Balmain al cuadrado

La silueta de Olivier Rousteing en Balmain se cuadricula al mismo tiempo que se enjoya.

Imaxtree

La fórmula y los patrones son exactamente los mismos que hicieron desquiciarse al pobre Christophe Decarnin (¿qué habrá sido de él?) pero se demuestra que de gafados y malditos nada porque aunque el boom de Balmain se produjo allá por 2007 -pocas fueron las que se libraron de comprar vaqueros desteñidos y camisetas con boquetes- la fiebre por esta firma que popularizaron las editoras de moda francesas, suma y sigue.

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La fórmula y los patrones son exactamente los mismos que hicieron desquiciarse al pobre Christophe Decarnin (¿qué habrá sido de él?) pero se demuestra que de gafados y malditos nada porque aunque el boom de Balmain se produjo allá por 2007 -pocas fueron las que se libraron de comprar vaqueros desteñidos y camisetas con boquetes- la fiebre por esta firma que popularizaron las editoras de moda francesas, suma y sigue.

Con su primera colección al frente de la firma, Olivier Rousteing pasó de curso sobrado de créditos y en estos exámenes finales de febrero casi marzo, ha sacado la chuleta mejorando lo aprendido. Sobre las ya clásicas siluetas de pitillos, cazadoras perfecto o minivestidos tupidos de manga larga, este aventajado discípulo ha improvisado chalecos (tipo peto de lo ahuecados), toreras (algunas son minibatas) y blazers de formas exageradamente cuadradas que ha trabajado sobre terciopelo, brocados, cuero o ha embellecido con perlas, cuentas y labores. Todo en colores que ya no son solamente blanco, negro y dorado sino que pasan por el azul verdoso y los empolvados.

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