La novias, esas otras grandes hermanas

Más allá de programas de madres que buscan quien se case con su hijo, las novias son las últimas supervivientes televisivas.

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En las webs, blogs y foros, los espacios para novias son infinitos y tiran cual corcel nupcial del tráfico. En la televisión cuentan con su propio hueco en la parrilla dado el tirón de audiencia que han tenido siempre casamientos históricos o comedias románticas en las que las heroínas visten de blanco y pasan o huyen de los altares. Vamos, que más allá de formatos dedicados a fabricar parejas, lo...

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En las webs, blogs y foros, los espacios para novias son infinitos y tiran cual corcel nupcial del tráfico. En la televisión cuentan con su propio hueco en la parrilla dado el tirón de audiencia que han tenido siempre casamientos históricos o comedias románticas en las que las heroínas visten de blanco y pasan o huyen de los altares. Vamos, que más allá de formatos dedicados a fabricar parejas, los programadores han visto en las uniones matrimoniales lo mismo que en la cocina y en las casas: una fuente inagotable de realities

Algunos siguen a las prometidas en la ardua tarea de buscar un vestido de novia – el programa tiene lugar en una tienda especializada y sigue de cerca a clientas, siempre acompañadas de incorruptibles familiares o amigas sin pelos en la lengua, en busca del modelo perfecto- o a las damas de honor en el todavía peor trago de ser vestidas a su imagen y semejanza. Say yes to the dress  o El vestido de tu boda, que es como tradujeron en Divinity el formato original del canal estadounidense TLC, cuenta con franquicias en función de la ciudad en la que se localiza -Nueva York o Atlanta- e incluso del contorno de las novias: Big Bliss es el especial tallas grandes. En el Huffington Post le han llegado a sacar punta al programa en forma de consejos prácticos.

Otro grueso de realities se centra en prometidas que quieren ponerse en forma para entrar en el susodicho traje (Novias a dieta se estrenó en Divinity en diciembre pasado y sus métodos se quedan cortos ante realidades paralelas). Algunas sometiéndose a entrenamientos militares y otras, directamente, pasando por quirófano (Bridalplasty, así se llamaba el show en el que las novias aceptaban diferentes retos para ir sumando retoques plásticos, fue retirado de la cadena ABC tras las quejas de los telespectadores).

La televisada boda de Kim Kardashian en agosto de 2011 fue el acontecimiento más rentable del año para E! Online, la televisión que emite «Keeping Up With The Kardashians».

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Algunos reportan a modo de Callejeros el extremado arte de las nupcias gitanas (Mi gran boda gitana fue emitido por Antena 3 la temporada pasada). E incluso hay quien llega a batirse en pruebas dignas de Supervivientes para conseguir el enlace soñado. 

El último grito en este campo, Don't tell the bride, formato que lleva cinco temporadas triunfando en Gran Bretaña y acaba de adaptarse a la coyuntura americana, se atreve a desafiar a los novios -esos grandes olvidados- a organizar sus propios esponsales. El objetivo en este caso parece ser probar la imposibilidad nata que poseen ellos para hacerse cargo de los preparativos de su propia boda sin la ayuda de ellas. El momento álgido llega, por supuesto, cuando deben escoger el vestido de la novia: equivocarse echa por tierra cualquier esfuerzo titánico para cuadrar presupuesto, lista de invitados, localización o menú y le puede llegar a costar al novio una boda interrupta.

En Cuatro intentaron algo parecido en 2010 con Bodas Cruzadas aunque en este caso el experimento pasó por antena con más pena que gloria.

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