Locos por las plantas: la naturaleza invade las casas
Pinterest e Instagram son perfectos medidores de tendencias y la vegetación sustituye a las flores en lo que a interiorismo se refiere. Aunque no lo parezca, esa Monstera Deliciosa colocada en una esquina del apartamento puede alegrarte la vida.
En 2017 Architectural Digest ya pronosticó el principio del reinado de las plantas. Las y los interioristas de renombre estaban empezando a dejar de lado a las flores para fijarse en esos seres vivos de hojas resistentes que dotan a las estancias de un ambiente confortable. Duran mucho más que un ramo de mimosas –a no ser que estén en manos de un asesino en serie vegetal– y también cumplen una función decorativa. Lauren Santo Domingo, cofundadora de Moda Operandi, lo resumió perfectamente en dos frases después de ca...
En 2017 Architectural Digest ya pronosticó el principio del reinado de las plantas. Las y los interioristas de renombre estaban empezando a dejar de lado a las flores para fijarse en esos seres vivos de hojas resistentes que dotan a las estancias de un ambiente confortable. Duran mucho más que un ramo de mimosas –a no ser que estén en manos de un asesino en serie vegetal– y también cumplen una función decorativa. Lauren Santo Domingo, cofundadora de Moda Operandi, lo resumió perfectamente en dos frases después de cambiar los jarrones por macentas en su showroom de Manhattan: “Me encanta la idea de tener organismos vivos y que respiran. Todo el dinero que estábamos gastando en flores me parecía un desperdicio”.
Pantone marcó la pauta también cuando anunció que el color del 2017 sería el Greenery, un verde con un ligero toque amarillo que representa “lo neutral de la naturaleza. Cuanto más se sumerge la gente en la vida moderna, mayor es su anhelo innato de contagiarse de la belleza física y de la unidad inherente del mundo natural”. Y concretó: “lo vemos en la planificación urbana, la arquitectura, el estilo de vida y las opciones de diseño en todo el mundo”. En tiempos acelerados, el ser humano necesita rodearse de verde para encontrar un poco de relajación.
Vanessa Aizcorbe es interiorista en Gunni & Trentino Barcelona y afirma contundente que: “Las plantas nunca han estado tan de moda como ahora. De hecho, a principios de los noventa con el minimalismo no tenían un lugar importante en las revistas de decoración y mucho menos en los hogares, pero desde hace una década el auge es brutal”.
Dicho resurgir coincide también con el abrazo que la sociedad occidental le ha dado a la nostalgia, que ha pasado de ser un sentimiento negativo, asociado a la tristeza, a un estado mental relacionado con el bienestar. Entre las características que se le atribuye a la generación millennial (generalizaciones que, por supuesto, no tienen porqué encajar con todos sus integrantes) se encaja la de un presente incierto y un futuro no demasiado prometedor. Sueldos que no se corresponden a la formación, llevan a los milénicos a vivir en pisos compartidos a los 30 años o, si tienen un poco de suerte, en apartamentos enanos con la luz natural de una bombilla de LED. ¿Era el pasado mejor? En el tema de la vivienda, seguramente sí.
“Quizá aquello que nuestras madres y abuelas habían cuidado con tanto mimo en casas y terrazas se había convertido en nuestro hygge español”, explica Aizcorbe, que también aclara que: “hygge es un estado de la decoración importado por los daneses: es un estilo de vida que invita a disfrutar de los pequeños detalles y placeres: un libro en tu silla favorita, un abrazo debajo de una manta chula o una mascota dormitando en la alfombra que elegiste para todos, un café con amigos con la luz adecuada”.
Los datos que arroja el último informe de las tendencias más pujantes de Pinterest, la red social preciosista que introdujo en nuestro lenguaje el verbo ‘pinear’ y observa los tablones de corcho virtuales de sus usuarios para analizar lo que interesa, ya lo avisó a finales del año pasado: las plantas vienen fuerte, así como los papeles pintados en el techo o el terrazo. “No solo ellas están de moda, los tiestos, cestos, bolsas en las que las ubicamos también, claro”, completa la interiorista.
Por supuesto, no todas tienen el mismo protagonismo: no es lo mismo un tiesto con geranios rojos (a no ser que se quiera dar un toque almodovariano a la vida) que una Monstera Deliciosa, la reina actual de la vegetación casera. Los primeros en triunfar fueron los cactus, después llegó lo tropical con las palmeras y plataneros como el Tronco de Brasil o la Kentia y hoy son estas algunas de las que imperan:
– Maranta leuconeura: con nervios marcados, puede alcanzar varias tonalidades. No tolera la luz del sol directa, pero sí necesita claridad. Hay que regalarla habitualmente, en verano unas cuatro o cinco veces a la semana porque necesita humedad. También le viene bien que se rocíen sus hojas con agua de vez en cuando, sobre todo si hace calor en la casa (por ejemplo, cuando se tenga la calefacción puesta).
– Sansevieria trifasciata: también conocida como Lengua de tigre, es ideal para cuidar en el interior. Aunque aguante el sol directo, sirve para alegrar las zonas sombrías de la casa. Apenas necesita riego, con una vez cada mes en invierno o cada dos semanas en verano es suficiente.
– Aloe Vera: otra de las resistentes y muy indicada para tener en casa, ya que no sólo adorna sino que sus hojas también sirven para cuidar la salud (el gel que contienen sirve para calmar quemaduras o poner como mascarilla para revitalizar la piel, entre otras funciones). Solo hay que regarla una vez al mes y resiste perfectamente la luz directa del sol. De hecho, lo que le perjudica es el frío y la humedad excesiva.
– Chlorophytum comosum: también llamada Cinta (mucho más fácil de pronunciar). Aguanta el calor, aunque mejor mantenerla en un sitio claro pero no con luz directa. Hay que regarla un par de veces a la semana y no le viene mal un rociado de agua en las hojas de vez en cuando. En primavera da flores blancas y es perfecta para una maceta colgante.
– Monstera Deliciosa: o Costilla de Adán, la omnipresente desde hace un año. No hay que exponerla a la luz directa y agradece el pulverizado de agua en sus hojas. No resiste bien el frío y no hay que regarla demasiado: una o dos veces a la semana en verano y una vez cada dos en invierno.