¿Y si Nicole Kidman tampoco quiere salir de casa?: cómo el hipercontrol de la imagen podría matar la alfombra roja
La Academia ha pedido a los invitados a los Oscar que, por favor, se vistan para la ocasión. Pero un año de ceremonias en remoto en el que cada estrella ha controlado al milímetro sus apariciones puede dar lugar a un gran cambio en la clásica alfombra roja. Habrá glamour, sí, pero quizá de otro tipo.
Un atuendo «inspirador y aspiracional». La Academia ha enviado una carta a los 170 invitados que asistirán a la ceremonia de los Oscar el próximo domingo por si quedaba alguna duda de que, tras este año de galas el remoto, el show debe continuar. «Si quieren ir formales, está muy bien, pero no casual», continúa el escrito, refiriéndose, quizás, a esos ‘estilismos’ que medio planeta ha presenciado en los últimos meses, como...
Un atuendo «inspirador y aspiracional». La Academia ha enviado una carta a los 170 invitados que asistirán a la ceremonia de los Oscar el próximo domingo por si quedaba alguna duda de que, tras este año de galas el remoto, el show debe continuar. «Si quieren ir formales, está muy bien, pero no casual», continúa el escrito, refiriéndose, quizás, a esos ‘estilismos’ que medio planeta ha presenciado en los últimos meses, como el pijama (de Prada) de Jodie Foster o la sudadera de Jason Sudeikis en los Globos de Oro. Tampoco posarán con mascarilla, aunque desde la organización reiteran que se cumpliran todas las medidas de seguridad y que se eliminarán o se reducirán al mínimo algunas de las tradiciones de la alfombra roja, como el grupo de reporteros apostados a las puertas para preguntar a las actrices el clásico ‘¿qué llevas puesto?’. Porque una cosa es reducir a las celebridades al vestido y su firma (hace un par de ediciones se reivindicó lo contrario desde el hashtag #askhermore) y otra muy distinta cortar de raíz con un negocio que interesa, y mucho, a los personajes, a las marcas y hasta a la propia Academia. ¿Cuánta gente no aficionada a la moda se acerca a ella a través de una alfombra roja? Es más, ¿cuántos ven, nos guste o no, la ceremonia para admirar el estilo de sus invitados?
«La alfombra roja es un momento de total fascinación. Es el instante en el que las estrellas se encuentran con la moda, y eso tiene de algún modo poderes mágicos», cuenta a S Moda Giorgio Armani. El diseñador fue el artífice de muchos de los mejores momentos que nos ha legado esta temporada de eventos en remoto. Suyo era el vestido con el que Zendaya recogió el Emmy desde el salón de su casa, el de Ángela Molina recibiendo el Goya de Honor (presencialmente, fue casi la única invitada a la ceremonia) o, más recientemente, el de Nicole Kidman posando en su jardín durante los premios SAG. Kidman, precisamente, expresaba en su Instagram las ganas que tenía «de arreglarse y sentirse glamourosa», aunque fuera para ser fotografiada en el sofá o en el patio.
Pero que el pasado prepandémico vuelva no quiere decir que lo haga de la misma forma. De hecho, en estos doce meses las celebridades han aprendido a ‘acudir’ a los eventos desde casa, y eso les ha permitido lanzar otros mensajes: elegir el escenario, la pose y el plano. «El photocall a veces es muy traicionero. Los nervios, una mala posición, un mal enfoque te pueden jugar una mala pasada», opina Antonia Palleras (Antoinella) estilista de celebridades nacionales como Aitana o Los Javis. Ella tuvo la oportunidad de hacer su trabajo en una alfombra roja de verdad, la de los Premios Feroz (con Teresa Riott) y la de los Goya (con Aitana). «La verdad es que al estar en esta situación los clientes no te piden cosas demasiado ostentosas o llamativas, pero eso no quiere decir que no se pueda arriesgar de otras formas», y reconoce que «todas las sesiones ‘entre bambalinas’ que hemos hecho para redes y medios son muy enriquecedoras. Al final es ahí donde el personaje puede expresarse con naturalidad y enseñar lo que quiere mostrar de él, su actitud, su forma de aparecer ante sus seguidores…», dice.
Los hay que son maestros de las apariciones públicas y saben controlar esa supuesta naturalidad: Cate Blanchett posaba antes de SAG con su smoking de Givenchy y una mascarilla en la cara y Kerry Washington aprovechaba las ventajas de la alfombra roja casera (y de la mano mágica de Law Roach, el estilista del momento) para dejarse fotografiar dentro de la piscina con un vestido a medida de Etro y un gorro de nadar creado también para la ocasión. «Pero creo que muchos, sobre todo los más noveles, se han dado cuenta del poder de su imagen ahora. Al estar casi parados durante un año pero tener que generar contenido han descubierto, de algún modo, el poder de su imagen pública a la hora de relacionarse por ejemplo con su público o de trabajar con determinadas firmas», opina Melania Pan, directora de Pan Creative, un estudio especializado en eventos y dirección de arte para músicos y actores. Es cierto que su trabajo no es vestir bien, y algunos, antes, durante la temporada de premios, solo aspiraban a verse guapos. «Pero ahora además se ha podido cuidar todo más al detalle. Al haber tan poca gala y al tener más tiempo para prepararlo todo se pueden hacer varias pruebas, pedir a más firmas, ensayar… ahora entran más en juego los matices», afirma Antoinella. Para el fotógrafo Papo Waisman, que pasó de ser el fotógrafo oficial de la Academia en los Goya a aprovechar el confinamiento para retratar con calma a músicos y actores jóvenes. «El cambio se ha dado, sí. Porque además son ellos los que generan el tipo de relación o ‘sentimiento’ con el estilista y el fotógrafo cuando hay esa calma. Ellos saben cómo quieren aparecer y confían en ti para que lo hagas. De hecho yo he dado el paso a hacer portadas de discos porque algunas fotos hechas para redes salieron bien. Llevábamos un tiempo en que los eventos e incluso los medios imponían de algún modo el mensaje y hasta la ropa a veces. Eso creo que irá cambiando», comenta.
No obstante, posar, ya sea en una alfombra ‘enlatada’ o en una en ‘directo’ sigue siendo un negocio muy lucrativo. No solo porque los contratos de ciertas celebridades con las marcas puedan llegar a las siete cifras, también porque una buena aparición pública firma muchas campañas. Con la alfombra roja ocurre como con los desfiles, pese a que el común de los mortales nunca pueda disfrutarlos in situ, genera mucha más fascinación ver un directo que un diferido. «Sé que suena e incluso parece raro pensar en la atracción que genera un actriz con un vestido de ceremonia sin tener a dónde ir, y ni siquiera sin un paparazzi que capte el momento, pero lo que se ha estado haciendo tiene sentido: es una invitación a seguir imaginando, incluso escapando. En cierto sentido, es un recordatorio del poder de fascinación que ejercen la moda y el cine. Así que para mí esa es la prueba de que las alfombras rojas siguen siendo relevantes», opina Giorgio Armani. Y más, si cabe, ahora. «Por los proyectos que tenemos en marcha y por las conversaciones que he tenido, creo que las celebridades están deseando vestirse e ir a eventos presenciales. El regreso va a ser potente, porque se dan las dos circunstancias: hay ganas de trasmitir con la ropa y ahora, además, muchos saben cómo hacerlo», añade Melania Pan.
Las estrellas ya saben que el próximo domingo no pueden ir en chándal y zapatillas, pero eso no quiere decir que no puedan lanzar otros mensajes con su atuendo, ahora que la situación social es la propicia y que, por primera vez en años, el público está predispuesto a la sorpresa. «Creo que hay mayor control, pero de otro tipo», opina Juan Marrero, relaciones públicas de marcas de lujo. «Antes el ‘control’ tenía que ver con la presión social, por eso en los últimos años todo nos parecía aburrido y la mayoría vestían de forma similar. Lo que ha pasado con las alfombras rojas caseras es que muchos se han liberado, es decir, el contexto hacía propicio que los famosos se arreglaran pero con otro tipo de vestido, otro tipo de actitud….el control tendrá que ver con eso, con manejar la moda como herramienta de expresión, no con ir simplemente elegante», dice. ¿Será la de los Oscar la primera de muchas nuevas alfombras rojas?. «Yo creo que al menos estos dos modelos convivirán, el de posar al llegar y el de retratarse antes o después de la gala controlando la estética y la actitud. Y está bien que convivan, porque es bueno para la moda. Reivindicamos la vuelta a los estrenos y los eventos porque la cultura es segura. Y la moda también es cultura», sentencia Antoinella.