La particular fundación Dharma de Davidelfin
La última colección del creador parece inspirada en los uniformes de los científicos.
La saga Perdidos no se ha acabado, no, la última estación de Dharma estaba en Cibeles y se la ha traído puesta Davidelfin. La unica diferencia es que aqui el humo es blanco, y no negro. Su colección es de un aséptico de hospital clínico más que de planta industrial; sus modelos, en blanco, y aires de Naranja Mecánica, son los camilleros de un desfile al que hay que ir tomándole el pulso poco a poco: resulta muy fácil encontrarle la vía cuando la trabaja Pelayo Díaz (los complementos de David vuelven a estar ideados por él).
Los hombres llevan monos...
La saga Perdidos no se ha acabado, no, la última estación de Dharma estaba en Cibeles y se la ha traído puesta Davidelfin. La unica diferencia es que aqui el humo es blanco, y no negro. Su colección es de un aséptico de hospital clínico más que de planta industrial; sus modelos, en blanco, y aires de Naranja Mecánica, son los camilleros de un desfile al que hay que ir tomándole el pulso poco a poco: resulta muy fácil encontrarle la vía cuando la trabaja Pelayo Díaz (los complementos de David vuelven a estar ideados por él).
Los hombres llevan monos desbordados de cremalleras, ellas, subidas a unos Louboutin cada vez más altos, vestido batín enjutados con cinturones y hebillas. Los cuellos y puños no son ya aquí de pelo sino de látex. Como mandan el guión y la tradición. El subidón de azúcar llega cuando Eleonora Bosé, Alaska y Mario hacen hiperventilar al público márcandose un miniconcierto al ritmo de Absolutamente como punto final.
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