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Todos los iconos de Coco Chanel que Lagerfeld convirtió en leyenda

En Chanel le dieron carta blanca que utilizó para desmenuzar el estilo de Gabrielle: piezas reconocibles que el káiser transformó en sinónimo de la maison.

Las cadenas "Coco fue clave en la leyenda que se creó entorno a ella", ha dicho Lagerfeld. Pero no se puede menospreciar la labor del propio alemán al engordar el mito: cuando fue nombrado director creativo, la casa languidecía vendiendo perfumes. Lagerfeld se encargó de crear las piezas clásicas que hoy son sinónimo de la maison. ¿Por ejemplo? Las cadenas que Coco colocaba en el bajo de las chaquetas, para favorecer su caída, como elemento decorativo o como remate dorado a su bolso más inmortal.
El traje de tweed Como en tantas otras ocasiones, la inspiración la encontró Chanel en el armario de su amante. En este caso, el Duque de Westminster, que en los años veinte le descubrió las bondades del tejido. Desde 1924 la creadora empezó a producir piezas en esta materia que adquiría en Escocia: trajes, abrigos y hasta prendas deportivas. Una pasión que desde el inicio adoptó Lagerfeld. Eso sí, el tejido hoy lo fabrica la casa Lesage en París.  
La camiseta marinera En una de sus fotos más recordadas (tomada en su casa de la riviera francesa Villa La Pausa, en 1930), Coco Chanel lució una de sus prendas más icónicas. Consiguió que se convirtiera en un básico de la maleta de veraneo femenina más elgante y chic. La legislación de la armada naviera era estricta: las rayas azules debían medir un centímetro y las blancas, el doble. Karl Lagerfeld la recuperó en los noventa (en la foto, Christy Turlington) y le estampó la doble "C" convirtiéndola en un básico.
Las perlas Coco Chanel (en la foto en 1936) era una aficionada al charlestón. Un buen día, mientras bailaba, se le cayó un collar de perlas al suelo y los presentes se apresuraron en recoger las piezas que correteaban a toda velocidad. La diseñadora decidió convertir la anécdota en una leyenda y ya no se las quitó prácticamente nunca. Incluso las utilizaba en sus looks deportivos. A Lagerfeld no le costó lo más mínimo actualizar el gesto (en la imagen, Linda Evangelista en el desfile o-i 91/92), versionando las perlas en todas las formas imaginables.
El blanco y negro El negro, que le recordaba a los uniformes en su orfanato y "revelaba el resplandor de una mujer", y el blanco, de las cofias de las monjas. Una clásica combinación que ha conformado no solo los diseños sino toda la identidad corporativa del imperio del Chanel de Karl Lagerfeld.
El vestido negro El little black dress, el "Ford de los vestidos", como lo bautizó la prensa americana, supuso el primer triunfo mundial para Coco Chanel, que en 1926 ya era una diseñadora de renombre. Llegó a él por simplificación, inspirándose en el guardarropa masculino, observando cómo los hombres se parapetaban tras un uniforme que les servía en cualquier situación, y mezclándolo con el atuendo negro que vestía de niña en el orfanato de Aubazine. Un icono de la moda, que Karl Lagerfeld ha reeditado en prácticamente todas sus colecciones.
El pantalón palazzo Coco Chanel hizo de su estilismo de veraneo todo un concepto aspiracional: del bronceado a la camiseta marinera, pero también el pantalón palazzo con el que se relajaba en la costa. A medio camino entre el pijama y el traje, era cómodo y fácil de llevar: dos conceptos sobre los que Lagerfeld machacó a la hora de volver a hacer relevante a la firma.
El vestido de noche Si Coco incorporó el vestido corto negro (LBD) como elemento imprescindible de cualquier fondo de armario, tampoco se olvidó de dejar en herencia un diseño nocturno, igual de socorrido, con falda cuajada de volantes y tirante espagueti. El diseño de la izquierda, que se publicó en Vogue en 1929, encontró su réplica perfecta –actualizada y menos marcada por el espíritu flapper– en este diseño de la colección alta costura primavera-verano 2018 de Chanel.
La inspiración masculina Los referentes al armario masculino fueron una constante en el imaginario de una diseñadora que revolucionó la forma de vestir de las mujeres para hacerla más cómoda. Además de incorporar los pantalones al guardarropa de ellas, como clara reivindicación feminista, también hizo de las pajaritas, las corbatas y las lazadas al cuello un elemento imprescincible que el káiser supo reversionar.
El zapato bicolor “Son el toque de elegancia definitivo”, solía decir la propia Coco Chanel de sus zapatos bicolor. Han pasado más de cinco décadas desde su creación en 1957 y este calzado se ha reiventado de las formas más inesperadas: alpargata, bailarina o ‘slingback’, el modelo que tanto triunfó en 2016. Convertidos en símbolo de la casa francesa a la altura del little black dress, Lagerfeld supo exprimir como pocos la elegancia de un zapato blanco y negro.
La novia Los diseños nupciales pusieron el broche a los desfiles de la firma convirtiéndose en seña de identidad. Inès de la Fressange, Claudia Schiffer o Linda Evangelista fueron algunas de sus novias más icónicas. En 2013 el káiser sorprendió cerrando el show con dos mujeres, en claro guiño a las parejas homosexuales y un año después Ashleigh Good hizo historia desfilando embarazada. La propia Coco también había diseñado vestidos nupciales como el de la imagen (1932).
La camelia La flor es una de las piezas más reconocibles de la maison, gracias al empeño de Lagerfeld. Además de decorar solapas, joyas o vestidos, bajo su batuta se colocaba como broche en las bolsas de todas sus tiendas. Su historia nace de otro de los amantes de Coco, quizá el que más le marcó. Cuenta la leyenda que era la flor que le regalaba Boy Capel.
Los amuletos El alemán era una persona tan pegada a los símbolos como Chanel lo fue a sus amuletos: el número cinco, el león, las monedas... Iconos que han colgado tanto del cuello de Gabrielle (en la imagen, fotografiada por Horst en 1937) como de muchas de las modelos que han desfilado para la marca.
La bisutería Cuando en los años veinte Coco Chanel propuso ostentosas piezas de bisutería (hasta entonces sinónimo de mal gusto) como complemento a sus creaciones, el mundo se escandalizó. La modista defendía que las joyas servían para hacer a la mujer más bella, no para hacerla parecer más rica. Desde los años cincuenta todas las piezas salen del taller de Goossens, que hoy sigue supliendo a la casa y que ha alimentado las ensoñaciones de Lagerfeld.
El acolchado El modelo 2.55 nació en febrero de 1955. Coco Chanel lo creó para sí misma, ya que no quería un bolso que tuviera que sujetar con las manos. Y de ahí el diseño de doble cadena que permite llevarlo al hombro o en bandolera. ¿El detalle estratégico? Las dos "C"s  entrelazadas en el cierre. Actualmente se emplean 18 horas en la elaboración de cada pieza. Temporada tras temporada el káiser se ha encargado de versionar la pieza con propuestas de lo más imaginativas, aunque el original fue el matelassé.