¿Una cara bonita? Yo soy artista
Mientras miles de chicas y chicos posan en sus blogs emulando a los grandes tops, ellos, los modelos, continúan con su batalla particular para demostrar que son mucho más que una cara bonita. Y no se trata sólo de un tema personal, poco a poco la multitarea parece ser un plus que conecta al modelo, ese ente moldeable y abstracto, con la persona que hay detrás. El pasado enero Cameron Russell fue muy clara en el vídeo de la charla que dio para TED (ya van más de dos mill...
Mientras miles de chicas y chicos posan en sus blogs emulando a los grandes tops, ellos, los modelos, continúan con su batalla particular para demostrar que son mucho más que una cara bonita. Y no se trata sólo de un tema personal, poco a poco la multitarea parece ser un plus que conecta al modelo, ese ente moldeable y abstracto, con la persona que hay detrás. El pasado enero Cameron Russell fue muy clara en el vídeo de la charla que dio para TED (ya van más de dos millones de visitas): “El aspecto no lo es todo. Créanme, soy modelo”, la tituló. Diez divertidos minutos para desmontar tópicos y dejar ver que aparte de los viajes y conocer a gente interesante, también hay una larga lista de dont’s en esto de posar.
Si durante una época muchas se atrevieron con el mundo de la música con mejor (Carla Bruni) y peor (Naomi Campbell) fortuna, otras en el mundo del cine con más (Diane Kruger) y menos (Cindy Crawdford) acierto, ahora el arte se configura como la disciplina perfecta para pasar al otro lado. “Next Models rompe la tendencia poniendo en el radar a cuatro modelos con talentos extra-curriculares” decía el titular de la revista I-D el verano pasado para anunciar la exposición que la conocida agencia organizó en la Whisper Gallery de Londres con sus modelos. La elección de esa ciudad no fue algo fortuito.
El diseñador y artista español Cristian Zuzunaga, conocido por sus icónicos estampados de píxeles que decoran productos de Moroso, Nanimarquina y la Tate Gallery, nos cuenta por teléfono como Londres era la ciudad en la que se sentía más cómodo trabajando como modelo: “Te incluían en el proyecto, formabas parte del equipo” recuerda. Es algo que queda lejos: han pasado más de diez años desde que, en el punto álgido de su carrera, decidió dejar la profesión y empezar de cero. “Me pagaban bien, pero me sentía vacío. Me compré una cámara, empecé a escribir y volví a estudiar.” En su biografía no hay ninguna mención a su pasado como modelo. “Cuando explicaba que era modelo podía sentir el rechazo de la gente. Una década después lo he digerido y ahora empiezo a verlo como algo muy positivo. De hecho esos primeros viajes de trabajo fueron el motor de todo lo que vino después. Y quién sabe, a lo mejor incluso yo podría acabar siendo la imagen de mi propia marca”.
Si bien dibuja desde que tiene uso de razón, Albert Madaula empezó a trabajar como modelo a los veintidós.
Carlos Moreno González/ Cortesía de Albert Madaula
Si bien dibuja desde que tiene uso de razón, Albert Madaula empezó a trabajar como modelo a los veintidós: “Ejercer este arte colectivo y vivo me gusta como contraste a la introspección y la soledad del dibujo y la pintura.” Para él posar ante las cámaras parece haber sido más que una profesión una experiencia artística que sumar a las muchas que pueblan su intensa biografía: editor de su propia revista, fotógrafo, actor, guionista…Madaula explica que su faceta de de modelo ha tenido un peso importante en su obra: “ese periodo intenso con la moda me ha marcado con su elegancia desenfadada y su pulcra rebeldía”.
La joven holandesa Milou Maass combina actualmente su profesión de modelo, que ejerce desde los quince, con su pasión por el mundo del arte y la ilustración. “Aunque dibujo desde hace mucho tiempo, sólo me di cuenta de que quería vivir de esto después de trabajar como modelo durante unos años. Es un tipo de trabajo que te obliga a conocerte muy bien, quién eres, qué quieres hacer.” Una de sus primeras series, titulada Traveler, se basa en sus experiencias como modelo en Seul. Ahora su nombre ha empezado a circular por internet gracias a la reseña que con sus obras ha aparecido en Booooooom, web de referencia en el mundo del arte. A la pregunta ¿Musa o artista?, lo tiene claro: “la profesión de modelo es algo temporal y no es el tipo de carrera que uno aspira a tener. Como modelo lo importante es mi aspecto y no quien soy como persona”.
Ser juzgado por lo que hace y no por su físico es algo que también ha sido importante en el desarrollo de la carrera de la artista inglesa, y todavía modelo intermitente, Quentin Jones. Estudiante de literatura en Cambridge, formada en la prestigiosa escuela de arte Saint Martins, coincide con Zuzunaga en destacar el espíritu ecléctico y la energía creativa de Londres y su gente. A Jones le gusta incluirse a menudo en sus vibrantes collages surrealistas, esos que han seducido a Chanel y Neiman Marcus. Pero ella piensa que esto no tiene nada que ver con ser modelo: “Creo que para cualquier artista resulta interesante estudiarse a sí mismo. Quizá porque trabajo mucho con marcas y todavía soy joven puede parecer que estoy posando…pero llegará el día que definitivamente no lo parecerá”.
la top Saskia de Brauw, imagen de Chanel, Versace o Fendi, dejó en pausa su carrera de modelo a los dieciséis años para estudiar arte.
Getty/ Saskia de Brauw
El tema de la identidad es recurrente. La artista Christina Kruse, una de las modelos indie que más trabajó durante los noventa empezó a coquetear con el mundo del arte con “una conversación consigo misma, que tenía en los descansos de sus trabajos como modelo, o cuando estaba fuera de casa por alguna sesión, o durante las largas noches de espera en suites de hoteles de lujo”, explican en Steven Kasher Gallery, la galería que la representa. En sus primeros trabajos, Kruse se autorretrataba e intervenía las imágenes con dibujos y collages, ofreciendo una versión alternativa a la que proyectaban las revistas.
Otra top a la que es habitual ver dibujando en los backstage es a Sasha Pivovarova. La enigmática rusa replica su profunda mirada en expresionistas mujeres de ojos grandes y muñecas de tamaño gigante, musas inspiradas muchas veces en sus compañeras modelos. Su marido, el artista Igor Vishnyakov, el mismo que mandó sus fotos a IMG, la agencia que la descubrió mientras ella estudiaba arte en la universidad, ha sido clave en el desarrollo de su talento. Aunque por ahora ha preferido mantener un perfil bajo, con alguna exposición esporádica y colaboraciones muy puntuales, que Karl Lagarfeld sea admirador y coleccionista de sus ilustraciones es algo que da crédito a su potencial.
Pero también hay viajes de ida y vuelta. Es el caso de la top Saskia de Brauw, imagen de Chanel, Versace o Fendi. Dejó en pausa su carrera de modelo a los dieciséis años para estudiar arte, y volvió al ruedo de manera casual en 2011 a los veintinueve, edad en la que muchas se retiran. Sus dos primeras portadas para Vogue París y Vogue Italia la han hecho triunfar mucho más lo esperado, pero el arte sigue en su corazón y le dedica un blog que actualiza cuando su apretada agenda se lo permite. También lleva siempre consigo una pequeña cámara con la que experimenta y juega. No colgaba nada desde marzo, pero ahora “es verano y tengo tiempo para hacer cosas nuevas y recuperar viejos trabajos” dice en el post que publicó esta semana. Hay algo de nostalgia y añoranza, pero el arte tampoco es un camino fácil y probablemente en su caso, quizá pueda esperar algunos años más.
‘Binoculars’, de Milou Maass.
Cortesía de Milou Maass
‘Black boy’, de Albert Madaula
Albert Madaula
‘Der Frosch’ (1998), de Christina Kruse
Cortesía de Steven Kasher Gallery