«Al final, la moda es solo ropa»: el mantra de supervivencia de los Missoni
Margherita Missoni recoge el tributo a su madre en la Pasarela 080 y desvela la esencia del éxito del clan familiar: calidad de vida por encima de la ambición.
Margherita Maccapani Missoni (Italia, 1983) entendió que lo de su familia iba en serio en la moda cuando era una adolescente. No fue de niña, cuando veía que todos sus disfraces de cumpleaños salían, año tras año, de la fábrica de sus abuelos («nací en época de carnaval»), tampoco cuando cumplió 14 años y vio que su madre revolucionó de lleno el negocio familiar y por su casa transitaban fotógrafos y estilistas. «Fue cuando entre mi grupo de mis amigos empezaron a pedirme descuentos de Missoni, ahí supe que algo estaba cambiando». La portavoz de la tercera generación del clan familiar lo contó...
Margherita Maccapani Missoni (Italia, 1983) entendió que lo de su familia iba en serio en la moda cuando era una adolescente. No fue de niña, cuando veía que todos sus disfraces de cumpleaños salían, año tras año, de la fábrica de sus abuelos («nací en época de carnaval»), tampoco cuando cumplió 14 años y vio que su madre revolucionó de lleno el negocio familiar y por su casa transitaban fotógrafos y estilistas. «Fue cuando entre mi grupo de mis amigos empezaron a pedirme descuentos de Missoni, ahí supe que algo estaba cambiando». La portavoz de la tercera generación del clan familiar lo contó ayer en una distendida charla en la pasarela 080 Barcelona Fashion, donde acudió para «poner voz a la timidez crónica de mi madre» (Angela Missoni) y recoger el tributo que el evento otorgaba a su progenitora, directora creativa de la firma y tercera hija de Tai y Rosita, fundadores de una de las pocas firmas que sobreviven con la cabeza más que alta en esto de los clanes familiares de la moda.
La pequeña de los Missoni conocía de sobras Barcelona. Vivió seis meses a los 18 años y no tuvo reparos en desvelar que la hermana de su marido vive en la capital catalana y que su familia viaja con frecuencia a España para verla. Su visita, esta vez, se materializó en un breve encuentro con la prensa y una charla ante poco más de centenar de invitados titulada The Missony family. Born into fashion, donde contestó a las dudas de Lisa Lovatt-Smith, ex editora de moda de la edición española de Vogue que lo dejó todo para montar una ONG en África, de la que es embajadora la propia Margherita.
Evitando las tragedias familiares en el historial familiar (su tío Vittorio Missoni tuvo un accidente de avioneta en 2013 y tardaron 10 meses en hallar sus restos en la costa de Venezuela, junto a los de su mujer y una pareja de amigos que viajaban con ellos, además del piloto), el encuentro fue un elogio al buen vivir y la calidad de vida por encima del espíritu empresarial. Filosofía vital marca de la casa, por algo esta casa legendaria de moda se forjó gracias al olfato de una pareja de bohemios de los 50 («me hace gracia que me llamen icono del boho chic, porque eso se lo inventaron mis abuelos»), formada por ex aleta olímpico descendiente de la nobleza italiana y su visonaria mujer, capaz de quitarle el sujetador a sus modelos mucho antes de que la revolución sexual acaparase titulares de medio planeta. Espíritu heredaro por su hija Angela, actual directora creativa y responsable de haber convertido los estampados en su insignia, en modernizar la imagen de marca con campañas firmadas por Mario Testino, Steven Meisel o Juergen Teller y en haber expandido el negocio con licencias. Tres generaciones después, Missoni alcanzó en 2016 los 140 millones de euros en ventas. Su nieta, que ha optado por salir de la empresa familiar para fundar su propia marca de moda infantil, tiene las respuestas al éxito de su apellido, y no, no tiene nada que ver con los estudios de mercado.
«La moda no es la única cosa que existe, al final es solo ropa».
Hasta tres veces lo repitió, con distintas palabras, Margherita Missoni, para dejar claro que en su casa nadie le obligó a nada y que siempre le dieron libertad para vestir o hacer lo que le diese la gana. Contó que este mantra ha sido una de las grandes enseñanzas de su nonna Rosita. «La libertad de elección es importante en nuestra familia. Crecer en este mundo no fue extraño, nunca me pareció algo pijo. En mi familia la moda no es solo el negocio empresarial o el lujo, es también ir a mercados de segunda mano los domingos».
«Para triunfar no necesitas dinero»
Es el éxito que atribuyó a su madre Angela, cuando contó como revolucionó el negocio familiar al contratar a gente joven, cambiar el estilo de la ropa y rodearse de creativos y fotógrafos disruptivos. «Mi madre no necesita adaptarse a las tendencias, ella es Missoni», defendió orgullosa. «Consiguió hacer campañas que hablasen de la marca, como por ejemplo cuando fichamos a Almodóvar en 2012, no teníamos dinero pero sí buenas ideas».
«Sin identidad no sobrevivirás»
«Mi madre, al asumir el cargo creativo de la empresa, podría haberlo cambiado todo, pero no lo hizo. Crear sin identidad es muy difícil. Mis abuelos pusieron la fábrica; mi madre, la creatividad; yo siempre viví interesada con lo que pasaba en la calle porque siempre digo que si no lo ves en las calles, no es moda. Al principio me ilusioné muchísimo con heredar la empresa, pero cuando fui madre, mis valores cambiaron y me di cuenta de que mi calidad de vida estaba por encima de la ambición. No supuso un problema, en nuestra familia vivimos con total libertad de elección».