Nueva York demuestra que la moda está cambiando de estrategia
La metaformosis es la nueva religión. Tommy Hilfiger escenifica su último desfile tal y como lo conocemos; y Carolina Herrera refleja su percepción de la belleza.
No es el Titanic. El crucero que ha montado Tommy Hilfiger en el interior de Park Avenue Armory se llama T. H. Altantic. Curiosa metáfora de un sistema que hace aguas. En su lugar, el diseñador vaticina una puesta en escena todavía más espectacular. Adiós a cualquier vestigio de elitismo. La moda aspira a montar superproducciones que beben de la industria de la música.
«En septiembre, vamos a presentar un nuevo formato de desfile, con la colección de Gigi Hadid para Tommy Hilfger. ...
No es el Titanic. El crucero que ha montado Tommy Hilfiger en el interior de Park Avenue Armory se llama T. H. Altantic. Curiosa metáfora de un sistema que hace aguas. En su lugar, el diseñador vaticina una puesta en escena todavía más espectacular. Adiós a cualquier vestigio de elitismo. La moda aspira a montar superproducciones que beben de la industria de la música.
«En septiembre, vamos a presentar un nuevo formato de desfile, con la colección de Gigi Hadid para Tommy Hilfger. Una línea que saltará a la pasarela y se podrá comprar simultáneamente. Vamos a romper las reglas», explica el diseñador. ¿A quién veremos entre el público? «A todas las estrellas y a quien quiera a venir», anuncia. ¿Repartirá entradas como hizo Givenchy en septiembre? «Las pondremos a la venta. Quien quiera entrar, solo tendrá que comprar una. El dinero que recaudemos se destinará a una iniciativa benéfica», avanza en exclusiva.
La marca seguirá haciendo presentaciones para prensa y compradores seis meses antes, pero a puerta cerrada y sin cámaras, para combatir la divulgación en redes. «El móvil lo ha cambiado todo», dice. «En nuestras campañas tenemos a Rafa Nadal y Gigi Hadid; y ellos tienen millones de seguidores». Para Hilfiger, la moda gira hoy en torno al star-system. El próximo otoño, sus estrellas más mediáticas llevarán un guardarropa inspirado en la estética náutica de los años 30: rayas marineras, estampados que emulan tatuajes vintage, abrigos militares… «Mirar al pasado es una forma de buscar autenticidad», opina.
Bucear entre pasado y futuro, tradición y modernidad, artesanía y tecnología es una conversación recurrente en este negocio. Un tema que será el eje principal de la exposición ManusxMachina que inaugura el MET el 5 de mayo; «y que refleja los mecanismos de la sociedad digital», apunta Andrew Bolton, comisario de la muestra. «La nueva tecnología es importantísima en moda; se aprecia en los bordados 3D, que flotan en los vestidos», advierte Carolina Herrera. «Esta colección refleja mi percepción de la belleza. No es algo extraño, es más bien fluido», explica en el backstage, montado en un salón del Museo Frick Collection, junto a Central Park. Solo dos pases, con 120 asientos reservados cada uno. Apenas 240 invitados. El aforo es mucho más restringido que en Lincoln Center.
Otra mujer fue la protagonista de la jornada anterior. Porque quizá Burberry Prorsum lidere el cambio en Europa, pero fue Diane Von Furstenberg, presidenta del Consejo de Diseñadores Americanos (CFDA por sus siglas en inglés) quien desató la histeria reformista en diciembre, cuando anunció que el CFDA contrataba a una consultora externa para buscar alternativas al sistema. Los resultados del informe se darán a conocer en marzo, pero la empresaria ha querido adelantarse y sustituir la pasarela por una presentación más íntima, divertida y viral, con Karlie Kloss, Kendall Jenner, Gigi Hadid, Lily Aldridge, Jordan Dunn e Irina Shayk bailando en la oficina central de la marca, en el Meatpacking District, y contagiando a los invitados que colgaron el vídeo en las redes. Por supuesto, no faltó su clásico vestido cruzado; y algunos diseños salieron a la venta al instante.
De todas las etiquetas españolas que han pasado por la semana de la moda neoyorquina a lo largo de la historia, Custo Barcelona es la única que nunca ha fallado a su cita desde 1997: 40 desfiles en 20 años. «Para nosotros sigue siendo un formato válido porque nos da la repercusión que buscamos», comenta Dalmau. «Pero entendemos que el público ha cambiado. Esta colección se dirige a una nueva generación, los hijos de nuestros consumidores. Y aunque no queremos perder nuestro ADN, necesitamos buscar otro lenguaje». El título Reborn (volver a nacer) da pistas de un giro hacia la moderación, que tiene como hilo conductor el negro.
Resulta curioso que todos busquen ahora su propia metamorfosis para seguir siendo relevantes. Edun, la firma que Bono de U2 y su mujer Ali Hewson fundaron en 2005, lleva una década poniendo en tela de juicio los mecanismos que rigen el mercado con la voluntad de reajustar la cadena de valores. «Es fantástico ver cómo el proyecto crece. Hoy el 95% de la colección se produce en África subsahariana», analiza Hewson. «La propia alfombra de la pasarela es una obra tipográfica del artista Wosene Worke Kosrof», descubre. «Son los mismos motivos que ha utilizado la diseñadora [Danielle Sherman] en los vestidos de noche», advierte la modelo Helena Christensen, en la primera fila. «No sé que hará el resto, es el único desfile al que pienso asistir», zanja.
La generación que sabe medir el pulso de la calle
La irrupción en la escena de esa nueva estirpe de hombres y mujeres orquesta del hip hop como Kanye West –que lo mismo venden un disco que una sudadera– ha dejado poco espacio (casi ninguno) a los jóvenes talentos, cuyo trabajo ha quedado silenciado en el maremágnum digital. Solo los que se abrieron camino en ediciones anteriores han conseguido mantener la expectación generada. El mejor ejemplo es Shayne Oliver, que en 2014 fue uno de los finalistas del premio LVMH. El desfile de su marca Hood by Air, fundada en 2007, congregó a los pesos pesados del sector en Estados Unidos. Como Demna Gvasalia de Vetements en París, Oliver sabe cómo subvertir los códigos del streetwear para ir siempre un paso por delante, también en temas-debate como el del género. Los modelos, entre los que vimos al artista LGBT Slava Mogutin, compartieron un guardarropa tan andrógino como apocalíptico de volúmenes gigantescos.