Margaret Mazzantini, elegancia entre líneas
Italia es el país invitado a la Feria del libro de Madrid y su escritora más leída y una de las más laureadas publica novela en español, Nadie se salva solo (Alfaguara). S Moda entra en su casa romana.
Las fachadas de las casas del barrio romano Parioli hablan de una decadencia elegante. La misma que impregna la escritora superventas Margaret Mazzantini a sus personajes. Junto a su marido, el director y actor de cine Sergio Castellitto, forma una de las parejas de más éxito de las taquillas y librerías italianas. En su casa revolotean adolescentes que bromean con su madre, un perro que no ladra y un marido que, discretamente, pregunta si alguien quiere algo de pasta. No es el rodaje de una película costumbrista italiana; así es –o aparenta ser– la vida diaria de los Castellitto-Mazzantini....
Las fachadas de las casas del barrio romano Parioli hablan de una decadencia elegante. La misma que impregna la escritora superventas Margaret Mazzantini a sus personajes. Junto a su marido, el director y actor de cine Sergio Castellitto, forma una de las parejas de más éxito de las taquillas y librerías italianas. En su casa revolotean adolescentes que bromean con su madre, un perro que no ladra y un marido que, discretamente, pregunta si alguien quiere algo de pasta. No es el rodaje de una película costumbrista italiana; así es –o aparenta ser– la vida diaria de los Castellitto-Mazzantini.
El estilo relajado de una Margaret en camisa y vaqueros se evidencia con su acompasada manera de moverse. «Visto así desde que tengo uso de razón. De pequeña vivía con mis padres en el campo y solía esconderme en el gallinero a escribir y estudiar, así que algo de ese tiempo me habrá quedado. En mi armario encontrarás muchísimas botas y pocos zapatos de tacón. Los uso solo para ir a cenar o para alguna ceremonia». Lo que no faltan son minifaldas, «a mis 50 años tengo unas piernas muy bonitas, me encanta lucirlas y pienso seguir haciéndolo hasta los 100». Se confiesa admiradora de Prada, «es una apuesta segura». Las camisas, vestidos y complementos que atesora son, en su mayoría, de esta firma, pero también guarda otros con cariño. El éxito le llegó en 2001 con la novela No te muevas, por la que le otorgaron el Premio Strega, el más importante en Italia. «Creía que no iba a ganar; y cuando me llamaron, tuve que salir corriendo a comprarme un vestido. Con el Premio Campiello [en 2009] me pasó lo mismo. En una pequeña boutique había visto un precioso vestido azul de Alberta Ferretti, pero pensé: “Mejor no me lo compro porque no voy a ganar”.
Lo vi en julio y el galardón se entregó en septiembre. El día antes mandé a mi marido para ver si aún quedaba alguno. Y llegó a casa con él. Fue una suerte increíble porque solo quedaba uno y era justo de mi talla. Me lo puse ese día y nunca más». Mirando las prendas que cuelgan en su armario, Margaret confiesa que los vestidos más especiales solo le han servido para un acontecimiento: «Soy incapaz de probármelos otra vez y salir a la calle con ellos. Están impregnados de recuerdos de ese día; y eso es algo que me supera», explica.
Ya le ha sucedido en varias ocasiones. «Tengo una falda que me ponía casi a diario cuando mi padre estaba a punto de morir. No me la quitaba porque era una especie de talismán para mí; pero luego no la he vuelto a usar, al igual que los zapatos de la boda. Los guardo porque me gusta ver el paso del tiempo a través de ellos».
Sus dos novelas más famosas, No te muevas y La palabra más hermosa, han sido adaptadas al cine por su marido. La última está pendiente de estreno y, al igual que la primera, la protagonista es Penélope Cruz. Lo curioso es que Mazzantini se ha encargado del vestuario en las dos ocasiones. «Concibo la escritura como si fuera un sastre. Una media con una carrera puede contar muchas más cosas de una historia de amor. El detalle es importante. Muchas veces cuenta más focalizar la atención en un vestido mal abrochado que en el rostro en sí de la mujer. En la vida real pasa lo mismo». Su pulcritud y sencillez a la hora de vestir concuerdan con la sobriedad de sus accesorios. Luce collares que le han regalado sus hijas y amigas, y alguno que ha comprado en los viajes. Las joyas más antiguas se las robaron.
Recientemente ha terminado el rodaje de La palabra más hermosa. «En este nuevo encuentro de Sergio con Penélope se ha producido otra vez una química muy intensa que se refleja en la película. Ella es muy mediterránea, guapísima, con unos ojos que expresan melancolía y en su interior tiene una miseria muy fuerte. Por eso encaja con mis personajes. También por la dirección de Sergio y porque yo misma elijo todo lo que va a llevar: desde cómo va a ir peinada hasta el vestuario y los complementos».
Las camisas como sello de identidad «Suelo llevarlas a diario. Me siento más fotogénica con las verdes. Si uno se fija bien, en casi todas las fotografías en prensa aparezco con una de ellas».
Belén Imaz
Belén Imaz
En su librería, el vestido de Alberta Ferretti que lució en la entrega del Premio Strega.
Belén Imaz
Los zapatos de tacón se mezclan en su armario con las botas de campo.
Belén Imaz
Los bolsos grandes los utiliza para trabajar. Los pequeños, en las salidas nocturnas.
Belén Imaz
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