Grushenka, por Loquillo

Impedir a los adolescentes el acceso al ‘rock’ es el pan de cada día.

vía grushenka.bandcamp.com

María se ha parado a escuchar
Porque algo extraño suena en aquel bar
Le ha dado una patada al corazón
Un loco locutor de 'rock and roll'.


María, un clásico del rock español escrito hace más de 30 años por Sabino Méndez, me viene que ni pintado para ilustrar musicalmente este artículo que pretende poner el grito en el cielo (o en el infierno, según se mire) ante la kafkiana situación que viven los adolescentes a la hora de tener acceso a un concierto de rock, salas, auditorios, festivales o lo que se les antoje, dependiendo de la ley que se aplique en su...

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María se ha parado a escuchar
Porque algo extraño suena en aquel bar
Le ha dado una patada al corazón
Un loco locutor de 'rock and roll'.

María, un clásico del rock español escrito hace más de 30 años por Sabino Méndez, me viene que ni pintado para ilustrar musicalmente este artículo que pretende poner el grito en el cielo (o en el infierno, según se mire) ante la kafkiana situación que viven los adolescentes a la hora de tener acceso a un concierto de rock, salas, auditorios, festivales o lo que se les antoje, dependiendo de la ley que se aplique en su lugar de residencia.

La prohibición de entrada a menores en algunos lugares de la geografía aparenta una doble moral que permite el acceso, por ejemplo, a espectáculos taurinos acompañados de sus padres y, por otro lado, les impide pasar a un concierto de rock. Que un adolescente no pueda adentrarse en una sala, aunque sea acompañado por un adulto, alegando que allí se sirve alcohol y, en cambio, sí pueda estar sentado con el mismo adulto en el bar o cafetería de la esquina, donde también se sirven bebidas alcohólicas, es un asunto difícil de entender. Impedir a los chicos el acercamiento a la cultura rock, a descubrir un sonido que dista de las radiofórmulas convencionales (a las que parece que sí hay que proteger a toda costa), es el pan nuestro de cada día. Por eso, ver cómo se las arreglan para saltarse las reglas sigue siendo un clásico por el que, al parecer, hay que pasar: una ceremonia iniciática para cualquiera que aspire a su cuota de autenticidad rockera.

Como padre que soy de un hijo de 16 años tengo que ver a diario cómo él sufre esas circunstancias o incluso que los recintos se dividan, separando en una zona a los menores del resto del público asistente, tal y como ha ocurrido recientemente.

El mismo autor de la canción que abre este artículo tuvo que enfrentarse a la difícil situación de tocar con todo el billetaje vendido y decirle previamente a su hijo que no podía quedarse al concierto, ya que el ayuntamiento había enviado un nutrido grupo de lecheras tras calificar el evento de alto riesgo.

Todo esto viene a que hace unos días me llegó una carta que me dejó perplejo. La firma Irene y dice así: «Loco, perdona que te moleste, me gustaría comentarte una cosa. Hoy he ido con mi banda Grushenka a tocar a Madrid, a la Siroco, y al entrar nos han pedido el DNI. Como dos de nosotros somos menores, no nos han dejado acceder a la sala, hemos tenido que cancelar el concierto habiendo realizado la prueba de sonido con anterioridad». El viejo clásico del rock español vuelve a sonar en mi memoria:

María encuentra algo a faltar
María esta rondando lo fatal
María necesita hoy nacer de una vez
Porque en este día cumple dieciséis.

¿Recuerdas cuando escuchaste por primera vez el sonido que te cambió la vida? ¿Qué edad tenías? ¿Dónde estabas? ¿Con quién? ¿Qué artista?

¿Qué banda fue la que te dio la patada en el culo? ¿Cuándo te diste cuenta de que no eras como los demás?
 
Hoy María ha bajado la radio del desván
Y busca como loca hace girar el dial
Y ha vendido su alma, aprendido a soñar
Hoy María ya sabe cómo volar.

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