Los collares de conchas, el accesorio adolescente que rescatamos verano tras verano
Este accesorio inundó portadas de revistas, photocalls, videoclips y series de televisión durante los primeros años del milenio y los pequeños objetos marinos decoraban los cuellos de montones de jóvenes que parecían estar viviendo el verano de sus vidas bajo los rayos del sol.
El gel efecto mojado moldeaba cabellos masculinos repletos de mechas rubias, los pies caminaban casi permanentemente en chanclas, el aroma a coco era el favorito en cuanto a cremas bronceadoras, había motivos de delfines por todas partes, los ojos se protegían con gafas de sol metalizadas tipo ciclista y en la radio sonaban temas como Island in the Sun, de Weezer, World, Hold on, de Bob Sinclair o la impronunciable Dragostea Din Tei, de O-Zone. Eran los veranos de la primera década de los 2000 y detalles surfer como los collares de conchas suponían una de la...
El gel efecto mojado moldeaba cabellos masculinos repletos de mechas rubias, los pies caminaban casi permanentemente en chanclas, el aroma a coco era el favorito en cuanto a cremas bronceadoras, había motivos de delfines por todas partes, los ojos se protegían con gafas de sol metalizadas tipo ciclista y en la radio sonaban temas como Island in the Sun, de Weezer, World, Hold on, de Bob Sinclair o la impronunciable Dragostea Din Tei, de O-Zone. Eran los veranos de la primera década de los 2000 y detalles surfer como los collares de conchas suponían una de las claves estéticas de los jóvenes de la época. “Aportaban frescor, naturalidad y ese punto trendy que evidenciaba que todo aquel que lo llevaba estaba en la cresta de la ola”, asegura Fátima Valdés, estilista, consultora creativa y profesora en IED (Istituto Europeo di Design).
Cuando se piensa en este complemento tan utilizado a finales de los noventa y principios de los dos mil, prácticamente inseparable del concepto del verano, es probable que venga automáticamente a la cabeza la imagen de un cuerpo musculoso y bronceado surfeando las olas de una costa de aguas turquesas, repleta de palmeras y vegetación. “Esta tendencia se conecta directamente con la estética playera y desenfadada que se presenta cada verano en moda y belleza. Con este recurso, junto a prendas tie-dye o estampados tropicales, entre otros, se consigue alargar esa sensación de vacaciones y slow life que tanto se ansía durante el invierno”, afirma Fátima Valdés. Esto se debe, en gran medida, a que esta práctica de recoger pequeñas caracolas y otros objetos marinos para conformar chokers, debe su origen a la artesanía hawaiana. En dicha región, a estos accesorios, normalmente de tonalidades blanquecinas y formas irregulares, se les denomina collares puka shell ya que puka hace referencia al pequeño agujero que estas conchitas tienen en su interior de forma natural.
Una de las opciones reinas a la hora de decorar los cuellos de los adolescentes es el cauri, que habita en las aguas tropicales del Indo-Pacífico, especialmente en el archipiélago de las Maldivas. Estos pequeños caparazones han resultado tener un papel fundamental en la vida social y económica de muchas regiones, ya que durante siglos se han utilizado como moneda en algunos lugares de China, África e India. Así lo confirma Verónica Bosio Baita, CEO de Waissö Clothing, firma que nace con el propósito de fusionar la cultura africana y la occidental. La diseñadora, nacida en Guinea Ecuatorial y crecida en Barcelona explica que, a pesar de que el manejo de los cauris fue prohibido a finales del siglo XIX por las potencias coloniales para evitar potenciales conflictos con sus monedas nacionales, su veto no borró su historia original y continuó siendo un símbolo de riqueza y estatus.
Pero esto no es todo. Además de su valor histórico, también presumen de tener un importante peso alegórico en muchas regiones: “Hoy en día son muy populares en la cultura africana como símbolo asociado a la feminidad y a la fertilidad. En muchos países es habitual ver pretinas de conchas de cauri alrededor de las caderas con la intención de fomentar la fecundidad. Además, también se utilizan en rituales ancestrales atribuyendo a esta concha propiedades de purificación energética”, explica la diseñadora.
Un curioso aterrizaje en la cultura pop
A pesar de su remoto pasado, en la cultura contemporánea occidental comienza su andadura en los años 70: “El icono adolescente David Cassidy, con su puka shell casi como una extensión de su cuello, abría una veda que no hacía más que crecer entre los it boys de finales de los años 90. Esta moda la incorporaron personajes como Matt Damon, Justin Timberlake, Nick Carter de los Backstreet Boys o los integrantes del grupo B4-4 al completo, así como Britney Spears, Drew Barrymore o Kirsten Dunst. Podían verse en videoclips y editoriales de moda, pero también en alfombras rojas y en pasarelas, bien entrados los 2000”, explica Fátima Valdés, que considera que este collar es uno de los primeros hitos genderless—unisex—admitidos, respetados y apreciados.
Dado que esta estética resultó ser una de las favoritas de los adolescentes de la época, otras manifestaciones culturales, como series de televisión y películas, también adoptaron esta temática, convirtiéndose en referentes pop. Es muy probable que muchas personas recuerden ver H2o: Just add water, Blue Water High: Escuela de Surf o The O.C.
De hecho, esta última supuso, según la estilista y directora creativa Zara Garo (@zaragaro), una inspiración fundamental de esta moda: “Uno de los principales referentes de esta moda fue el personaje de Summer en The O.C. Creo que los protagonistas de esta serie proporcionaron imágenes clave para marcar esta y otras tendencias que nos trasladan a la nostalgia de los 2000”. Sin duda, el Océano Pacífico fue la musa para muchos jóvenes de la época que deseaban vivir aventuras, amores de verano y sumergirse para siempre en la festividad y serenidad que traen consigo las vacaciones cerca del mar.
De acuerdo con Verónica Bosio, las conchas son un adorno ideal para infinidad de estilos y diseños, por lo que en la actualidad se sigue apostando por ellas. “Cada año grandes firmas incluyen una o varias piezas con conchas en sus colecciones de primavera/ verano. Prada, por ejemplo, presentó en sus novedades para la temporada estival de 2020 una colección de joyas de conchas XL. Si se habla de cauris, creo que en Occidente gustan por su estética, lo que explica que se pongan de moda en verano. Ahora tienen más repercusión porque figuras influyentes como Chiara Ferragni o Gigi Hadid las visten”, afirma la experta.
Además, Zara Garo asegura que la tendencia facilita que los looks sean más desenfadados y casuales y que hay una marca que ha sido, por excelencia, la que más ha puesto de su parte, ya que focalizó gran parte de su propuesta en las referencias hawaianas: “Sin duda, la colección de primavera/verano 2018 de Louis Vuitton fue la que impulsó el renacer de este complemento”, concluye.
A fin de cuentas, generalmente se tienen grandes expectativas con respecto al verano y se busca esa sensación de ligereza, calma y diversión que tanto se echa de menos durante el resto del año. Quizás la nostalgia juegue un papel tan esencial en la moda porque, del mismo modo que una canción tiene el poder de transportar a la sensación que se tenía al escucharla muchos años atrás, puede que, para muchos, tendencias como los collares puka shell también permitan revivir esas puestas de sol en una playa llena bikinis y tops con estampados hawaianos, en los que la eternidad parecía una realidad y olía a aceite de coco.