Luces, cámara… ¡LANVIN!

Alber Elbaz sabe bien lo que quieren las mujeres y se lo pone en bandeja con una colección que toma la elegancia en su acepción más clásica.

BENOIT TESSIER (REUTERS / Cordon Press)

Luz tenue. Humo en el ambiente. Y acomodadores -ataviados con traje y pajarita, y el pelo engominado hacia atrás- para sentar a los invitados. Todo en el desfile de Lanvin transporta al pasado… Y entonces, las luces bajan y, de una pequeña puerta escondida al fondo de la pasarela en una pared, empiezan a salir las modelos ataviadas cómodo las divas del cine negro de los años 50. Vestidos ceñidos, con frunces estratégicos para resaltar la silueta femenina. Los hombros envueltos con estolas de pelo. Tonalidades sobrias -principalmente grises, negros y verdes oscuros- que se levantan con pincel...

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Luz tenue. Humo en el ambiente. Y acomodadores -ataviados con traje y pajarita, y el pelo engominado hacia atrás- para sentar a los invitados. Todo en el desfile de Lanvin transporta al pasado… Y entonces, las luces bajan y, de una pequeña puerta escondida al fondo de la pasarela en una pared, empiezan a salir las modelos ataviadas cómodo las divas del cine negro de los años 50. Vestidos ceñidos, con frunces estratégicos para resaltar la silueta femenina. Los hombros envueltos con estolas de pelo. Tonalidades sobrias -principalmente grises, negros y verdes oscuros- que se levantan con pinceladas de color (y calor) en rojo y violeta. Joyas grandilocuentes que rescatan el glamour de la era dorada de Hollywood. Zapatos de purpurina como los que llevaban las starlets para brillar en la pantalla.

Elbaz sabe lo que quieren las mujeres, y él se lo pone en bandeja con una colección que toma la elegancia en su acepción más clásica, y consigue darle un giro contemporáneo -y divertido- con estampados de flores, chaquetas bordadas con cristales de mil colores y collares con mensajes que recuerdan a los que llevan los raperos. En versión sofisticada, eso sí.

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