El nuevo Brooklyn
Lo más cool de Nueva York ha cruzado el río y se ha instalado en Williamsburg, el barrio más dinámico de la ciudad, con nuevas tiendas, hoteles y restaurantes.
Hay quien habla de este lugar como del nuevo East Village, pero lo cierto es que Williamsburg ofrece su particular mezcla, con un inconfundible sabor al nuevo Brooklyn de tendencias. A la comunidad ultraortodoxa judía y a los puertorriqueños se sumaron una legión de jóvenes músicos y artistas hace más de una década, y el potente cóctel ha estallado, convirtiéndose en un atractivo foco que atrae a lo más cool de la ciudad. Apenas a una parada de metro de Manhattan y con un servicio de ferris para cruzar el East River, este viejo sector industrial se ha convertido –con su rel...
Hay quien habla de este lugar como del nuevo East Village, pero lo cierto es que Williamsburg ofrece su particular mezcla, con un inconfundible sabor al nuevo Brooklyn de tendencias. A la comunidad ultraortodoxa judía y a los puertorriqueños se sumaron una legión de jóvenes músicos y artistas hace más de una década, y el potente cóctel ha estallado, convirtiéndose en un atractivo foco que atrae a lo más cool de la ciudad. Apenas a una parada de metro de Manhattan y con un servicio de ferris para cruzar el East River, este viejo sector industrial se ha convertido –con su relajada sofisticación– en el barrio favorito de escritores, artistas, modelos y otras tribus amantes del diseño y la bohemia con clase.
01/ COMER. GASTROTENDENCIAS
Foodie es el término que define a los esnobs orgánicos y amantes de la buena mesa que buscan sabores auténticos y exquisitos, siendo Williamsburg uno de sus destinos predilectos. Una de las paradas imprescindibles para entender la tendencia es Isa, con su carta distinta cada día, su horno de leña y su acogedora decoración de madera clara y ladrillo visto. Samurai Mamma junto a 1 or 8, son los dos restaurantes de cocina japonesa donde dejarse ver. El primero –una taberna chic con terraza– está especializado en sopas udon; el segundo –blanco y minimalista– ha traído el mejor sushi a esta zona. Para tacos, guacamole y micheladas, La Superior es la cantina sin pretensiones preferida de los hombres con barba y con deje de artista. En el apartado de hamburguesas y carne, no pueden faltar Peter Luger –el steak house con más solera y reputación de todo Nueva York– ni DuMont Burger –más desenfadado con su terraza en Bedford Avenue, el paseo central de la zona–. Si se busca sabor sureño, tartas tradicionales y manteles de cuadros, el coqueto Pie ‘n’ Thighs es el sitio. Five Leaves, en las estribaciones del parque McCarren, con su toque de brasserie, y el gastropub Allswell sirven los brunch más solicitados por los modernos.
El Restaurante Donna ofrece una sugerente carta de platos y cócteles.
D.R.
02/ DORMIR. 'LOFT STORY'
A orillas del East River, entre viejos almacenes reconvertidos en estudios de diseño y fotografía, se encuentra el flamante Wythe Hotel –que abrió sus puertas en primavera–, una antigua fábrica transformada en el primer hotel-boutique del barrio. El Wythe ha adaptado el toque funcional a la bohemia y no ha querido perder la esencia del lugar, por lo que ofrece lofts en vez de suites y cuenta con habitaciones que pueden hospedar hasta a seis personas. Con unas espectaculares vistas de Manhattan, el bar de su azotea es una de las terrazas más concurridas. Y el restaurante de la planta baja, Reynards, es una de las novedades más celebradas, que viene a sumarse a otros más clásicos como Marlowe & Sons y Diner, impulsados por Andrew Tarlow, precursor de la cocina chic con ingredientes locales.
El Wythe es un hotel-boutique instalado en una antigua fábrica de Brooklyn.
D.R.
03/ COMPRAS. PEQUEÑA ESCALA
La apuesta a este lado del East River nada tiene que ver con la ostentación y el mega despliegue de Manhattan. Williamsburg recupera el espíritu artesano y el gusto por las pequeñas tiendas del antiguo West Village, reinterpretando parte de su toque bohemio. Beautiful Dreamers –montada por dos respetadas estilistas hace apenas unos meses– ha logrado reunir las prendas boho chic de los mejores creadores independientes. Bird es la boutique más exclusiva donde se combinan marcas europeas con los diseños de Proenza Schouler o Alexander Wang. Catbird es el establecimiento de referencia para joyas y bisutería. La ropa deportiva más ecológica y favorecedora se vende en la tienda del restaurante Kula Yoga. Y si lo que se busca es algo vintage, nada como Amarcord y la inmensa Beacon’s Closet, dos direcciones de referencia para los fashionistas neoyorquinos. En complementos para el hogar, además del precioso anticuario Moon River Chattel –con juguetes, libros y una fantástica selección de manteles–, conviene detenerse en la ropa de casa y accesorios de cocina de Brooklyn Farm. Tampoco hay que dejar pasar por alto al sinónimo de la artesanía del lugar, la fábrica de chocolate Mast Brothers ni al colmado a la entrada del restaurante Marlowe & Sons, donde se consiguen bolsos fabricados con la piel de las vacas cuya carne se sirve en las mesas. Imprescindibles, el mercadillo Brooklyn Flea –que los domingos se instala junto al río– o una parada en el Salón de belleza Primp & Polish.
Además de una bolera, Brooklyn Bowl es una sala de conciertos.
D.R.
04/ SALIR. MÚSICA EN DIRECTO Y CÓCTELES
Williamsburg es uno de los espacios de Nueva York que concentra mayor número de bares y locales de música en directo como el ya clásico Terminal 5, la gruta de The Cove o Union Pool, un antiguo comercio de piscinas reformado en un bar de copas, con fotomatón en blanco y negro, patio y sala de conciertos. Brooklyn Bowl –la bolera instalada en una vieja factoría– ofrece actuaciones y sesiones de dj’s. Donna ha sido el descubrimiento del verano para los brooklinitas por su decoración mediterránea. Los cócteles old style son otro de los puntos fuertes, como lo prueba Maison Premiere, un bar de ostras de estilo retro que, desde que se inauguró hace menos de un año, es parada indispensable. Hasta en el cine del barrio, Nighthawk, sirven innovadores combinados durante las proyecciones.