¿Sobrevivirán los leggings al confinamiento? Todas las pistas indican que sí
Todo indica que las mallas sobrevivirán a la pandemia: algunos indicadores dicen que nuestro armario nunca volverá a ser el mismo.
Llevamos dos meses con los leggings puestos. A medida que nuestras vidas se han ido adaptando a las fases de la cuarentena, la relación de las mujeres con sus pantalones se ha afianzado en dirección a la comodidad. Mientras hemos frenado el consumo en ropa de nueva temporada (un ejemplo: Inditex, la empresa matriz de Zara, marcó una disminución del 24,1% por ciento en sus ventas en las primeras dos semanas de marzo), hay una categoría de ropa qu...
Llevamos dos meses con los leggings puestos. A medida que nuestras vidas se han ido adaptando a las fases de la cuarentena, la relación de las mujeres con sus pantalones se ha afianzado en dirección a la comodidad. Mientras hemos frenado el consumo en ropa de nueva temporada (un ejemplo: Inditex, la empresa matriz de Zara, marcó una disminución del 24,1% por ciento en sus ventas en las primeras dos semanas de marzo), hay una categoría de ropa que está viviendo su momento de oro: las mallas, convertidas en el uniforme oficial del confinamiento.
La pregunta ahora es si después de habernos entregado al confort, cuando llegue la nueva normalidad, nos dará por arreglarnos de nuevo o si nuestros armarios ya nunca serán los mismos. Los datos dicen que ahora mismo no paramos de comprar mallas. Según la plataforma global de rastreo de moda Lyst las búsquedas de leggings han aumentado en un 18% desde principios de abril, con Nike, Adidas, Sweaty Betty y Beyond Yoga entre algunas de las marcas más populares, y los moldeadores Spanx como uno de los productos más buscados. Lululemon, la conocida marca deportiva que visten muchas celebridades, también revelaba en WWD un pico en las últimas semanas, y según cuenta Celia Cuthbert, directora de compras de ASOS, al diario The Independent, el mes pasado las mallas 4505 de la marca propia volaban de sus almacenes, con un aumento de las ventas del 55%. La cosa no queda ahí: también en el rango del lujo las mallas, los chándales y la ropa deportiva son lo más demandado en portales como MyTheresa, Browns, Matchesfashion o Net-à-Porter (este último con un crecimiento de un 1.303%, en comparación con este mismo período el año pasado, según publica Harper’s Bazaar).
Ahora biem, ¿se quedarán? «La crisis de Covid-19 está acelerando los cambios que ya estaban sucediendo en nuestra industria y catalizando más cambios”, explica Chris Morton, fundador y CEO de Lyst en Harper’s Bazaar USA. El más obvio es el tipo de ropa que estamos comprando pero según detectan en la empresa de predicción de tendencias WGSN, se espera que este furor por los leggings y por las prendas cómodas y funcionales siga desarrollándose. Los motivos: la situación actual ha puesto el foco en la salud y la comodidad, y si vamos a comprar algo nuevo parece más probable que busquemos valores seguros a que nos decantemos por tendencias pasajeras. La instauración del teletrabajo como práctica más habitual en los próximos meses favorece también que empecemos a vestir más a menudo de una manera correcta, pero más relajada.
«No estoy segura de si volveré a llevar ropa normal nunca más. Ya llevo dos meses viviendo en leggings negros de yoga», escribía desde su confinamiento en Amsterdam la influyente digital Andy Torres (814.000 seguidores) en su perfil de Instagram. Un poco más al norte, en Copenhague, la estilista Pernille Teisbaek (810.000 followers) fotografiaba sus mallas deportivas negras combinadas con las zapatillas del momento (las New Balance que últimamente llevan todas) con una premonitoria descripción: «La nueva normalidad». Ambas están llamando la atención sobre una prenda que entró en su día a día por el confinamiento y que ha trastocado su guardarropa. No son las únicas: Leia Sfez, Camille Charrière, Leandra Medine o Emili Sindlev no dejan de fotografiarse con sus mallas favoritas (combinadas con camisas masculinas, americanas y gafas de sol), acumulando miles de likes de sus seguidoras y dejando claro que hoy la ropa deportiva no tiene por qué parecer ropa deportiva.
Otro medidor de las tendencias que veremos en la calle cuando se libere el confinamiento lo encontramos en Zara. Con 40 modelos diferentes de leggings (y ninguno puramente pensado para hacer deporte), en su nueva temporada los hay con todo tipo de estampados (cuadros vichy y príncipe de Gales o pata de gallo), con acabado efecto piel o decorados con cremalleras o perlas. En Mango tienen 15 referencias diferentes de «mallas de vestir», y H&M hasta 177, incluidas mallas moldeadoras y deportivas.
Una prenda polarizante
Sin embargo, las mallas han tenido siempre una historia de amores y odios. Hace justo un año, Maryann White, que se presentaba a sí misma como «una madre católica de cuatro hijos con un problema que solo las chicas pueden solucionar: los leggings«, causó cierto revuelo en el campus de la Universidad de Notre Dame en Indiana, en EE.UU., al escribir una controvertida carta al editor del periódico estudiantil.
En la misiva, titulada «El problema de los leggings», White expresaba su indignación al ver a estudiantes universitarias vistiendo con leggings en la facultad. El texto incluía expresiones como «Me pregunto por qué nadie piensa que es extraño que la industria de la moda haya provocado que las mujeres expongan voluntariamente sus zonas inferiores de esta manera” y llamaba a las estudiantes a liderar una revolución contra esta prenda («¿Podrían pensar en las madres de los chicos la próxima vez que vayan de compras, y consideren elegir vaqueros?», pedía). En respuesta, 1.000 estudiantes de Notre Dame celebraron el «Día de los leggings» llevando esta prenda a clase.
La primera vez que esta prenda recibió cierto respaldo de la moda fue probablemente en 1954, cuando Audrey Hepburn se enfundó unos Capri ajustados para su papel en Sabrina, un estilo muy diferente a los clásicos pantalones holgados de la década anterior. El primer par de leggings de lycra se fabricó en 1959, un año después de que el químico Joseph Shrivers inventara el tejido elástico spandex, y poco después la industria de la moda adoptó este estilo de pantalón fino y elástico, con diseñadores como Mary Quant o Emilio Pucci, que los combinaban con típicos minivestidos de los años 60.
En los 70 los leggings pasaron a ser atuendo de estrellas, como la musa del rock Debbie Harry o la actriz del momento, Olivia Newton-John, en su papel en Grease. Hasta Jane Birkin llevaba mallas entonces. Con la llegada del fenómeno fitness en los años 80 (Jane Fonda marcó a toda una generación) y de videoclips como Like a Virgin de Madonna, exploraron nuevos territorios. Incluso Jean Paul Gaultier los incluyó en su colección del verano del 88, en versión pirata y combinados con americanas de rayas y medias ejecutivas. En los 90 quedaron en un segundo plano, dando paso a siluetas más holgadas, pero algunas revistas como Life o Vogue USA dedicaron editoriales a esta prenda, con modelos como Cindy Crawford. Entrado el nuevo siglo, marcas como American Apparel rescataron esta prenda en colores brillantes y con talle alto, y las celebridades del momento los llevaban a todas partes: Paris Hilton, Nicole Richie… y las gemelas Olsen, antes de convertirse en las adalides del buen gusto. También Kate Moss empezó a llevarlos, con su imitadísimo estilo bohemio. En 2015 vivieron otro cénit, con el regreso de la tendencia deportiva a la moda y nuevas musas, como las hermanas Hadid, Kendall Jenner o Hailey Baldwin. Ahora todo parece indicar que los leggings abrirán un nuevo capítulo en la nueva normalidad.