¿Qué fue de las ‘chicas Manson’?
Charles Manson ha fallecido a los 83 años. Él instigó los asesinatos de Sharon Tate y otras seis personas. ¿Qué pasó con las chicas de ‘La Familia’ implicadas en los crímenes?
“Una talla nueve pequeña –me había dicho–. Mini pero no extremadamente mini. A ser posible de terciopelo. De color dorado o verde esmeralda. O bien: un vestido estilo campesino mexicana, con falda amplia y bordados”. Estas fueron las indicaciones que Joan Didion recibió de Linda Kasabian, la testigo clave en el juicio a Manson y su séquito por los asesinatos que rompieron la fantasía de la utópica comunión hippie americana. La segunda opción fue la ganadora. La cronista, que repite esta historia en el reciente documental de Netflix Joan Didion: El centro cederá, fue l...
“Una talla nueve pequeña –me había dicho–. Mini pero no extremadamente mini. A ser posible de terciopelo. De color dorado o verde esmeralda. O bien: un vestido estilo campesino mexicana, con falda amplia y bordados”. Estas fueron las indicaciones que Joan Didion recibió de Linda Kasabian, la testigo clave en el juicio a Manson y su séquito por los asesinatos que rompieron la fantasía de la utópica comunión hippie americana. La segunda opción fue la ganadora. La cronista, que repite esta historia en el reciente documental de Netflix Joan Didion: El centro cederá, fue la encargada de comprar el vestido con el que Kasabian subió al estrado como testigo clave en el juicio por los asesinatos de ‘La Familia Manson’: Sharon Tate Polanski, Abigail Folger, Jay Sebring, Voytek Frykosky, Steven Parent y Rosemary y Leno LaBianca en agosto de 1969.
Didion lo contó primero en Los que sueñan el sueño Dorado (Mondadori, 2012), donde relata parte de las tardes del verano de 1970 que pasó visitando a Kasabian en la cárcel para mujeres de Sybil Brand de Los Ángeles. La chica de New Hampshire que soñaba con abrir “una especie de boutique que mezclase un restaurante y una tienda de mascotas”, la atractiva joven con dos coletas de melena lacia, fue la renegada de la familia Manson. La que, pese a no exigirlo, consiguió inmunidad aún haber estado presente en la matanza de Cielo Drive y los crímenes de LaBianca (conducía en una de las ocasiones y en otra los esperó en el coche). Tras salir en libertad, llegaría a cenar en la propia casa de Didion con su hija y volvió a New Hampshire, donde se cambió el nombre e intentó vivir en el anonimato, pero la prensa no dejó de acosarla. En 2009 reapareció en el docudrama del Channel 5 británico Manson. Los productores la localizaron viviendo en un tráiler y rozando la pobreza en California. No sabía que una banda británica se llamaba así en su honor (escuchó sorprendida el CD de Kasabian que le ofrecieron para conocerlos) y su hija lloró cuando vio la recreación de las escenas de los asesinatos. Volvería a aparecer en 2013, en un documental del canal Historia y ofrecería una entrevista a Larry King, pero siempre con su imagen oscurecida.
Ahora que Charles Manson ha fallecido a los 83 años por causas naturales tras pasar casi medio siglo en prisión, muchos se preguntan qué fue de las mujeres que participaron activamente dentro de los crímenes de La Familia. Sus figuras y la fascinación que el criminal ejerció sobre ellas han sido analizadas a conciencia en el último año gracias al fenómeno literario de Emma Cline (Las chicas –Anagrama, 2016–), series como Aquarius o películas como Manson’s Lost Girls, pero pocos de estos han análisis han puesto el foco en qué pasó después de Cielo Drive y del juicio que acabó con la fantasía del verano del amor. He aquí qué fue de sus vidas:
Mary Brunner
«Toda familia tradicional empieza por una pareja y en todo grupo de seguidores hay uno que es el primero. Esa fue Mary Brunner para Charles Manson», recordaba Raquel Piñeiro en su serie sobre los crímenes para la edición española de Vanity Fair. Brunner era una bibliotecaria de la universidad de Berkeley que conoció a Manson en el 67. Juntos formaron una pareja poco convencional. Él se instaló en su piso y pronto comenzó a arrastrar a chicas jóvenes a la vivienda de la mujer. Con Brunner, nueve años menor que él, y el resto de sus acólitos recorrería en caravana California hasta instalarse en el rancho del Valle de la Muerte. Con ella concibió a su hijo, Pooh Bear Manson, nacido en abril de 1968 y al que, según la leyenda, Manson cortó el cordón umbilical con sus propios dientes.
Figura maternal del grupo, no estuvo presente en el asesinato de Tate y el resto –estaba en la cárcel tras pillarla usando tarjetas de crédito robadas–, pero sí participó en el de Gary Hinman. Testificó en contra de La Familia pidiendo inmundad y la consiguió, pero en 1971 cambió de parecer cuando fue arrestada por formar parte del atraco a una tienda en Hawthorne junto a otros seguidores de Manson. El grupo había robado cerca de 150 armas de fuego, que tenían intención de utilizar en un plan para secuestrar un avión 747, donde pensaban asesinar a un pasajero cada hora hasta que Manson y los demás miembros de La Familia fueran liberados. Por la detención en la tienda, Brunner pasó 6 años y medio en el Instituto para Mujeres de California, mientras que su hijo, Pooh Bear, pasó a vivir con sus padres. Al salir de su encierro, cambió de nombre y se cree que vive en el Medio Oeste.
Susan Atkins, ‘Sexy Sadie’
«Mujer, no te tengo ninguna compasión», esto es lo que, según recogía Rolling Stone, dijo Atkins a Sharon Tate antes de apuñalarla en el estómago. Atkins es una de las chicas más famosas de La Familia. Fue acusada de participar activamente en todos los crímenes y se pasó su juicio cantando canciones que había escrito el propio Manson junto a otros acusados. En la reciente película inspirada en los asesinatos, Manson’s Lost Girls, se la retrata como una psicópata y la única que realmente disfrutó con las muertes.
En el rancho la llamaban Sexy Sadie por un tema de los Beatles. No tenía ni 20 años cuando conoció a Manson, pero huía de un padre alcohólico, había pasado por prisión por robos y hasta formó parte del grupo satánico de Anton Lavey (fue una vampiresa en topless en uno de sus shows llamado Witches’ Sabbath) antes de rendirse a la espiral de LSD y devoción por el líder de La Familia. Atkins fue condenada a muerte por los asesinatos, su pena se conmutó a cadena perpetua, cuando la Corte Suprema de California abolió la pena capital. En 1974 se convirtió al cristianismo tras asegurar que Jesuscristo se le apareció en su celda.
Durante su estancia entre rejas se casó en dos ocasiones. Primero en 1981, con un hombre que decía ser millonario, Donald Lee Laisure, pero pocos meses después anuló el matrimonio, cuando descubrió que el hombre no era tan rico como afirmaba y se había casado 34 veces más. Después, en 1987, con un estudiante de derecho de Harvard quince años menor, James Whitehouse, con el que permaneció casada hasta su muerte y que fue su abogado entre 2000 y 2005. Enferma de un cáncer cerebral y con medio cuerpo paralizado –en 2008 le amputaron una pierna–, pidió la libertad condicional sin descanso desde el año 2000. La última fue en septiembre de 2009, pocos días antes de morir a causa de la enfermedad en la cárcel de California en la que cumplió su pena. Tenía 61 años. Su marido asegura que su última palabra antes de morir fue «Amén».
Patricia Krenwinkell, «Katie»
Con 69 años, es la mujer presa de California que más tiempo lleva en prisión. Krenwinkel llegó a La Familia tras un pasado de abusos y de baja autoestima debido a una enfermedad endocrina que le hacía tener mucho vello. La chica, que consideró en su temprana adolescencia hacerse monja, sucumbió instantáneamente a Manson al conocerlo en la playa de Manhattan Beach en 1967 y decidió seguirlo después hasta San Francisco y el rancho de La Familia: “Me lo presentaron y aquella noche nos acostamos. Me sentí realmente querida por él, de forma inmediata. En aquel momento estaba desesperada por tener alguien a quién querer. Todo lo que recuerdo de cuando hacíamos el amor es que lloraba y lloraba porque él me decía “Oh, eres tan hermosa”. No podía creerlo y empezaba a llorar”, recoge Vanity Fair.
Conocida como «Katie» en el grupo, participó en los asesinatos de LaBianca y fue condenada a muerte. Siempre será recordada por reír junto a Susan Atkins y Leslie Van Houten mientras caminaban la mañana en la que se dictó su sentencia (a ella se la condenó a muerte por siete asesinatos en primer grado). Comenzó a separarse de La Familia y decidió implicarse activamente en su vida en la cárcel. Se apuntó a Alcohólicos Anónimos, se graduó en Servicios Sociales y decidió enseñar a leer a otras presas. Se le ha denegado la libertad condicional hasta en 14 ocasiones. Su próxima vista para conseguirla es en 2018.
Leslie Van Houten
Para cuando Van Houten conoció a Charles Manson, ella ya llevaba cuatro años, desde los 15, tomando benzedrinas, consumiendo LSD y había pasado por un aborto (siempre ha alegado que su madre le obligó a hacerlo y que enterraron al feto en el jardín de su casa). La que fuese reina del baile de su instituto se escapó del hogar familiar a los 17 y, como todos esos chavales que huían de sus familias durante el verano del amor, vivía en una comuna cuando se cruzó con Manson en septiembre de 1968.
Tenía 19 años cuando se produjeron los crímenes y ella, pese a esa imagen imborrable de risas junto a Atkins y Krenwinkell durante el juicio, ha asegurado después que la ingesta desmesurada de LSD durante meses le hizo perder el control de su conciencia. No participó en las muertes de la masacre de Sharon Tate pero sí lo hizo la noche siguiente, apuñalando a Rosemary LaBianca en la espalda 14 veces. Condenada a muerte y conmutada su pena a cadena perpetua por la abolición de 1972, ha pasado por tres apelaciones en las que se le ha declarado culpable de asesinato en primer grado pero con opción a libertad condicional. Al igual que Krenwinkell se ha erigido como presa modelo: ha obtenido una licenciatura, un máster universitario y ha dirigido grupos de autoayuda para las reclusas. Su caso cuenta con el apoyo del director John Waters, que pidió que la excarcelaran en 2011.