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De un vistazo: la nueva temporada de primavera en 11 tendencias omnipresentes

La nueva temporada de primavera se acerca y llega cargada de prendas para tentar. ¿Sus armas? El optimismo del color y la funcionalidad.

Los colores saturados. Es innegable que triunfan las prendas cómodas: jerséis de canalé, pantalones holgados, faldas cruzadas, vestidos de punto… Pero esta vez se atreven a teñirse en colores y estampados vistosos que se mezclan sin pudor ni límites de ningún tipo. En la imagen, desde la izda., el optimismo de Christopher John Rogers, Miu Miu y Gabriela Hearst.
Las sudaderas. El chándal no se irá a ninguna parte. Al menos no en un futuro a corto plazo. Sobre las pasarelas (o en las presentaciones en streaming) han sido especialmente ubicuas las sudaderas con capucha: en Givenchy, Balenciaga, Dolce & Gabbana, Celine. En la imagen, las propuestas de Balenciaga, Prada y Nº21.
Los 2000. El regreso de las botas UGG o de los chándales de terciopelo de Juicy Couture es una realidad. Tan evidente como que la nueva década favorita de la moda es la que estrenó siglo y milenio. ¿La inspiración? Paris Hilton o Lindsay Lohan. Dan fe de ello por ejemplo (en la imagen, desde la izquierda) las colecciones de Acne Studios, Balmain y Paco Rabanne.
El ugly shoe. Si existe una certeza en esta época incierta (hablando de estilo), probablemente sea el triunfo de la comodidad. Se impone el calzado poco favorecedor, pero absolutamente funcional: zuecos en Hermès, botas acolchadas en Louis Vuitton, sandalias con muelles en Kenzo, con grandes suelas de goma en Stella McCartney o sandalias en Coach (en la imagen).
El pantalón ancho. El teletrabajo impuso largas jornadas sedentarias en las que era imprescindible contar con un pantalón cómodo. Más allá de los joggers o de los modelos de punto, varios diseñadores apuestan por un patrón XL que bebe inspiración de los años ochenta: Louis Vuitton, Chloé, Ambush, Chanel...
Los bolsillos. Entre la funcionalidad y la estrategia de mercadotecnia: las grandes firmas presentan un bolso para cada elemento. Desde la izquierda: para guardar monedas en Max Mara, para colgar los guantes en Fendi, para llevar la acreditación en Chanel o la botella de agua en Versace.
El vestido para el día. Tampoco tiene intención de irse muy lejos el vestido que puede con todo. No oprime para trabajar desde casa y sirve para salir a la calle sin pensar. Se decantan por modelos bucólicos pero versátiles los tres de la imagen: Valentino, Batsheva y Celine.
Las hombreras. Las variaciones en la silueta, generalmente más sutiles que un simple cambio de tendencia, se centran en la parte superior del cuerpo. Desde hace ya algunas temporadas las hombreras y las mangas abullonadas aumentan el volumen de esta parte del cuerpo para dotarla de protagonismo. En primavera se mantiene la dirección: ya sea con las chaquetas afiladas de Balmain (en la foto) Balenciaga o Givenchy o con las mangas grandilocuentes de Loewe o McQueen.
Los pendientes. Tras años de excesos ahora este accesorio se recorta el largo (no conviene engancharlos con la mascarilla) y toma la forma de las letras más celebres: la doble C de Chanel, las iniciales cruzadas de Dolce & Gabbana o el logo de Fendi, obra de Karl Lagerfeld.
La túnica sobre el pantalón. Entre las indulgencias que se permite la comodidad regresa un recurso de estilismo que hace cuatro años ya se impuso en las imágenes de street style: el vestido con pantalón. Eso sí, esta vez no se busca la foto, sino las bondades en materia de bienestar de lucir prendas holgadas (y quizá, también, hacer un guiño a los mercados de moda modesta). En la imagen, desde la izquierda, Ambush, Marina Moscone y Kenneth Ize.
El tejido de red. Las texturas extravagantes se encuentran entre las pocas concesiones a lo superfluo que concede la temporada. Eso sí, solo para deleite del que lo lleva. Grandes prendas tricotadas en Bottega Veneta, plisados en Versace, drapeados en Khaite o acabados artesanales en Kenneth Ize o Loewe. En Hermès, Nanushka o Balenciaga (en la foto, desde la izquierda) proponen la red.