Rodarte: “Nuestras amigas Kirsten Dunst, Natalie Portman y Elle Fanning llevan nuestros diseños»
Tras 14 años triunfando en la moda, las hermanas Mulleavy protagonizan su primera retrospectiva.
Vio la luz casi como un hobby. Las hermanas Kate y Laura Mulleavy fundaron Rodarte hace casi 14 años, sin tener experiencia ni formación alguna. Su escuela de moda consistió en ver una maratón interminable de películas de terror. Al terminar la universidad, volvieron a instalarse en casa de sus padres, en el norte de California, y se limitaron a visionar cintas de horror durante un año entero. Observando sus vestimentas de colores saturados y analizando los leitmotivs cromáticos que el género acostumbra a utilizar, entendieron lo que era la moda. «Aprendimos a contar historias...
Vio la luz casi como un hobby. Las hermanas Kate y Laura Mulleavy fundaron Rodarte hace casi 14 años, sin tener experiencia ni formación alguna. Su escuela de moda consistió en ver una maratón interminable de películas de terror. Al terminar la universidad, volvieron a instalarse en casa de sus padres, en el norte de California, y se limitaron a visionar cintas de horror durante un año entero. Observando sus vestimentas de colores saturados y analizando los leitmotivs cromáticos que el género acostumbra a utilizar, entendieron lo que era la moda. «Aprendimos a contar historias con emociones exageradas. En el fondo, eso es lo que quiere lograr la moda: que una prenda esté conectada emocionalmente con la persona que la viste», relatan a dos voces desde su estudio en Los Ángeles.
Su improbable historia de éxito en el mundo del lujo aparece condensada en una nueva exposición en el National Museum of Women in the Arts de Washington, donde podrá verse hasta el 10 de febrero. Se trata de la primera muestra que esta institución estadounidense dedica a la moda, en sus 30 años de historia, y también de la primera que las Mulleavy protagonizan en todo el mundo. Reúne 94 vestidos de 18 de sus colecciones y revisa los motivos formales y las fuentes de inspiración recurrentes en su trayectoria, como la historia del arte y la del cine, la moda victoriana y el gótico americano, además del exuberante paisaje californiano y la decoración de su mansión familiar durante los setenta. «California influye en nuestro trabajo a todos los niveles. Nos apasiona la conexión con la naturaleza que tenemos en este Estado», afirman. Hasta el pasado mes de octubre, los diseños de Rodarte formaron parte de la muestra Heavenly Bodies, la más concurrida en la historia del Metropolitan de Nueva York, en la que participaron con vestidos inspirados en el imaginario católico, como los frescos de Fra Angélico o algunas obras de Bernini.
Seleccionar las piezas para esta nueva exposición ha sido como revivir su trayectoria a cámara rápida. «Revisamos las colecciones y descubrimos técnicas e ideas que se repetían, de maneras distintas, a medida que pasaban las temporadas. El proceso fue emocionante: revisar los looks de nuestros archivos y ver cómo volvían a cobrar vida», responden. «Al principio de nuestras carreras éramos muy diferentes. En cada temporada ha aparecido una nueva voz que ha contribuido al desarrollo de nuestra marca y de nuestra estética», añaden las diseñadoras.
Cuando debutaron en la moda tenían 25 y 26 años. Hoy suman 38 y 39. Durante ese tiempo, han aprendido algunas lecciones. «Ahora sabemos seguir nuestro instinto sin dejar que nos afecte el ruido exterior ni las opiniones ajenas», aseguran. «Hemos aprendido a tener confianza en nosotras mismas, de una manera que solo viene con el tiempo».
Aun así, sus comienzos no fueron particularmente difíciles. A principios de 2005, su primera colección apareció en la portada de WWD, publicación de referencia para la industria, en un gesto con escasos precedentes. Días después, la todopoderosa Anna Wintour se presentó en su estudio de Los Ángeles para observar sus diseños de cerca. «Lo que hacéis es muy personal. Seguid así», les dijo la jefa de la edición estadounidense de Vogue, que luego no ha dejado de apoyar su trabajo (su némesis sería Cathy Horyn, la entonces editora de moda de The New York Times, que lo ha considerado «ornamental» e «inarticulado»).
En París, la concept store Colette compró íntegramente su segunda colección, un privilegio reservado a una selecta minoría. Además, Hollywood les dio una bienvenida triunfal. Kirsten Dunst se convirtió en su principal embajadora en las alfombras rojas. Las hermanas Fanning vistieron sus diseños. Y Natalie Portman las escogió por partida doble para acudir a los Oscar de 2009 y 2011. En el segundo caso, el modelo inicialmente elegido era de John Galliano para Dior, pero la polémica originada por sus declaraciones antisemitas hizo que la actriz prefiriera un vestido largo con corsé en color remolacha, que vistió embarazada de bastantes meses. «Tenemos amistad con todas esas actrices. Compartimos con ellas creencias similares sobre el arte y la integridad», rezan las Mulleavy. Más tarde, Cate Blanchett, Tilda Swinton o Saoirse Ronan se sumaron al club de fans. Igual que Michelle Obama, que escogió un modelo en azul metálico para recibir a Rania de Jordania en la Casa Blanca. Aunque su sueño, según confiesan, sería vestir a Gena Rowlands, la mítica protagonista de las películas de John Cassavetes.
A estas dos hermanas las suelen tratar como si fueran siamesas. Quienes las conocen dicen que, durante años, parecía que formasen parte de un único organismo. «Sigue siendo verdad», admiten. Hasta no hace muchos años, incluso compartieron el mismo teléfono móvil. Ahora ya no. «Pero sí compartimos un correo electrónico para trabajar, porque es imposible para nosotras separar quién debe encargarse de qué. Pensamos de manera muy similar, pero tenemos personalidades que se desafían entre sí», aseguran. Por eso, a veces saltan las chispas. «Por supuesto que hay desavenencias. Siendo hermanas, es normal tener momentos de frustración que salen al instante y no un día después. Pero, a menudo, los desacuerdos terminan en acuerdo».
Kate y Laura Mulleavy son hijas de un botánico, californiano de cuarta generación, y de una artista de origen mexicano e italiano. «La familia de nuestra madre es de Zacatecas. Nuestro abuelo emigró a California después de la Revolución mexicana. Rodarte es el apellido de nuestro abuelo y el nombre de soltera de nuestra madre», aclaran. «Nos encanta México y su cultura. Tenemos la suerte de proceder de allí y de haber sido expuestas a ese patrimonio tan increíble».
Rodarte es una de las últimas firmas independientes de primer nivel que siguen operando en el sector del lujo, después de la venta de Dries van Noten y Versace este año. Además, forman parte de ese 14% de marcas que dirigen mujeres. Hace más de un siglo, en los días de Coco Chanel, Jeanne Lanvin y Madeleine Vionnet, era algo corriente. Hoy ya no es así. «Los desafíos a los que se enfrenta una diseñadora en esta industria son múltiples. No se habla igual del trabajo de una mujer que del de sus homólogos masculinos. Por lo tanto, el aura que rodea a su trabajo es diferente desde el comienzo», denuncian las Mulleavy.
Las fundadoras de Rodarte son un verso suelto. Lo son por sus inspiraciones a la hora de crear sus colecciones, que remiten a cosas tan diversas como el cine de Hitchcock, la saga Star Wars y El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. También por su manera de producirlas y hacerlas públicas. Solo diseñan dos colecciones al año, haciendo caso omiso a las cuatro o seis del resto de marcas. Su colección para el otoño de 2018 fue presentada en sociedad a través de un porfolio en el que posaban las mujeres que la inspiraron, como la cantante Grimes, la artista Miranda July, la compositora Joanna Newsom o Kim Gordon, de Sonic Youth. El año pasado también desfilaron en la Semana de la Alta Costura en París como miembros invitados, aunque en junio pasado decidieron dejar de hacerlo. «Nos encanta París. Vivir en esa ciudad es un arte. Es un lugar donde se aprecia la cultura», aseguran las hermanas. ¿Podrían habitar en la capital francesa, tal vez dirigiendo alguna de las grandes maisons de la moda? Durante años se negaron a considerarlo, pero ahora no son reticentes. «Nos gustan todo tipo de desafíos creativos y de aventuras. Mantenemos la puerta abierta a todas las posibilidades», responden. A no ser que su futuro apunte, más bien, hacia el séptimo arte, después de haber debutado como directoras en 2017 con Woodshock, una cinta de terror que protagonizó Kirsten Dunst. «Dentro de 10 años, seguiremos contando historias usando distintos medios», advierten. Queda Rodarte para rato.