Modelos en pie de guerra
Los maniquíes masculinos se quejan de la desigualdad salarial pero ellas también sufren las prácticas de una industria opaca.
David Gandy está harto de volar en turista, mientras ve a sus compañeras estirar las piernas en clase business. De hecho, está harto también de que nadie sepa quien es “David Gandy”. En la industria, y fuera de ella, es más conocido como “el tipo del slip blanco en el anuncio de Dolce&Gabbana”. Exacto, el de la colonia Light Blue, fotografiado en Capri.
La campaña convirtió a Gandy, inglés nacido en Essex, en uno de los modelos masculinos más cotizados en publicidad pero sus tarifas siguen estan...
David Gandy está harto de volar en turista, mientras ve a sus compañeras estirar las piernas en clase business. De hecho, está harto también de que nadie sepa quien es “David Gandy”. En la industria, y fuera de ella, es más conocido como “el tipo del slip blanco en el anuncio de Dolce&Gabbana”. Exacto, el de la colonia Light Blue, fotografiado en Capri.
La campaña convirtió a Gandy, inglés nacido en Essex, en uno de los modelos masculinos más cotizados en publicidad pero sus tarifas siguen estando lejos de la de ellas. En una entrevista reciente al Daily Mail, Gandy se queja: “¿Por qué las modelos cobran cuatro veces más que los modelos por la misma campaña? Respeto absolutamente como se ven ellas. Aparecen con sus tipos financieros, sus managers, sus agentes, trabajan para mantener su marca. Siempre ha sido una industria femenina y muchos modelos masculinos tratan el asunto como una broma, no se lo toman en serio, no ven el negocio del asunto. Yo no soy así”.
A Gandy tampoco le hace gracia que las principales marcas de moda y cosméticos recurran a actores y futbolistas para sus campañas. Le gustaría que David Beckham, Jude Law y Brad Pitt se dedicaran a lo suyo. “Ya es bastante duro para los modelos”, declara en la misma entrevista. EL chico D&G se ha autoerigido en una especie de líder sindical de los chicos, o por lo menos de sí mismo, y exige un tratamiento similar al de sus compañeras: “desde hace un año o así, a mí también me ponen en business. He tenido que hacer cientos de trabajos en los que iba directo del avión, sin dormir, a algún rodaje o sesión fotográfica”.
El anuncio de colonia, por cierto, le cambió la vida. Antes se dedicaba sobre todo a hacer trabajo poco lucido, en catálogos. Eran los días en los que Hedi Slimane había impuesto un canon de chico escuchimizado en las pasarelas. “Yo no cabía en esos pantalones de Dior”, explica Gandy, que a menudo rompía las prendas por estar demasiado musculado.
El británico no es el único maniquí masculino que se ha quejado recientemente. Benjamine Bowers ha anunciado que denunciará a la marca Abercrombie & Fitch por enviarle a un manager de modelos que le pidió que se masturbase ante la cámara. Según Bowers, el agente, llamado Brian Hillburn, le aseguró que solo si se relajaba de esta manera podría conseguir de él la expresión beatífica que buscaba para sus fotos de promoción. El modelo sospechó que algo raro pasaba (o que Hillburn estudió en la misma escuela de fotografía que Terry Richardson) cuando el agente le pidió más tarde que comparasen el tamaño de sus penes. El caso es que ahora le pide a la marca que se lo recomendó, y que es famosa por utilizar tantos hombres objeto como mujeres objeto en sus tiendas (en las que los dependientes-animadores casi siempre van sin camiseta), un millón de dólares en materia de compensación. Abercrombie &Fitch tiene el dudoso mérito de ser la marca que más y más notoriamente ha hecho por la causa del hombre objeto. Cuando abrió su última tienda en París el pasado mes de mayo, envió un ejército de 101 modelos masculinos sin camiseta a desfilar por los Campos Elíseos.
Como reconocía el propio Gandy, la carrera de los modelos masculinos es más longeva que la de ellas (sin contar a las top, de los 90 y hasta de los 70, como Lauren Hutton, que son una marca en sí mismas). Y de hecho, los que están en la cumbre y se reparten las mejores campañas, entre ellos el propio chico D&G y los españoles Jon Kortajarena y Andrés Velencoso, llevan anclados ahí desde hace años. Pero en los escalones inferiores, la realidad es bastante distinta. Su salario puede ser tan solo de unos 100 euros o incluso unas prendas de ropa por un reportaje en una revista y es en general unas cuatro veces inferior al de las mujeres. La mayoría lo trata como un hobby que dura una temporada, algo que se compagina con otros trabajos o con los estudios.
No es habitual oír a los modelos, masculinos o femeninos, quejarse por sus condiciones de trabajo, pero algunos, también las mujeres están empezando a romper los códigos de silencio que a menudo imperan en una industria de prácticas a veces dudosas, que emplea a personas personas jovencísimas (menores, en un enorme porcentaje) que muchas veces quedan atados de pies y manos a sus agencias. Durante la última semana de la moda en Nueva York se desató una polémica cuando se reveló, a través del blog de la modelo de 17 años Haile Hasbrook, que algunas de las principales casas de moda ni siquiera pagan a sus modelos por jornadas de tabajo que se pueden alargar más de 20 horas, si la modelo hace looks (servir como maniquí humana para los arreglos) además de pasarela. Marc Jacobs, por ejemplo, paga a las modelos en especie, es decir en ropa, pero no en dólares. El propio Jacobs lo admitió y defendió su modelo salarial en Twitter: “Las modelos cobran en especie. Si no les gusta, que no lo hagan”.
La ex modelo y ahora periodista Jenna Sauers lleva años denunciando el modelo de explotación de las agencias, que contratan a las niñas-modelo que descubren y les pagan sueldos que en realidad son adelantos deducidos de sus supuestas futuras ganancias. Muchas de esas chicas acaban, como la propia Sauers, contrayendo enormes deudas con Ford o Elite. Visto lo visto en el caso de Jacobs, que un modelo esté muy solicitado no implica que gane mucho dinero, ya que las principales casas se basan en la noción de que trabajar para ellas ya es prestigioso y beneficioso para el profesional. Sauers, que adquirió una deuda con Elite de casi 6.000 dólares en solo un verano de trabajo, apunta en uno de sus artículos: “la mayoría de las modelos no tienen las ventajas que yo tuve en la vida, una famlia de clase media en el primer mundo, conocimiento del inglés, un diploma de secundaria (…) No era una hica de 17 años de Lituania con una deuda equivalente al salario anual por cápita de mi país. No era una polaca de 15 años que tiene que escoger entre los exámenes de su escuela o hacer un reportaje que dará de comer a su familia”.