Por qué deberías perderle el miedo a hacerte las pruebas de ETS
Las enfermedades de transmisión sexual han experimentado un repunte en los últimos años, coincidiendo con el descubrimiento del tratamiento del control del Sida, que lo ha convertido en una enfermedad crónica y no mortal. Pero los expertos aconsejan no bajar la guardia y hacerse revisiones sin esperar demasiado.
El hecho de que el Sida haya pasado de ser una enfermedad mortal a una crónica; el alargamiento de la vida sexual, e incluso la promiscuidad en los seniors, o la nula educación sexual son factores que contribuyen a que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) hayan vivido un repunte en los últimos años, según apuntan los expertos.
El preservativo y el miedo, o tal vez sea mejor llamarlo precaución, siempre han ido de la mano. Pero cuando el peligro de muerte desaparece se empieza a bajar la guardia; especialmente si el riesgo de embarazo desaparece, por haber rebasado ya la...
El hecho de que el Sida haya pasado de ser una enfermedad mortal a una crónica; el alargamiento de la vida sexual, e incluso la promiscuidad en los seniors, o la nula educación sexual son factores que contribuyen a que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) hayan vivido un repunte en los últimos años, según apuntan los expertos.
El preservativo y el miedo, o tal vez sea mejor llamarlo precaución, siempre han ido de la mano. Pero cuando el peligro de muerte desaparece se empieza a bajar la guardia; especialmente si el riesgo de embarazo desaparece, por haber rebasado ya la edad fértil o porque se utilizan otros métodos anticonceptivos. Campañas como Póntelo, Pónselo fueron muy efectivas en su momento, pero hoy parece que muchos no ven un motivo suficientemente amenazante para cumplir con esta sentencia.
“El virus del papiloma humano es una de las enfermedades que está en aumento; pero a nivel general, se puede decir que las infecciones venéreas clásicas como clamidia, sífilis y gonorrea se han incrementado en todo el mundo en las últimas décadas”, señala Paloma Andrés, ginecóloga del Centro Municipal de Salud Comunitaria del distrito Centro, de Madrid. “Se nota una cierta relajación en cuanto a las medidas de seguridad que requiere toda relación esporádica, lo que unido a la inexistente educación sexual crea un caldo de cultivo para que las enfermedades se extiendan”. Según esta ginecóloga, a menudo se da el caso de que las y los profesionales de la prostitución son más cuidadosos con su salud sexual que las parejas (de la orientación sexual que sea), que viven con una sensación se seguridad ficticia. Las infidelidades no confesadas acarrean, en muchos casos, virus y bacterias, quienes no tienen ningún inconveniente en compartir toda su información con el cónyuge, aunque viva ajeno a la ‘aventura’.
El coitocentrismo deriva no pocas veces en pensamientos o conductas erróneas, tales como pensar que un poco de sexo oral entra dentro de los preliminares y no necesita de la adecuada protección. “Muchas personas se ponen el preservativo para la penetración, pero no para el sexo oral o anal”, señala Andrés, “y hay gente que piensa que recibir (no dar) sexo oral no entraña ningún riesgo. Algo totalmente incorrecto; ya que herpes, condilomas y el papiloma humano puede vivir también en la garganta y pasar a los genitales del otro/a. Hay que utilizar el condón para la fellatio y los protectores de látex para practicar el cunnilingus, siempre que no sea con la pareja habitual”, apunta esta ginecóloga.
El virus del papiloma humano es una de las afecciones que más crece. Aunque según Santiago Palacios, médico especialista en ginecología y obstetricia y director del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer, en Madrid, “es un aumento entre comillas, ya que por un lado ha disminuido gracias a la vacunación (aunque está solo llega al 50% de la población, y yo soy partidario de que se vacune también a los chicos); pero por otra parte, la inmigración trae nuevos tipos de virus. En América Latina el papiloma está muy extendido y las muertes por cáncer de cuello de útero superan ya a las de cáncer de mama, debido a que no hay prevención y las mujeres no se hacen los controles necesarios, aunque se sabe ya que el 100% de los cánceres de cuello de útero están relacionados con el papiloma, lo que no quiere decir que todo papiloma derive en cáncer”.
Según Palacios, ha habido mucho tremendismo respecto a esta infección. “A mi consulta llegan chicas llorando porque se les ha descubierto una lesión y creen que ya tienen un cáncer. A través de una citología se detecta si hay alteraciones celulares que sugieran que se tiene este virus. Si éstas existen, se hace una colposcopia con biopsia, que te dice el grado de lesión que hay. Es aconsejable hacer también una prueba conocida como PCR (no incluida en la Seguridad Social), para saber qué tipo de virus se tienen, ya que unos son más malignos que otros. Generalmente, si la lesión no es importante, el propio organismo elimina el virus y, si no lo hace, se practica una pequeña intervención conocida como conización, para retirar el tejido dañado”.
El papiloma virus es muy contagioso y el preservativo no siempre evita la transmisión al 100%. “A veces, con el simple contacto del testículo y la vulva puede ya pasarse”, comenta Palacios, “aunque, evidentemente, el condón hay que usarlo siempre que hay practicas de riesgo. Yo explico a mis pacientes que este virus es similar al de la gripe. Casi todo el mundo que ha tenido sexo ha estado en contacto con él. Lo que pasa es que si el organismo está fuerte, las defensas lo eliminan. De ahí la importancia de cuidarse, llevar una vida sana, comer bien, hacer ejercicio y evitar el tabaco, las drogas y el estrés. Si se pasa por un momento vital muy estresante, es mejor dejar las aventuras sexuales arriesgadas, porque al tener bajas las defensas será más fácil coger una ETS”.
La ginecóloga Paloma Andrés es también partidaria de hacer la prueba del papiloma a los hombres, cuando su pareja está afectada por el virus. “Es una prueba más difícil, hay que hacer una penescopia, y si no se ve nada, una uretroscopia. Lo que pasa es que a veces la lesión producida por el virus está tan escondida que no se percibe. Yo soy partidaria de tratar también al hombre, lo que ocurre es que las consecuencias de esta infección en los varones son mínimas. Puede producir cáncer de ano, pero en un porcentaje muy, muy bajo”.
El Sida es una enfermedad que está disminuyendo, pero no a la velocidad que se desearía, ya que según el último Informe de Vigilancia Epidemiológica del VIH y del Sida en España, del 2016, cada año hay una media de 3.353 nuevos casos de VIH y el 46% son diagnósticos tardíos. Se estima también que un 18% de las personas que tienen el VIH lo desconocen.
“El miedo que había antes a esta infección, que provocaba a menudo la muerte, ha disminuido al pasar a ser una afección crónica. Las nuevas generaciones no han vivido ese temor y eso, unido a la falta de información (los recortes de la crisis afectaron también a las campañas de prevención), ha hecho que la gente tome menos precauciones”, señala Vicente Estrada, jefe de sección de Enfermedades Infecciosas y VIH del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid.
“Una persona seropositiva que esté en tratamiento y cuya carga viral no se detecte en sangre puede, incluso, mantener relaciones sexuales sin preservativo. La posibilidad de transmisión del VIH es prácticamente imposible”, asegura Estrada, “pero eso no impide que se trasmitan otras ITS. Además, tomar retrovirales tiene sus efectos a largo plazo y acortan la vida del paciente”.
El informe también apunta que la mayoría de las nuevas infecciones se concentran hoy en el grupo de varones homosexuales, de 25 a 35 años. Gente muy activa sexualmente, a menudo con parejas esporádicas, de las que desconocen su vida y costumbres sexuales.
Enfermedades que todavía soportan un estigma
Las infecciones de transmisión sexual (ITS), como muchos prefieren llamarlas, soportan todavía el estigma de ser relacionadas con un estilo de vida muy poco aconsejable, cuando no inmoral y hasta sórdido, y pocas personas se atreven a confesar sus afecciones a los más íntimos o, incluso, a la pareja. Pocos médicos de cabecera preguntan a sus pacientes por su salud y hábitos sexuales, a pesar de que la Seguridad Social incluye lo que se llama Serología para ETS, que es un conjunto de pruebas para detectar si se padece alguna infección de transmisión sexual, y que se recomienda a todas aquellas personas que hayan tenido prácticas de riesgo. Hay también centros en algunas ciudades de España, dependientes de los ayuntamientos o las comunidades, que ofrecen estos test de forma gratuita, sin cita previa y sin ningún tipo de documentación o volante del médico. Son conocidos como Centros ITS/VIH.
“La tendencia a asociar ITS con determinadas orientaciones sexuales es algo que habría que desterrar”, sentencia Paloma Andrés. “Hay que valorar las prácticas, no si la persona es homosexual o hetero. Por ejemplo, durante mucho tiempo, y todavía hoy en día, muchas lesbianas que acudían a hacerse pruebas e informaban al médico de su condición de homosexuales oían cosas como: ¡‘ah bueno! Entonces si no practicas el coito con un hombre no hay problema’. Las prácticas lésbicas no alcanzaban el estatus de relación sexual y por lo tanto no había que preocuparse demasiado por sus consecuencias”.
En opinión del doctor Palacios, “no hay que obsesionarse con las ETS, porque entonces uno no podrá disfrutar del sexo; pero hay que tomar precauciones y cuando se tienen relaciones esporádicas hacerlo siempre con protección. A los primeros síntomas de picores, heridas, verrugas u otros malestares hay que acudir al especialista, porque las ETS se curan. Y no es mala idea, cuando uno inicia una relación estable con alguien, antes de quitar el preservativo, que ambas partes se hagan un chequeo de salud sexual. Como las revisiones generales que muchos se hacen anualmente. Proponerlo de forma tranquila y serena, sin dramas. Es algo ya bastante común; aunque, desgraciadamente, muchos lo siguen viendo como poco romántico”.