Cuando las zapatillas se subastan por millones: el universo ‘sneaker’ como activo cultural
¿Por qué la zapatilla entra en los museos y protagoniza subastas millonarias?
El cuadro más caro de Tàpies, Gran ocra amb incisions, se vendió hace cinco años en Christie’s por 2.059.824 euros. El mes pasado la otra gran casa de subastas, Sotheby’s vendió un par de zapatillas (las primeras Yeezy de Kanye West para Adidas, lanzadas en 2008) por un poco menos, en concreto por 1.843.000 euros. En el otro extremo, están las nuevas zapatillas de Gucci, cuyo valor de mercado se sitúa en menos de 20 euros. Muy baratas, si no fuera porque no existen en el mundo analógico, son solo virtuales. En ambos casos, independientemente del precio, los dos ejemplos señalan que la...
El cuadro más caro de Tàpies, Gran ocra amb incisions, se vendió hace cinco años en Christie’s por 2.059.824 euros. El mes pasado la otra gran casa de subastas, Sotheby’s vendió un par de zapatillas (las primeras Yeezy de Kanye West para Adidas, lanzadas en 2008) por un poco menos, en concreto por 1.843.000 euros. En el otro extremo, están las nuevas zapatillas de Gucci, cuyo valor de mercado se sitúa en menos de 20 euros. Muy baratas, si no fuera porque no existen en el mundo analógico, son solo virtuales. En ambos casos, independientemente del precio, los dos ejemplos señalan que las deportivas son mucho más que un tipo de calzado; son activos intangibles o, como explicaba el filósofo Walter Benjamin, poseen un aura, algo indefinible, un «aquí y ahora», decía, que solo poseen ciertas expresiones culturales canónicas, como las obras de arte.
Hablar del arte de la zapatilla no es hacer comparaciones desmedidas. No solo porque algunas salgan a subasta o muchas se comercialicen en drops o tiradas muy pequeñas a las que solo saben acceder los expertos (la no reproducción y la mística del entendido son ambas nociones ligadas a lo artístico), sino también porque ya han completado el ritual de cruzar el umbral del museo.
Sneakers Unboxed, la exposición que se puede ver hasta octubre en el Museo del Diseño de Londres, no es la primera que se les dedica (de hecho, ya protagonizaron, entre otras, una muestra en el Museo de Brooklyn en 2005), pero quizá sí la más completa porque, como explica su comisaria, Ligaya Salazar, «se estudia su trascendencia desde varios puntos de vista: el social, el de la innovación científica o el histórico». La zapatilla es en 2021 un objeto de estudio transversal más cercano al icono cultural y artístico que al mero objeto de moda. Al fin y al cabo, puede ser un prodigio de la técnica y a la vez condensar la expresión social de un colectivo; simbolizar la épica del héroe, del deporte o de la música, y abrir el camino a materiales y procesos de producción textil alternativos. Mover casi dos billones de euros anuales solo en reventas oficiales, según datos de la consultora NPD, y conservarse en la vitrina de una galería para ser admirada desde la distancia. «Ni siquiera cuando vamos a comprarnos unas atendemos solo a lo práctico. A diferencia de otras prendas o calzado, cuando nos compramos unas zapatillas buscamos una marca concreta, un modelo concreto y, algunos, hasta un año concreto de creación», apunta Salazar. Historia y sociología a nuestros pies.