‘Bullying’, homofobia y machismo: por qué los fans han explotado contra ‘OT 2020’
La última edición del ‘talent show’ solo lleva tres semanas en emisión, pero ya se ha convertido en la antítesis de todo lo que nos enamoró.
Los días de Amaia Romero ya pasaron. No hay rastro de su esencia ni de los valores que empaparon las dos primeras ediciones del renovado talent. Seis años después de su última edición en Telecinco, la audiencia tenía tantas ganas de vivir un concurso que representara los movimientos sociales encabezados por la juventud que compramos todo lo que nos ofrecieron: los pelos sin complejos de Amaia, la revisión de letras problemáticas con aquel «mariconez» de Mecano, el orgullo y...
Los días de Amaia Romero ya pasaron. No hay rastro de su esencia ni de los valores que empaparon las dos primeras ediciones del renovado talent. Seis años después de su última edición en Telecinco, la audiencia tenía tantas ganas de vivir un concurso que representara los movimientos sociales encabezados por la juventud que compramos todo lo que nos ofrecieron: los pelos sin complejos de Amaia, la revisión de letras problemáticas con aquel «mariconez» de Mecano, el orgullo y la visibilización bisexual de Natalia Lacunza, Alba Reche o María Villar, la defensa activa de los derechos LGTB+ de Marina Jade o la sororidad de las mujeres en el concurso.
OT 2017 fue exactamente lo que necesitábamos y llegó en el momento idóneo, con un casting que ni los responsables de la selección podían creerse. OT 2018 mantuvo el tipo y nos dejó momentos memorables, registrando datos de redes nunca vistos. Y, aunque OT 2020 solo lleva tres semanas andando, ya se ha convertido en la antítesis de todo lo que nos enamoró: las redes se han incendiado pidiendo la nominación disciplinaria de Eli, que ha puesto en la diana a su compañera Ariadna, nominada esta semana, entre menosprecios y un acoso selectivo; y la expulsión directa de Jesús, que les dijo a sus compañeros que daban asco por haberse maquillado y disfrazado con faldas y pelucas.
El caso de la canaria Eli saltó primero: la forma de dirigirse a sus compañeros y las burlas hacia Ariadna provocaron una riada de tuits que exigían un toque de atención por parte de Noemí Galera. La intervención llegó el pasado lunes frente a los 16 concursantes, donde la directora de la Academia recordó la importancia del respeto y de construir una comunidad entre ellos. Eli no se dio por aludida y Galera volvió dos días después a hablar con ella en privado, poniendo nombre a todas las actitudes más cuestionadas.
Jesús tampoco se ha librado de las críticas. El incidente del maquillaje no ha sido el primer traspiés del gaditano: frases como «si él no sabe planchar, tú no sabes aparcar», dirigida a su compañera Samantha, «soy el único macho aquí» o «¿cómo voy a hacer twerking si soy un tío?» también han salido de su boca estos días, mientras los fans del formato se llevaban las manos a la cabeza. La ‘tutoría’ de Noemí Galera con él llegaba el pasado viernes, intentando calmar los ánimos y confirmando lo criticado: «La gente está viendo una parte de ti que no es bonita. Para mí, esto no es el espíritu del programa».
Las palabras más comentadas en relación con la nueva edición son bullying, homofobia y machismo. Conceptos que no habrían podido tener cabida en las ediciones previas, donde los concursantes se mostraban más abiertos a debates, pero partiendo de una base común de igualdad y respeto. Los seguidores sienten que se les ha arrebatado lo mejor del formato: la posibilidad de dar altavoz en la televisión pública a valores positivos e inclusivos.
Gran parte del público que sigue OT a través de los directos de YouTube y los seguimientos en Twitter se ha sumado al fenómeno hate-watching: engancharse a un contenido a pesar de odiarlo. Como explicaba Jennifer Keishin para la BBC, no se trata de disfrutar del llamado placer culpable, sino de «elegir un producto audiovisual que normalmente debería gustarnos, con una historia o personaje que ya conocíamos y adorábamos, y analizar su contenido hasta descubrir por qué nos ha fallado».
Esta manifestación se ha multiplicado gracias a la inmediatez de las redes y se ha convertido en una forma avanzada de consumo que proyecta el poder del fandom. Twitter sigue guiando qué debates se llevan a término, y la academia de OT cuenta con un largo historial de polémicas que surgen en las plataformas sociales y acaban afectando al devenir del programa.
Por su parte, TVE dice estar «muy satisfecha» con las audiencias de las galas (su estreno fue el menos visto de su historia) a pesar de que esta edición solo ha sobresalido por revivir debates que se creían obsoletos. Se confirma que cualquier show puede convertirse en un hit si suficiente gente lo odia.