla de improviso a muchas. La sexóloga, ginecóloga y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, Francisca Molero, explica esta fase en unos vídeos realizados para la plataforma que ha creado ISDIN, que proporciona información de rigor sobre la gestación y el cuidado del bebé, a cargo de ginecólogos, obstetras, dermatólogos, nutricionistas, pediatras, matronas, odontólogos o coaches. Según Molero, “en esta etapa hay una gran sensibilización en la zona mamaria y la mayor irrigación sanguínea hace que las zonas genitales estén más dilatadas, lo que aumenta el deseo y hace que la respuesta sexual sea más rápida. Hay también más lubricación vaginal, con lo que la penetración es más placentera y el ph de esta zona se vuelve más ácido, lo que protege a la vagina contra las infecciones. Muchas mujeres reconocen haber descubierto por primera vez el orgasmo vaginal en este periodo de sus vidas. Antiguamente se hablaba de que una mujer que no hubiera pasado por el embarazo, no podía decirse que hubiera alcanzado su plenitud sexual”, comenta esta sexóloga.
La plataforma disfutatuembarazo.com explica estos cambios y cualquier otro a las mujeres que esperan descendencia, adaptados a la semana de gestación en la que una se encuentra, y cuenta con una app gratuita para móviles y tablets. Pilar, 41 años, no disponía entonces de esa información, aunque recuerda su embarazo, a los 33, como “la etapa más sexual de mi vida y también la más cambiante en términos de humor. Un día estás feliz, al siguiente sufres un ataque de pánico, pensando si el niño tendrá una enfermedad degenerativa grave. Pero en términos sexuales recuerdo que fue todo un descubrimiento. Me sentía como un hombre, pensando todo el tiempo en lo mismo. Muchas embarazadas confiesan que necesitan más mimos, yo quería sexo puro y duro. Recuerdo que lo comentaba con amigas íntimas y a nadie le pasaba lo mismo, hasta que la madre de una compañera de trabajo me confesó que a ella le ocurrió igual. Fue un alivio, porque dejé de sentirme como el monstruo de la lujuria”.
2. Por la creatividad necesaria a la hora de buscar nuevas posturas y juegos eróticos
Ya sabemos que el sexo no solo no está prohibido durante el embarazo –a no ser que haya problemas y el médico lo desaconseje– sino que es altamente recomendable, física y psicológicamente, para la salud de la madre y de la pareja. Pero además, esta actividad supone un ejercicio de preparación al parto, al fortalecer los músculos vaginales que habrá que utilizar luego en el momento de dar a luz. Además, si todo lo que experimenta la madre, lo siente también el bebé, la liberación de endorfinas que se producen durante una relación sexual placentera o con el orgasmo, afectarán y harán más feliz al niño. Lo único que hay que tener en cuenta es adoptar posturas cómodas para ambos y que no presionen el abdomen de la madre. Hay por lo tanto que variar el repertorio. Sexo 365 una postura para cada día (ediciones B) es un libro que no debería faltar en ningún hogar. Si descartamos las acrobáticas, las que requieren una extraordinaria fuerza física y las estéticas, más que reales; todavía tendremos un buen puñado de ellas para poner en práctica. Con las posturas pasa como con los principios – “estos son mis principios; si no le gustan tengo otros”, dijo Groucho Marx–, a veces, si se cambian, desaparecen muchos problemas.
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3. Porque nuestra pareja suele estar más atenta y cariñosa
Aunque la gestación sea la época en la que una mujer se siente menos atractiva y sexy, esta sensación no siempre es compartida por la pareja, como comenta Pilar: “Mi marido siempre me dice que cuando estaba más guapa es cuando me quedé embarazada. La piel se me puso muy bien, tenía un cierto brillo, las tetas me crecieron –lo que entusiasmó a mi pareja–… En una palabra, me sentía exuberante, con la ventaja de que no te sientes culpable por estar gorda, ya que no tienes sobrepeso sino que estás preñada. No hay que olvidar también que hacerlo con una embarazada es la fantasía sexual de muchos hombres”.
Para muchas parejas, especialmente si han estado queriendo tener descendencia desde hace tiempo, el embarazo puede ser un viaje en el tiempo a la dulce época de sus inicios. Sin embargo, el hombre puede también verse afectado psicológicamente con la expectativa de la llegada una nueva personita, que va a estar a su cargo. Según Francisca Molero, “se habla mucho de lo sensible que está la mujer en este periodo, pero el embarazo puede afectar mucho a los nuevos padres, que se involucran más en el proceso de la gestación. Hay muchos que tienen miedo, inseguridades, incertidumbre sobre si el bebé será sano o no. Y todo esto puede afectar también a la vida sexual de la pareja. Muchas veces no es ella la que pierde el deseo sino él, debido a una idea inconsciente de que el sexo puede afectar al feto. Hay también que tranquilizarlos y tenerlos en cuenta”, comenta esta sexóloga.
En casos extremos, aunque poco frecuentes, puede darse el síndrome de Couvade –el nombre proviene de la palabra francesa couver, que significa incubar o criar-, cuando el hombre, debido a causas psicosomáticas, desarrolla los mismos síntomas físicos que una mujer embarazada: nauseas, sobrepeso, antojos, cambios en la testosterona y hasta niveles altos de prolactina, la hormona que estimula la producción de leche en las glándulas mamarias.
4. Porque ya no hay riesgo de embarazos no deseados
Las mujeres nos pasamos media vida evitando tener hijos y la otra media intentando tenerlos. Así podría resumirse la relación con la maternidad de una amplia franja de la población. Existen métodos anticonceptivos, dirán muchos, y, ciertamente, los hay, pero ninguno es todavía 100% fiable, “ni siquiera la ligadura de trompas, que es el más seguro”, comenta Molero, “lo que hace que cualquier retraso en la menstruación o irregularidad se viva con susto y angustia”. Las mujeres sexualmente activas viven siempre con la amenaza de un embarazo no deseado –más ahora con la nueva y regresiva regulación legal–, excepto las lesbianas, las embarazadas y las que han alcanzado la menopausia, que disfrutan de la espontaneidad sexual. Alicia, de 53 años, recuerda cuando se le fue la regla para siempre. Es una etapa difícil en la vida porque, generalmente, coincide con la crisis de los 50, en la que te das cuenta que no has hecho casi nada de lo que querías hacer, pero un buen aspecto es liberarte de los anticonceptivos, saber que por mucho que hagas no puedes quedarte embarazada. Yo creo que a nivel inconsciente, eso es una gran liberación”. En el caso de las gestantes ocurre lo mismo. El mal –o el bien- ya está hecho.