Piscinas de bolas para adultos, ¿un sueño hecho realidad?

La agencia de diseño Pearlfisher nos invita a volver a la infancia y recuperar la alegría del juego. Una idea que exploran cada vez más empresas para fomentar la creatividad.

Londres, cinco de la tarde de un lunes de enero. Kate Stone, científica al frente de Novalia, explica ante un grupo de unas quince personas los últimos avances de su equipo para combinar tecnología y papel. Cómo a través de circuitos y tinta sensible al tacto consiguen que lo impreso se convierta en interactivo. Lugar elegido para la conferencia: una piscina de bolas para adultos.

Los invitados escuchan ‘semi-sumergidos’ entre las 81.000 bolas blancas que desde hace varias semanas ocupan, para deleite de muchos, la galería de la sede londinense de ...

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Londres, cinco de la tarde de un lunes de enero. Kate Stone, científica al frente de Novalia, explica ante un grupo de unas quince personas los últimos avances de su equipo para combinar tecnología y papel. Cómo a través de circuitos y tinta sensible al tacto consiguen que lo impreso se convierta en interactivo. Lugar elegido para la conferencia: una piscina de bolas para adultos.

Los invitados escuchan ‘semi-sumergidos’ entre las 81.000 bolas blancas que desde hace varias semanas ocupan, para deleite de muchos, la galería de la sede londinense de Pearlfisher. El motivo: el convencimiento de esta agencia creativa de que el juego es tan importante para los niños como para los adultos.

Todos los que visitan la piscina dicen sentirse felices y relajados después del ‘chapuzón’. La instalación ha acogido clases de yoga acrobático, momentos de asueto de adultos despreocupados y sí, también reuniones de trabajo. “La idea de que en un futuro el trabajo va a estar cada vez más relacionado con el juego es algo de lo que ya se están dando cuenta ciertas empresas innovadoras”, señala Nellie Veltman responsable del departamento de comunicación de Pearlfisher. Y añade: “El juego, al mismo tiempo que ayuda a relajarse y disfrutar, es capaz de generar interacciones humanas muy positivas como la confianza. De hecho, los adultos que tienden a jugar más en el trabajo son más creativos y productivos”.

La voluntad de Pearlfisher es promover exhibiciones que creen impacto y sirvan de inspiración. En este ocasión tomaron como referencia la nieve (de ahí la sustitución de las bolas de colores por las bolas blancas).“Cuando lo preparábamos coincidió con la Navidad y nos gustó la idea de que jugar en la nieve consigue siempre sacar a relucir el niño que todos llevamos dentro”, explica Veltman.

La iniciativa tiene también un trasfondo social. Por cada persona que visita la instalación se realiza un donativo de una libra a Right To Play, una organización benéfica que utiliza el poder del deporte y el juego para transformar la realidad de niños en situación de exclusión social en América Latina, África y Asia.

El éxito ha sido tal que la organización se ha visto desbordada por las solicitudes de reserva y llevan días con el calendario de visitas completo. “Sabíamos que a la gente le encantaría la idea pero nunca creímos que tendríamos tanta demanda”, se sincera Veltman. “Ahora estamos inmersos en un proceso interno para determinar los siguientes pasos a dar y cuál debe ser el próximo destino de las bolas”.