Naguisa, la firma catalana que ha revalorizado la alpargata y que triunfa en Corea del Sur
Detrás de la marca hay una diseñadora industrial y un arquitecto con una clara visión: reivindican el legado artesanal del calzado más mediterráneo del armario y subrayan la creatividad frente a los anodinos modelos de siempre.
En 2010 el panorama no era muy halagüeño para los miles de jóvenes que empezaban a incorporarse al mercado laboral. En aquel año, la tasa de desempleo de jóvenes menores de 25 años alcanzaba el 40%, según publicaba el diario EL PAÍS. Muchos abandonaron España para trabajar en el extranjero. Esa dicotomía de quedarse o marcharse fuera en busca de oportunidades también pasó por la mente de Claudia Pérez Polo y Pablo Izquierdo López. Ella es diseñadora industrial y él arquitecto. Apost...
En 2010 el panorama no era muy halagüeño para los miles de jóvenes que empezaban a incorporarse al mercado laboral. En aquel año, la tasa de desempleo de jóvenes menores de 25 años alcanzaba el 40%, según publicaba el diario EL PAÍS. Muchos abandonaron España para trabajar en el extranjero. Esa dicotomía de quedarse o marcharse fuera en busca de oportunidades también pasó por la mente de Claudia Pérez Polo y Pablo Izquierdo López. Ella es diseñadora industrial y él arquitecto. Apostaron por permanecer en España y se adentraron en un proyecto relacionado con el mundo del calzado, una iniciativa que se materializó en la firma Naguisa, una marca que más de diez años después de su nacimiento triunfa dentro y fuera de nuestras fronteras. “Todo empezó con un curso de calzado a mano que hicimos en Barcelona. Yo vengo de tradición zapatera, mi padre trabajaba en el sector del calzado, tenía zapaterías, era tendero”, explica a S Moda Pérez Polo, cofundadora de Naguisa, sobre el origen de la firma. “Mi padre en ese momento nos dijo que no encontraba una oferta de alpargatas diferentes en el mercado, llevaba muchos años viendo siempre lo mismo”, rememora. Y animados por la idea se lanzaron, con apenas 27 años, a crear un proyecto propio vinculado al calzado, en concreto al calzado artesanal que en su origen vestían los campesinos más humildes y que ha terminado por convertirse en un éxito estival que trasciende nuestras fronteras.
En palabras de Claudia, “la alpargata es un producto muy tradicional de nuestro país, muy artesanal. Empezamos a ver cómo se fabricaba, visitamos talleres y nos conquistó. Hicimos un pequeño muestrario con un testeo en el mercado nacional, funcionó y el siguiente año nos fuimos a una feria internacional”. Era 2012, un año clave en la historia de la marca. Hasta entonces los dos fundadores habían compaginado otros trabajos con Naguisa, pero tras su paso por una feria internacional celebrada en París, donde recibieron encargos de Japón y diferentes pedidos de Europa, comprobaron que el proyecto iba en serio. “Con las alpargatas encontramos nuestro nicho de mercado y empezamos siendo una marca de verano, solo diseñábamos este calzado”.
De Barcelona a Japón y Corea del Sur
El nombre de la marca nos invita a viajar a más de 10.400 kilómetros de distancia de Barcelona, donde está asentada la firma, para llegar a Japón. “Naguisa es un nombre japonés que se refiere al trazo que deja la espuma del mar en la orilla. El término lo conocimos porque en Barcelona, el reciento ferial lo diseñó Toyo Ito, un arquitecto japonés. Ideó unos bancos para esa feria que tienen forma de onda, y ese banco se llama Naguisa. Nos enamoró el significado de la palabra”, explica. El simbolismo del mar encaja a la perfección con el calzado más mediterráneo del armario, un diseño que según Pérez Polo se ha puesto en valor en los últimos años. “La alpargata es un producto que se ha revalorizado muchísimo en la última década. Nosotros cuando empezamos poníamos pieles de calidad en el forro, no se ven pero es donde está el contacto con el pie para que transpire. También diseñábamos la caja y en las fábricas nos decían, ‘eso no lo vas a vender a ese precio porque nadie te lo va a comprar’. Antes se tendía a abaratar lo máximo posible y se concebía la alpargata como un producto muy asequible porque antiguamente lo hacían las abuelas en su casa. En estos últimos diez años se ha revalorizado la alpargata en el mercado nacional, antes se valoraba fuera pero ahora aquí también”.
La prueba de la buena acogida de Naguisa se reflejó pronto en su catálogo, que empezó a diversificarse en 2014, cuando lanzaron al mercado sus ya emblemáticas sandalias trenzadas, un diseño “manual y artesanal” vinculado también a la tradición zapatera de la región.
El país extranjero que más ha conectado con las propuestas de Naguisa es Corea del Sur. Según explican “empezamos hace seis años a trabajar con ellos y hoy es uno de nuestros mercados principales”. Tanto es así, que tienen una cuenta de Instagram dedicada en exclusiva a su público coreano. Claudia considera que el éxito tiene que ver con la concepción que se tiene en el país asiático del producto artesanal. “Además nuestro calzado es cómodo, son diseños muy funcionales. Es para usar en el día a día y la peculiaridad de que sea artesanal les atrae mucho, el tema de lo natural lo valoran mucho”.
Sortear los obstáculos del sector del calzado
La exportación supone el 70% del volumen de negocio de la firma, con Italia y Estados Unidos como otros mercados relevantes. “Como mercado único el más consolidado es el nacional”, apuntan. Y afirman que su fuerza sigue en el punto de venta físico, con sus diseños distribuidos en tiendas multimarca y en zapaterías especializadas: “Entre el 60 y 70% es en venta en punto físico, distribución física y entre el 30 y 40 el digital”. En estos diez años han abierto una tienda física, ubicada en Ciutadella de Menorca – “un proyecto un poco personal por la vinculación que tenemos con la isla”– y han ampliado el equipo hasta contar con un total de 13 personas. Pero quizá lo más significativo es que ya no se limitan a las colecciones de verano. Para estimular el crecimiento de la empresa, desde hace tres años apuestan por líneas invernales, con zapatillas confeccionadas en Portugal. La fabricación del resto del calzado se reparte en distintos puntos de nuestra geografía, como La Rioja, donde se elaboran las alpargatas cosidas a mano, o Alicante (Elda y Elche) para las sandalias trenzadas.
La creatividad de la firma, reflejada en el diseño de sus modelos, pero también en el concepto de la marca y su posicionamiento como sello independiente, es uno de los rasgos distintivos de Naguisa. La compañía transmite su filosofía no solo a través de sus alpargatas y sandalias, sino con las listas de Spotify que comparten con su comunidad o con las novedades publicadas en el magazine de la firma, donde se aglutinan entrevistas, tutoriales o se desvelan partes del proceso de fabricación de sus diseños. Si fundar una firma en España ya es un desafío en sí mismo, los últimos años han traído consigo obstáculos añadidos. Naguisa sobrevivió a la pandemia, todo un logro si tenemos en cuenta la debacle sufrida por el sector textil, con la destrucción de 35.000 puestos de trabajo y el cierre de 17.000 tiendas, de acuerdo a datos de Acotex, y ahora capea el temporal que se cierne sobre la industria del calzado debido a la subida de precios. “Nos ha afectado mucho la inflación, desde hace dos años. Ahora es cuando el consumidor final lo esta viendo repercutido, pero desde hace dos años las pieles y los tintes han subido. Y la subida de luz ha afectado a todas las curtidurías de piel, ha habido fábricas que igual han tenido que cerrar porque no podían sostenerse”. Y a ello se suma la problemática añadida de trabajar con mucha antelación: “Empezamos a diseñar un año y medio antes de que la colección salga al mercado y con la fluctuación de los precios los materiales tienen un coste que cada seis meses va cambiando”. Paso a paso, Naguisa sigue caminando y de cara a la nueva temporada desafía los escenarios sombríos con vibrantes chutes de color, presentes en su colección de alpargatas bordadas o sus sandalias de tonos vitamina, con un guiño en las tendencias pero sin renunciar a sus particulares códigos estéticos.