Muere Joana Biarnés: esta es la última entrevista que concedió en su casa
Pionera del fotoperiodismo, su trabajo fue una inestimable crónica social de la España del franquismo y la Transición. Tras su muerte a los 83 años, recuperamos el testimonio que concedió a S Moda en 2016.
Sus últimas fotos muestran la cara amable de jóvenes con parálisis cerebral. Son en blanco y negro, como siempre. «Sigo pensando en blanco y negro. Juego con el color a través de la gama de grises», nos dice. Volver a disparar y disfrutar de reconocimiento, 30 años después de dejar el oficio, la hace feliz.
Este mes, espera el estreno oficial de Una entre todos, documental de Jordi Rovira y Óscar Moreno, y una exposición en PhotoEspaña. «Ahora empiezo a creerme que he debido hacer algo que ha merecido la pena», confiesa. Quizá el espíritu perfeccionista de su padre haya influid...
Sus últimas fotos muestran la cara amable de jóvenes con parálisis cerebral. Son en blanco y negro, como siempre. «Sigo pensando en blanco y negro. Juego con el color a través de la gama de grises», nos dice. Volver a disparar y disfrutar de reconocimiento, 30 años después de dejar el oficio, la hace feliz.
Este mes, espera el estreno oficial de Una entre todos, documental de Jordi Rovira y Óscar Moreno, y una exposición en PhotoEspaña. «Ahora empiezo a creerme que he debido hacer algo que ha merecido la pena», confiesa. Quizá el espíritu perfeccionista de su padre haya influido en la severidad del análisis. «Recuerdo que mientras revelaba una sesión con él apareció una toma muy buena de una gran jugada de fútbol. Se la enseñé, esperando su felicitación, y me dijo: “No te conformes nunca. Después de un éxito has de buscar otro”».
La casa de Joana Biarnés es confortable, y las vistas al jardín tiñen de verde la mirada. En el salón buscamos referencias que delaten que en él vive la primera mujer en lograr (con su cámara) una posición relevante en un mundo de hombres, pero a Joana no le gusta exponer sus fotos. Solo varios libros de fotografía dan la pista de su pasión. «Recuerdo todas las que he hecho», admite. «No necesito verlas». Catalogados con precisión, cientos de negativos están archivados en su estudio; un desfile de acontecimientos y personalidades: Orson Welles, Arthur Rubinstein, Audrey Hepburn, Yul Brynner, Raquel Welch… y españoles como Marisol, Massiel, Raphael, la duquesa de Alba o Dalí… «Tuve que ganarme a la gente como fotógrafa y como mujer. En aquel momento no era corriente que apareciera una joven cargada de cámaras y empezara a dar órdenes. Era importante transmitir que iba de buena fe y que quería hacerlo bien».
El día que tomó la decisión de dejar la profesión lo recuerda como el más triste de su vida. «Fui tajante porque se estaba perdiendo aquello por lo que tanto había luchado», justifica. El detonante fue un reportaje sobre un enfermo de cáncer de garganta que, superada la enfermedad, animaba a otros a asistir a una terapia. Joana tenía ya su propia agencia. Cuando llegó al despacho del director de la revista, este le tiró las fotos sobre la mesa con el comentario: «Esto no vende». «Me enseñó unas imágenes de Lola Flores disfrazada de rey mago y lo entendí todo. Lo que yo pretendía era utilizar la difusión de las revistas de color para temas de calado social, pero no tenía futuro y preferí dejarlo». Vendió sus máquinas de un día para otro y cumplió un viejo sueño: montar un restaurante en Ibiza, Cana Joana, que visitaron todas las celebridades que pasaban por la isla. Una de ellas fue Roman Polanski: «Vino una noche a cenar y le expliqué que yo era la autora de las fotos que le habían hecho años atrás en Marbella mientras hacía esquí acuático. El periodista José Luis Navas y yo nos habíamos acercado a él como una pareja corriente, lo invitamos a navegar, y conseguimos el reportaje. Se quedó sorprendido, parecía que no lo recordara, pero hizo un gesto asertivo y me dijo: “Buen trabajo”».
El bombazo Biarnés
Los plumillas la respetaban. Todos querían trabajar con ella: «Me costó hacerme un sitio, defenderme de los policías que no me dejaban entrar en el Congreso o de los árbitros que me echaban del campo, pero nunca tuve ningún problema con mis colegas, era una periodista más que luchaba por la primera página».
Trabajos memorables que revive con nosotros: «Un día nos llegó la noticia de que en el Colegio San Fernando de Henares se trataba mal a cierto tipo de niños. José Luis Navas y yo fuimos a la hora del recreo, preguntamos por el niño castigado y lo encontramos sentado en un rincón con un poco de sangre todavía en el oído. Una estampa dolorosa. No quiso hablar, estaba atemorizado. Hicimos las fotos y nos dirigimos a la dirección del centro: «Al fin y al cabo, son hijos de soltera», dijeron. El director de Pueblo, Emilio Romero, lo publicó con esa declaración como titular. La reacción no se hizo esperar: se recibió una llamada de Franco, la extrema derecha empezó a perseguirnos y Romero nos envió a Finlandia. Volvimos con un montón de reportajes».
El auténtico bombazo llegó con los retratos de los Beatles en su habitación de hotel. «Fue en el 65, acudí con Hermida a la rueda de prensa, pero no conseguí la foto. Lo volví a intentar sin éxito en el avión a Barcelona. Finalmente, llegué hasta la puerta de su habitación en el Avenida Palace, llamé y me abrió Ringo». El resto es historia: una sesión de tres horas con Paul, John, George y Ringo. «Ahora me parece una hazaña, pero se comportaron de una manera tan sencilla y fueron tan encantadores, que olvidé ante quiénes estaba». El éxito se cifró en que Joana pasó de ganar 19 pesetas por foto publicada a formar parte de la plantilla en el diario Pueblo.
Estilo propio
Falda tubo, cintura de avispa y tacones. Así era el «uniforme de trabajo» de esta amante de la moda: «Nunca me hice la marimacho para poder introducirme con más facilidad», reconoce. «Me encantaba la moda, pero las sesiones eran muy escasas y no había dinero. Puede que tenga cinco abrigos de piel, entre ellos un visón largo, porque me pagaban con pieles y eso no podía ser».
A pesar de ello, trabajó para La Moda en España, que dirigía Pilar de Avia, e hizo los cuadernillos de moda del diario. «Además de los especiales de primavera-verano y otoño-invierno, procurábamos hacer otros temas aprovechando la actualidad. Cuando se estrenó Bonnie y Clyde, hablé con Juanjo Rocafort y le propuse que hiciera unos cuantos vestidos (La moda Bonnie and Clyde) para publicarlos en el periódico. Se realizó la sesión y él vendió los modelos en su tienda de la calle Goya. En otra ocasión, nos inspiramos en las casacas de Sgt. Pepper’s de los Beatles que una anticuaria nos trajo de Londres».