El regreso de las Panama Jack: las botas amarillas que obsesionan a Rihanna o a Letizia Ortiz
Rihanna lleva desde hace años este tipo de propuestas alpinas, aupadas en los noventa gracias al auge de la estética callejera popularizada por el rap y erigidas hoy en día como el calzado todoterreno favorito entre amantes de las tendencias más nostálgicas y seguidores de la moda práctica y funcional
Buena parte de los iconos alumbrados por occidente han logrado traspasar la frontera de la fama común para ser recordados como celebridades estratosféricas gracias, además de a su trabajo, a unos definidos códigos visuales. A la hora de proyectar su imagen, han sabido jugar con ciertos elementos y conseguir construir una estética tan reconocible como eterna. En este sentido, el vestuario es clave: el diseñador Karl Lagerfeld y su afán por llevar siempre mitones y gafas de sol oscuras, la poderosa imagen de Marilyn Monroe con melena oxigenada y voluptuosos vestidos… los ejemplos son numerosos y...
Buena parte de los iconos alumbrados por occidente han logrado traspasar la frontera de la fama común para ser recordados como celebridades estratosféricas gracias, además de a su trabajo, a unos definidos códigos visuales. A la hora de proyectar su imagen, han sabido jugar con ciertos elementos y conseguir construir una estética tan reconocible como eterna. En este sentido, el vestuario es clave: el diseñador Karl Lagerfeld y su afán por llevar siempre mitones y gafas de sol oscuras, la poderosa imagen de Marilyn Monroe con melena oxigenada y voluptuosos vestidos… los ejemplos son numerosos y llegan hasta la actualidad. En nuestro tiempo, Rihanna es quizá una de las personalidades más influyentes de su generación y aunque la de Barbados todavía tiene una larga carrera por delante, ya ha sentado los pilares de su estilo. Desde hace más de una década, Rihanna es fiel a un reconocible calzado, un diseño con gran significado dentro de la industria musical y que dice de ella mucho más de lo que parece.
La artista lleva años luciendo las mismas botas de forma recurrente, casi siempre en looks informales con vaqueros, aunque ha llegado a llevarlas también para cantar sobre el escenario. Sin decir el nombre de la firma, habrá quien haya podido reconocer tan emblemático zapato con un simple vistazo. Se trata del modelo clásico de las botas Timberland. El sello estadounidense, fundado en 1973, lanzó al mercado estas resistentes botas para los trabajadores de la construcción en Estados Unidos. Igual que ha sucedido con otras firmas de origen ‘obrero’, como Carhartt, la marca superó su concepción funcional y pronto adquirió el estatus de calzado cool. Fueron las estrellas del hip hop quienes las integraron en sus estilismos a finales de los ochenta y principios de los noventa. Este tipo de bota montañera tiene una célebre versión española, epítome del estilo noventero y miembro destacado hoy en día del olimpo de los básicos made in Spain. Sí, hablamos de las famosas Panama Jack, un calzado todoterreno nacido en Elche y convertido en objeto de deseo durante años.
Las botas amarillas más famosas de España
La historia de Panama Jack comenzó hace 50 años, antes de la propia existencia de la firma. En 1973 un joven empresario llamado Antonio Vicente, abrió su primera fábrica de calzado en Elche (Alicante), región mundialmente conocida por su histórica tradición zapatera. El nombre de aquella fábrica era ‘La Casita’ y durante varios años la principal actividad económica de la empresa fue confeccionar zapatos para su exportación. Fue en 1989 cuando Panama Jack comenzó a tomar forma y cuando Antonio Vicente apostó por diseñar las botas amarillas más famosas de España bajo una marca propia. Es en esta fecha cuando el emblemático logo que todos conocemos hoy en día se graba por primera vez en uno de los modelos. El esquemático dibujo encapsulaba el espíritu aventurero de la marca a través del rostro de un hombre, representado casi de perfil, y ataviado con un sombrero (de estilo Panamá) que cubre parte del rostro. Ese hombre de Panama Jack, misterioso y aventurero, como un Indiana Jones ilicitano, sigue siendo la carta de presentación de la firma.
La marca empezó a consolidarse en una época de grandes cambios para la industria de la moda. En la década de los noventa se empezaron a multiplicar las estrategias de deslocalización de fábricas y muchos grandes grupos textiles abandonaron sus países de origen para fabricar en lugares donde la mano de obra era mucho más barata y las condiciones de los trabajadores mucho más precarias. A través de la subcontratación de fábricas, los pesos pesados de la moda crecieron todavía más y empezaron a definir un modelo de negocio que dura hasta nuestros días. Sin embargo, en Panama Jack se apostó por lo contrario, desde sus orígenes la marca reivindica el hecho en España como valor añadido. Las botas Panama, complementaban el logo con el mensaje “made in Spain”, tres palabras que subrayaban el carácter nacional de este resistente zapato, fabricado desde siempre en Elche.
El éxito de la compañía supuso la diversificación de productos y hoy es posible encontrar, además de sus incombustibles botas Panama, sandalias, botines, botas altas… A comienzos de los años 2000, la empresa decidió trasladar una parte de su fabricación a China para poder seguir siendo competitivos con el precio y recuperar los números boyantes de sus primeros años, pero tal y como explicó el fundador de la empresa en una entrevista al portal alicantino Informacion.es, la experiencia no salió bien y terminaron por abandonar el país asiático para volver a centrar toda la fabricación en Elche. “No me ha gustado la experiencia de China porque no hemos logrado el producto deseado”, comentó al respecto.
Sin duda, ha habido cambios en estas décadas (entre ellos en la dirección general, con Patricia Vicente, hija del fundador, como CEO actual de la empresa), pero las Panama Jack permanecen inmutables y engrosando las cuentas de la compañía. Las botas amarillas revalidan su título de zapato más vendido de la firma año tras año y según publicó Alicante Plaza hace unos meses, fueron las responsables de buena parte de los 72,5 millones de euros que la marca facturó en 2021 (una cantidad correspondiente a la empresa matriz a la que pertenece, Grupp Internacional). Su exterior de color arenoso, la suela dentada, incluso los gruesos cordones bicolor han sido asimilados por otras marcas que buscan replicar el éxito de la enseña alicantina. A día de hoy, están presentes en cuarenta países y no hace falta ser excesivamente observadora para poder identificar en las calles la presencia de las botas todoterreno, siempre ajenas al paso del tiempo.
Del ‘hip-hop’ al armario de la reina Letizia
Si las mencionadas Timberland fueron concebidas para los trabajadores de la construcción, las Panama Jack surgieron para captar la atención de los amantes de la montaña. De hecho, el vínculo con la naturaleza siempre ha estado muy presente en la firma, como se demuestra en sus anuncios más tempranos. En su primera campaña de publicidad, lanzada en 1990, jugaron con el concepto del jardín del Edén y crearon un Adán y una Eva contemporáneos, rodeados de naturaleza y con unas botas Panama Jack como única vestimenta. “Creados para caminar” se podía leer en el eslogan, una clara referencia al carácter funcional de las botas, confeccionadas en una piel de napa resistente y duradera. La cercanía de la firma con el medio ambiente, presente en el corporativo color verde, se ha materializado también en diversos proyectos, como su colaboración con la famosa ruta Quetzal o la participación en las excavaciones de Atapuerca.
El carácter práctico de las botas no fue determinante cuando en la década de los noventa, jóvenes de todo el mundo se rindieron a las botas amarillas todoterreno. Tanto en España, con las Panama Jack, como fuera de nuestras fronteras, este diseño se convirtió en un codiciado objeto de deseo y la marca alicantina vivió su momento de gloria, siendo bautizada como la Timberland española. El éxito del calzado montañero guardaba una conexión directa con la escena musical estadounidense. En aquel país, las botas amarillas empezaron a arrasar gracias al auge del hip hop y la estética callejera, popularizada por referentes del rap como Notorius Big o Tupac. Combinadas con vaqueros anchos y de tiro relajado, fueron asimiladas por la subcultura de Nueva York y Los Ángeles antes de que las zapatillas de Nike irrumpieran con estrépito como nuevo símbolo de estatus.
Del ámbito musical, las botas se adentraron con facilidad en el mainstream y a finales de los noventa-principios de los años 2000, los Beckham ya lucían las botas amarillas a juego. En la gran pantalla, pudimos verlas en taquillazos de la época, como Hombres de negro (1997). En el siglo XXI, este tipo de diseños han alcanzado la categoría de clásico y su simbolismo ha quedado sepultado por su éxito intergeneracional. Hay quien sigue rendido a su lado funcional. La reina Letizia, por ejemplo, eligió un diseño clásico de Panama Jack para su viaje de cooperación a Mozambique, celebrado en 2019, pero entre sus fans más devotos no se pierde la oportunidad de integrar este zapato en todo tipo de looks. El auge de la estética alpina como tendencia de calle, aprobado sobre la pasarela por firmas como Ganni o Chloé, ha multiplicado el número de diseños que reflejan esa estética montañera, devolviendo el esplendor a unas botas que para muchos nunca han pasado de moda. Y si no, que pregunten a Rihanna.