Adiós a las modelos mustias: la moda quiere aprender a sonreír
Los semblantes serios que dominan pasarelas y campañas están dejando paso, poco a poco, a gestos más amables e incluso carcajadas. ¿Será una tendencia pasajera o la alegría ha llegado para quedarse?
«La moda me ha robado la sonrisa», aseguraba Victoria Beckham en una irónica camiseta creada para reírse de sí misma. La máxima popularizada por la diseñadora con alergía a las muestras de alegría bien podría aplicarse al resto de la industria. Tal y como explicábamos en un artículo titulado ...
«La moda me ha robado la sonrisa», aseguraba Victoria Beckham en una irónica camiseta creada para reírse de sí misma. La máxima popularizada por la diseñadora con alergía a las muestras de alegría bien podría aplicarse al resto de la industria. Tal y como explicábamos en un artículo titulado ¿Por qué las modelos desfilan tan serias?, las posibilidades de encontrarse con maniquíes sonrientes en pasarelas y campañas son infinitamente menores que las de toparse con semblantes severos, preocupados o incluso con signos de enfado. Al menos, hasta ahora. Poco a poco parece que la moda quiere alejarse de su faceta más seria y elitista para enseñar dientes. «La moda debe ser divertida así que divirtámonos”, que decía la propia Beckham.
No es que de repente las marcas hayan dejado de solicitar a las modelos sus posados más imperturbables. De hecho aún pueden observarse en gran parte de las campañas y desfiles. Sin embargo, es fácil darse cuenta de que en los lookbook que presentan la ropa en las tiendas online de firmas como Zara, Mango o Reformation cada vez se cuelan más gestos amables, caras sonrientes y hasta carcajadas. También en los desfiles de marcas como Jacquemus o en las cuentas de Instagram e imágenes de street style de ciertas influencers. ¿Por qué este repentino cambio de semblante?
Tradicionalmente la moda ha defendido un rictus altivo para que las prendas pareciesen inalcanzables y transmitieran sobriedad y saber estar al tiempo que se limitaba la atención del cliente a la ropa, sin distracciones. También representaba valores como que «el producto es serio y de calidad», según sostenía a S Moda Esther García Capdevila, directora de casting de la semana de la moda de Madrid y de la pasarela 080 de Barcelona. «Muchas firmas prefieren que las modelos no interpreten, para que no desvirtúen el significado de la colección”, asegura. Sin embargo es una tendencia que, en su opinión, «lleva muchos años y va desapareciendo porque resulta aburrido».
En un escenario en el que los virales sobre la moda y sus personajes son constantes (cuentas como la de @siduations o hey_reilly son buenos ejemplos), las marcas se están dando cuenta que es mejor reírse de sí mismas antes de que lo haga el resto. Bimba y Lola ha perdido el miedo a hacer gifs con modelos con los dientes negros para celebrar Halloween o a bromear con la desesperación que causa el comienzo de rebajas. Otras como la británica Shrimps dan una lección de ironía preciosista en sus redes sociales a diario. Las marcas han reparado en que los consumidores, los millennials sobre todo, demandan algo más que prendas atractivas. También quieren identificarse con la firma en la que están comprando. Por eso cada vez más marcas se posicionan políticamente o sustituyen las estudiadas poses de antaño por la frescura de los saltos, las sonrisas y la exaltación de la felicidad en todas sus formas. Suficientemente desoladora es la situación geopolítica global como para añadir más tristeza a algo tan lúdico como la moda, pensarán.
La periodista e influencer parisina Sabina Socol, que suele sonreír en todas sus fotos, explicaba a la publicación Who What Wear el motivo: «La moda no es algo tan serio. Es una industria, para algunas personas es un trabajo; pero aún así, está destinada a traer belleza y diversión al mundo». Un mensaje que, siguiendo la estela de las firmas de cosméticos que siempre han mostrado una cara más amable, cada vez están siguiendo más enseñas de moda y prescriptores (Leandra Medine, al frente del blog Man Repeller es otro buen ejemplo desde hace años).
El cambio de paradigma se está produciendo paso a paso y a cuenta gotas. Las campañas principales de las firmas –tanto de lujo como low cost– aún se resisten a abrazar la alegría en todas sus manifestaciones. En las fotos de sus tiendas online, sin embargo, los rostros tristes que hace algunas temporadas levantaron polvareda se van intercalando con un buenrollismo más propio de quien quiere que sus clientes pasen por caja felices y contentos. Seguramente la tendencia se vaya extendiendo a toda clase de imágenes y firmas hasta que, de nuevo, vuelvan tiempos más sobrios (ya se sabe que todo es cíclico). Mientras tanto solo falta que la moda le devuelva a Victoria Beckham la sonrisa que le robó. Aunque puede que no le haga falta para hacernos reír al resto.