La colección que Catalina Middleton debería comprar el próximo otoño
Burberry muestra cómo pasar del campo a la ciudad sin despeinarse.
Otra temporada más, Burberry presentó su nueva colección dentro de una gran carpa en Kensington Gardens, reuniendo a la habitual plétora de jóvenes guapos y estrellas del panorama británico.
Para la próxima temporada otoño-invierno, el director creativo Christopher Bailey imaginó una fantasía lúdica de la vida campestre británica. Donde los granjeros y las damas comparten chaqueta y gorra. La colección tuvo como título “Campo y Ciudad”. Y esta mezcla de refinamiento y rusticidad, unido a unas siluetas estilizadas, ineludiblemente hizo pensar en el posible armario de...
Otra temporada más, Burberry presentó su nueva colección dentro de una gran carpa en Kensington Gardens, reuniendo a la habitual plétora de jóvenes guapos y estrellas del panorama británico.
Para la próxima temporada otoño-invierno, el director creativo Christopher Bailey imaginó una fantasía lúdica de la vida campestre británica. Donde los granjeros y las damas comparten chaqueta y gorra. La colección tuvo como título “Campo y Ciudad”. Y esta mezcla de refinamiento y rusticidad, unido a unas siluetas estilizadas, ineludiblemente hizo pensar en el posible armario de la duquesa de Cambridge. Tweed, bombers y cazadoras tipo barbour en corto para ir a visitar a su abuela política en Sandrigham o Balmoral. Abrigos corte princesa (nunca mejor dicho), faldas lápiz con una espiral de volantes, cinturones elásticos de lazo y vestidos floreados para los eventos oficiales. Prendas, además, confeccionadas por una compañía británica. Para qué quiere más. La duquesa ya puede comprar desde palacio alguna prenda en la web de la firma, antes de que las acaudaladas clientas chinas de la primera fila se las lleven todas.
Bailey no es inmune al efecto Catalina, pero como novedad quiso aportar un toque de humor: camisetas con dibujos de animales, bolsillos gigantes, accesorios con cabezas de zorros o unos bastones de señor con puño zoomórfico con el que caminaron algunos modelos.
El desfile terminó con una lluvia artificial que arreció contra los cristales y que hizo sonreír a la normalmente hierática directora del Vogue estadounidense Anna Wintour. Los modelos salieron a saludar protegidos bajo paraguas. Más british imposible.