Vivir sin manchas en la piel es posible
El paso del tiempo en el proceso de envejecimiento, los cambios hormonales, embarazos, determinados medicamentos (antibióticos, anticonceptivos orales o antidepresivos, por ejemplo) y por supuesto la exposición al sol son las principales causas de las hiperpigmentaciones en la piel. Estos factores producen una mayor cantidad de melanina, bien por una distribución irregular de la misma en las células de la epidermis o bien por un aumento de los melanocitos.
“En general las personas con pieles más claras son más propensas. La melanina, responsable del color de la pie...
El paso del tiempo en el proceso de envejecimiento, los cambios hormonales, embarazos, determinados medicamentos (antibióticos, anticonceptivos orales o antidepresivos, por ejemplo) y por supuesto la exposición al sol son las principales causas de las hiperpigmentaciones en la piel. Estos factores producen una mayor cantidad de melanina, bien por una distribución irregular de la misma en las células de la epidermis o bien por un aumento de los melanocitos.
“En general las personas con pieles más claras son más propensas. La melanina, responsable del color de la piel de las personas, es la que protege a las células y a su ADN. Así, en general, mayor pigmentación, mayor protección”, advierte la doctora Adriana Ribé, médico dermatopatóloga y directora de Ribe Clinic.
No siempre se puede evitar la aparición de las manchas, pero con una adecuada protección solar, utilizada con constancia y desde temprana edad (de hecho, desde la infancia), unida a unos buenos hábitos (evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, utilizar sombreros) se podrían ahorrar muchas de ellas.
Aprende a distinguirlas
Pero hay manchas y manchas. Por un lado están los llamados léntigos solares, esas manchas coloreadas que aparecen en las zonas expuestas al sol y tienen una forma redonda de márgenes irregulares. Su origen se relaciona con la edad o con el sol. Por otro está el melasma, una mancha de origen hormonal que tiene una forma irregular y bordes difusos (geográficos). Suele aparecer en el labio, la frente o las mejillas y empeora en verano con la exposición al sol. Luego hay manchas superficiales o arruguitas. Y por supuesto manchas que pueden tener otro origen en otro tipo de enfermedad sistémica.
“Hay que vigilar continuamente los lunares y manchas para ver si cambian de aspecto, porque pueden convertirse en melanomas. Los más frecuentes son los de extensión superficial. Su aspecto es plano e irregular en su forma y color, y presentan sombras variables de negro y marrón. Tienen más posibilidades de padecerlo las personas de piel blanca, ojos azules o verdes y cabello rubio o rojo. Las que se exponen de manera prolongada a altos niveles de luz solar intensa, y quienes han padecido una o más quemaduras de sol con ampollas durante la niñez”, detalla la doctora María José Barba, especialista en Medicina y Cirugía Estética.
Hay un sistema que los expertos llaman ABCDE, que puede ayudar a detectar los posibles síntomas de un melanoma: Asimetría (una mitad del área anormal es diferente de la otra mitad), Bordes (la lesión o el tumor tiene bordes irregulares), Color (el color cambia de un área a otra, con tonos bronce, café o negro y algunas veces blanco, rojo o azul), Diámetro (la mancha suele tener más de 6 mm de diámetro) y Evolución (el lunar sigue cambiando de aspecto).
Por eso antes de lanzarnos al último de los tratamientos que nos propongan ante una pigmentación, hay que hacer un diagnóstico clínico, para conocer cómo es la mancha a tratar y valorar las opciones que existen. Junto a peelings químicos de ácido retinoico o ácido tricloroacético o los llamados “en sándwich” (combinan un láser suave con uno potente) o la crioterapia con nieve carbónica o nitrógeno líquido; el rey de los tratamientos desde hace años es el láser, que se utiliza por los expertos como la solución más eficaz, y se puede combinar con cremas despigmentantes. Depende del tipo de mancha, se utilizará un tipo de láser u otro. El Q- swithched, el Alejandrita de pulso variable (para los léntigos en ambos casos), el láser de CO2 (para lunares), el Fraxel Dual (para el melasma), el Micro Láser Peel (para manchas superficiales)… Muchos de ellos consiguen resultados en la primera sesión.
“En el caso de los léntigos solares, el láser actúa de forma selectiva sobre las células pigmentadas y elimina el pigmento de la lesión. La luz tiene predilección por la melanina y como las manchas tienen melanina las va a destruir. En el caso del melasma el láser favorece a la renovación de la piel, de manera que al ir cambiando la piel vieja por la nueva nos vamos llevando las manchas, al mismo tiempo que facilita la acción del tratamiento despigmentante a mayor profundidad”, señala la doctora Ribé.
Sin embargo, el láser no siempre es imprescindible. “Las mascarillas despigmentantes formuladas de forma personalizada y para cada tipo de macha, son de lo más selectivo y resultan más “participativas” que el laser, porque el paciente puede colaborar en la etapa de mantenimiento (en casa), tras una primera fase ejecutada necesariamente por el médico. Además no solo tratan la mancha localizada, sino también aclaran toda la piel de las zonas tratadas”, indica por su parte la doctora Barba.
Si a la vuelta de estas vacaciones descubrimos con horror que nos han salido manchas, los médicos aconsejan actuar lo más pronto posible, ya que esperar a que se borren por sí solas cuando el bronceado desaparezca es en vano. Con los productos despigmentantes es posible que mejoren en determinadas ocasiones y casos, “pero la cosmética o la dermocosmética llegan hasta donde tienen que llegar y no más, respecto a la potencia de sus formulaciones. Los tratamientos médicos suplen sus carencias, utilizando entre otros métodos el de las fórmulas magistrales, personalizadas a cada zona y cada caso. Su eficacia es máxima”, agrega Barba.
Es conveniente hacer el tratamiento cuando el moreno del verano haya desaparecido, y también es importante ser muy estricto con la utilización de los fotoprotectores después.