El gusto y lo ‘kitsch’ de Coco Fennell
Ha heredado el sentido del humor y la irreverencia de su padre, el joyero Theo Fennell. El vestuario de esta diseñadora londinense está repleto de detalles retro y hallazgos inesperados.
Coco Fennell reconoce que tiene una pequeña obsesión por los artefactos de feria. En su loft en pleno este de Londres atesora viejas señales luminosas, carteles circenses y piezas de carruseles antiguos. Hasta uno de sus vestidos luce un estampado de parque de atracciones. «No sé qué me ha dado», comenta riendo. La decoración de su casa se completa con una colección de objetos retro y kitsch. «Cuando me mudé aquí hace cinco años, me emocioné amueblándolo y me quedé sin sitio para más trastos», asegura.
La diseñadora de 24 años debe mucho de sus referencias estética...
Coco Fennell reconoce que tiene una pequeña obsesión por los artefactos de feria. En su loft en pleno este de Londres atesora viejas señales luminosas, carteles circenses y piezas de carruseles antiguos. Hasta uno de sus vestidos luce un estampado de parque de atracciones. «No sé qué me ha dado», comenta riendo. La decoración de su casa se completa con una colección de objetos retro y kitsch. «Cuando me mudé aquí hace cinco años, me emocioné amueblándolo y me quedé sin sitio para más trastos», asegura.
La diseñadora de 24 años debe mucho de sus referencias estéticas a su padre, el joyero Theo Fennell, el favorito del matrimonio Beckham, Ozzy Osbourne o Elton John, y autor de los anillos de calaveras que popularizó Keith Richards. Bon vivant con un particular sentido del humor, además de joyas, comercializa tenedores de plata para fish and chips o un recipiente para el kétchup de más de 1.000 euros.
Coco, sin embargo, ha preferido dedicarse a la moda. Desde su casa diseña una línea de vestidos que vende en su web cocofennell.com. La colección lleva apenas un año y medio de andadura, pero ya cuenta entre sus clientas con algunas it girls británicas como la modelo Daisy Lowe o la cantante Pixie Lott.
«Me formé como diseñadora gráfica», explica. «Estuve trabajando en una revista literaria underground hasta que me di cuenta de que lo que quería era confeccionar algo yo misma». Su formación la llevó a fijarse en los estampados y, tras encontrarse con una ilustradora con sus mismos gustos, se lanzó a montar una marca. Aunque de vez en cuando se atreve a hacer algún dibujo ella misma, la ilustradora profesional suele encargarse de los motivos de automóviles, teléfonos o animales de circo que pueblan sus diseños. «Imprimir las telas sale caro, así que lanzo ediciones limitadas de las prendas con estampados. Saco colecciones más amplias de colores lisos».
Su lema es unir la irreverencia de diseñadores como Jeremy Scott con siluetas favorecedoras para todo tipo de figuras femeninas. «Actualmente se hacen cosas muy a la última, muy vanguardistas, pero que no favorecen a las mujeres». Y sus cortes responden al tipo de ropa que le gusta vestir. «Yo he variado mucho de talla, he tenido una 36 y una 42 y sé qué tipo de prenda me hace sentir cómoda en cualquier momento. No importa qué cuerpo tengamos las mujeres, porque siempre terminamos acomplejadas por detalles invisibles a los ojos de los demás. Sobre todo nos preocupamos por los brazos y el estómago, por eso doy importancia a las mangas y a los cortes imperio».
A pesar de que le habría gustado ser joven durante los años 90, le atraen las siluetas populares de las décadas de los 50 y 60. Sus vestidos recuerdan a la escena bohemia británica sesentera encabezada por Ossie Clark y su mujer, la diseñadora textil Celia Birtwell. Coco nombra a la diseñadora Thea Porter, importadora de lo exótico y pionera del hippie chic en Gran Bretaña, como una de sus principales influencias. «Era mi madrina (falleció en 2000). Mi madre trabajaba para ella en su tienda del Soho». Otra de sus madrinas es la actriz Joan Collins. Según confiesa, Coco no ha recibido como regalo ninguno de sus memorables modelos. «Ya me gustaría estar como ella a su edad… Aunque en realidad ya me gustaría estar como ella ahora mismo», asegura.
La familia Fennell custodia los pocos rincones de la extravagancia aristocrática y algo canalla que quedan en la londinense King’s Road. «Son excéntricos y supongo que he heredado algo de ellos. Mi madre, que siempre se ha dedicado a vender joyas o ropa, lleva cada uña de un color diferente y mi padre sale de casa con un cárdigan fucsia y unos mocasines de piel de serpiente».
Coco lleva a diario sus propios diseños, taconazos y bisutería llamativa. «Las joyas de mi padre son demasiado caras», se disculpa. Aunque sí lleva un par de sus anillos de calaveras mezclados con diseños brillantes de Butler and Wilson. No suele decantarse por pantalones vaqueros. «Odio salir a comprarlos», comenta. Y siempre elige calzado de plataforma con tacones imposibles y aplicaciones de pedrería. La mayoría de sus plataformas son de Jeffrey Campbell que suele comprar por Internet. «Con ellos ando perfectamente», asegura.
Una gran parte de su armario procede de eBay, sobre todo de vendedores estadounidenses. «Son porquerías cualquiera sin marca o piezas de Betsey Johnson de hace algunos años. Prendas de segunda mano, y no necesariamente vintage. No me gasto mucho dinero, me resulta increíble lo mucho que puede llegar a costar la ropa antigua». Junto a sus hallazgos en Internet, atesora artículos de firma procedentes de ventas de muestrario y estrafalarias creaciones de diseñadores recién graduados. «Estoy acostumbrada a husmear por aquí y por allá. En 2009 empecé a escribir un blog de moda y aprendí a buscar cosas maravillosas y extrañas, pero siempre asequibles».
No teme a lo trash y cree que, en pequeñas dosis, el mal gusto puede ser divertido y restar solemnidad. «¡Mi guardarropa parece el de un travesti!», bromea mientras muestra su dormitorio. En sus perchas se repiten las prendas con estampado de leopardo en varios colores, algo que ella define como «muy de madre ochentera».
Coco fue fichada por la agencia Storm y ha hecho sus pinitos como modelo, pero no dedica tiempo a participar en castings. «Me siento rara esperando en una sala con todas esas chicas tan jóvenes y tan altas. ¡Y me gusta demasiado comer como para trabajar regularmente como maniquí!». Coco se tiñe el pelo de negro desde hace tiempo. «Soy rubia natural. Con el pelo claro soy exactamente igual que mi hermana Emerald. Nos confunden incluso nuestros amigos, por eso quise diferenciarme. Me veo mejor de morena, pero lo cierto es que tengo que maquillarme más concienzudamente y evitar los colores claros. Al final, termino abusando del color negro».
Señal luminosa y algunos zapatos de Jeffrey Campbell.
Jorge Monedero
Una tela de Cath Kidston oculta el interior del armario.
Jorge Monedero
Coco de pequeña con su madrina, Joan Collins. Aros de la tienda de Patricia Field en Nueva York y pendientes con pintalabios de Danielle Scutt para Topshop.
Jorge Monedero
Al fondo, la palabra Cowboy decorada con bombillas. La pieza fue confeccionada a medida por un cantante de música country en Nashville.
Jorge Monedero
Los estampados y los largos maxi son elementos cotidianos de su vestuario.
Jorge Monedero
Los detalles retro y los muebles pintados contrarrestan el aspecto industrial de su loft en la zona de Old Street.
Jorge Monedero
La cabeza de unicornio es de un viejo carrusel, el jarrón de flores fue adquirido en un saldo de la tienda Conran, en Londres.
Jorge Monedero