Las cangrejeras: el nostálgico objeto que pasó de calzado de verano a pieza de lujo
Solo si creciste en la década de los 80 entenderás el inexplicable amor que se siente por estas sandalias de goma.
Cuanto más odiada sea una prenda y cuanto más hayas renegado de ella, con más nostalgia la recordarás en el futuro. Es el principio básico de la moda. No hay más que recordar la incomprensible utilidad de los pantalones fusó o las camisas de cuellos bebé exageradamente pronunciados. Prendas que nuestras madres nos ponían con mimo y el convencimiento de que con ellas éramos las niñas más adorables del planeta. El tiempo les dio la razón y muchos de aquellos objetos de tortura se convirtieron años después en la tendencia de la temporada. Aunque, si hay un objeto de moda que enca...
Cuanto más odiada sea una prenda y cuanto más hayas renegado de ella, con más nostalgia la recordarás en el futuro. Es el principio básico de la moda. No hay más que recordar la incomprensible utilidad de los pantalones fusó o las camisas de cuellos bebé exageradamente pronunciados. Prendas que nuestras madres nos ponían con mimo y el convencimiento de que con ellas éramos las niñas más adorables del planeta. El tiempo les dio la razón y muchos de aquellos objetos de tortura se convirtieron años después en la tendencia de la temporada. Aunque, si hay un objeto de moda que encarne la nostalgia como ninguno, esas son las cangrejeras.
Fueron los zapatos del verano de nuestra infancia allá por los años 80. Esos que nos hicieron aprender que la comodidad de un calzado no siempre era directamente proporcional al número de pares que se vendían, sino más bien todo lo contrario. En 1980 las havaianas ni estaban ni se le esperaban, y en lugar de las frescas y sencillas flip-flop los niños lidiaban con unas sandalias pensadas para tener todas las ventajas: eran de goma, por lo que se podían mojar; estaban llenas de aberturas que permitían que el pie no sufriera las altas temperaturas y tenían una cómoda hebilla que aseguraba que con ellas podías caminar entre las rocas sin miedo a perderlas. Sin embargo, ocurría todo lo contrario. La goma con la que estaban fabricadas hacía que te sudaran los pies en abundancia, lo que provocaba a su vez que te resbalaras continuamente, las aberturas transferían toda la suciedad a tus pies y la hebilla tendía a oxidarse y, por tanto, a resultar inservible.
Todas aquellas inconveniencias no frenaban en absoluto a las madres que, nada más acabar el colegio, las imponían como parte del uniforme estival. Y a pesar de todo las recordamos con cariño, al fin y al cabo, son las sandalias de Verano Azul, con las que dábamos vueltas en bici con nuestros amigos o llevábamos para aquellos interminables días de mar y arena, sin móvil ni preocupaciones, ¿quién no soño con las Xustar, las zapatillas de goma diseñadas por Xuxa? La versión mejorada de las sandalias del verano que todas las niñas querían a finales de los 80.
Aunque muchos asocien estas sandalias a nuestros veranos de chiringuito y Piraña y Chanquete, lo cierto es que sus orígenes apuntan a Francia y en los 80 llevaban ya casi cuarenta años existiendo. Las teorías más sólidas señalan que fue Jean Dauphant, un francés que en 1946 se inspiró en las sandalias tradicionales de los pescadores que eran de cuero. Dauphant tenía una fábrica de plásticos y ante la escasez del cuero después de la II Guerra Mundial decidió fabricar zapatos de goma.
En la década de los 60 eran artistas del cine francés las que lucían sus cangrejeras, entonces conocidas como ‘Sarraizienes’, en la glamourosa Costa Azul. Brigitte Bardot, mucho antes que los protagonistas de Verano Azul, fue la mejor embajadora de las cangrejeras. Aquel modelo francés se exportó a todo el mundo: Australia, Estados Unidos y Brasil donde todavía hoy existe una de las firmas de estas sandalias más famosas del mundo, Melissa y que en 1980 vendieron la friolera de 5 millones de pares de sandalias de goma. Aquella década fue sin duda la edad de oro de la cangrejera pero entonces aquellos niños se hicieron mayores y aparecieron otros modelos más modernos y, reconozcámoslo, más cómodos. Solo era cuestión de tiempo que la nostalgia hiciera su magia. Así fue.
En los 90 volvieron tímidamente, aunque añadiéndole un ingrediente desconocido hasta la fecha: el tacón, sacando así estas sandalias del agua para llevarlas a discotecas.
Pero,ha sido unos pocos años atrás cuando las cenizas de las cangrejeras resurgieron cual Ave Fénix, esta vez en forma de icono de moda. Celebridades como Kylie Jenner, Anne Hathaway o Elle Fanning le dieron ese toque aspiracional y marcas de lujo como Yves Saint Laurent o Marc Jacobs las transformaron en sandalias de lujo, con tacón y precios elevadísimos que poco o nada tenían que ver con aquellas primeras cangrejeras que le dieron color a nuestra infancia.
Las cangrejeras nunca se han ido del todo. Antes de este boom de mediados del 2000, todavía las podías encontrar en las clásicas tiendas de playa, entre la red de pescar peces en la orilla y las sillas plegables. Hoy siguen apareciendo en los estantes de sandalias para niños, aunque los crocs, la cangrejera del siglo XXI, las han desbancado definitivamente. Puede que dentro de 30 años, alguien como yo escriba con nostalgia sobre este par de zapatos. Algo que nunca entenderemos los que llevamos las también conocidas como Fanequeras (en Galicia) o Pulpo o Nailas (en Canarias).
En azul electrico, blancas o con purpurina. No importa las rozaduras que te provocaran, ni el daño que sentías cuando alguno de los dedos se te salían por aquellas aberturas, nunca nada será comparable a aquellos veranos de bicicleta, chiringuito y cangrejeras.