La creadora de Lady Pipa: “Nunca nadie ha tenido el impacto de la reina Letizia con nuestro vestido Antonia: es la influencer con más credibilidad”
Hablamos con Sara González Pipaón, fundadora de esta firma especializada en invitadas sobre cómo es vestir a la realeza de verdad (ahora también a Leonor) y a la aristocracia de internet: desde Lucía Pombo a María García de Jaime, Marta Lozano o Natalia Coll.
El modelo elegido fue el vestido Antonia. Era un martes de finales de abril y el día prometía ser muy caluroso en Madrid. Los reyes presidían una ...
El modelo elegido fue el vestido Antonia. Era un martes de finales de abril y el día prometía ser muy caluroso en Madrid. Los reyes presidían una recepción organizada en el Palacio de la Zarzuela con motivo de la entrega de los Premios Cervantes y doña Letizia apareció con un modelo de lo más primaveral, un vestido estampado en rosa con un corpiño cruzado con hombreras, una falda lápiz con frunce en el centro y unas mangas abullonadas con puños grandes. La foto dio la vuelta a internet y el chat de empresa de Lady Pipa, la marca detrás del diseño, «ardió con miles de stickers de emoción», cuenta Sara González Pipaón, fundadora de la firma, a S Moda.
“Todo surgió a raíz de mi madre, que siempre me insistía en que teníamos que vestir a la Reina”, recuerda entre risas esta abogada que dejó el despacho legal en el que trabajaba para dedicarse en exclusiva a su proyecto personal. “Carolina, una chica de nuestro equipo, lleva en contacto con su estilista bastante tiempo. En todo caso, cuando se lo puso fue una sorpresa porque no nos había avisado”, cuenta. Después de Letizia, la princesa Leonor confió de nuevo en la firma en un evento de su agenda oficial. Este mismo mes de julio, ataviada con un vestido naranja, acudió a la entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona. “Es un honor vestir a la Reina y la princesa. Es el reconocimiento final a un trabajo muy duro para que los vestidos sean de muy alta calidad, pero al mismo tiempo accesibles para mucha gente”, asegura. El vestido Florida que llevaba la princesa estaba rebajado en aquel momento de 169,95 euros a 119,95 euros, en este momento se puede comprar por 99,95 euros.
Su relación con la otra aristocracia, la digital, comenzó con Marta Pombo, hoy con más de 700.000 seguidores en Instagram y hermana de la más famosa aún María Pombo, que acumula tres millones. «Ella fue una de las primeras que confió en Lady Pipa para una boda», asegura González. Desde entonces otras conocidas en redes sociales como María García de Jaime, Marta Lozano o Natalia Coll han llevado sus diseños. También la modelo Malena Costa posa en su tienda online con algunos de sus vestidos. «Al principio nosotras contactábamos con ellas o sus agencias, pero a medida que la marca se ha hecho más conocida, ellas nos escriben mucho para hacer colaboraciones cuando tienen una ocasión especial”, nos cuenta. “En todo caso, nadie nunca ha tenido el impacto que tuvo la Reina cuando se puso el vestido Antonia estampado. Creo que es la ‘influencer’ española con más credibilidad”, opina.
Después de terminar bachillerato en el colegio Ayalde de Bilbao, Sara González (Bilbao, 1989) estudió derecho y empresariales en la Universidad del País Vasco. Trabajó como abogada de M&A durante seis años en un despacho y en 2014 comenzó con su idea de Lady Pipa (el nombre viene de su segundo apellido, Pipaón) como un proyecto alternativo sin dejar su trabajo”. Lanzó una página web y comenzaron a entrar algunos pedidos de personas desconocidas. Fue cuatro años después, en 2018, cuando dio un giro radical a su carrera y decidió dedicarse en exclusiva a lanzar su propia marca de ropa especializada en ropa de invitadas. Dos años más tarde llegó la pandemia y con ella se cancelaron todos los eventos sociales: “Nos afectó muchísimo. Fueron meses muy duros. En tus cálculos haces estimaciones de que te puede ir mejor o peor, pero nunca tienes en mente que pueda pasar algo tan radical como para cancelar todos los eventos”, rememora. “También tuvo un gran impacto a nivel filosófico. Por un lado, tomamos la decisión firme de no perder el foco de hacer ropa para ocasiones especiales. La tentación para diversificar era grande teniendo en cuenta que no se podían celebrar eventos. Aun así apostamos por mantenernos fieles a nuestra misión. Por otro lado, también nos hizo más rápidos. Incorporamos nuestra línea de novias para hacer frente a la demanda de chicas que se casaban en petit comité y querían un vestido sencillo y asequible. Ahora esa línea de novias es una línea de negocio sólido para la que lanzamos dos colecciones al año”, cuenta. En estos momentos, asegura que, después de un pico de bodas en 2022, definitivamente hemos vuelto a la normalidad prepandemia: “Definitivamente, sí, nos gusta celebrar y había muchos eventos acumulados”.
Hoy la marca cuenta con dos tiendas físicas, una en Madrid y otra en Barcelona, y vende a través de su página web tanto en España como fuera. “Aproximadamente un 25% de nuestra facturación son pedidos al extranjero. Compran directamente a través de nuestra web y los principales países son Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y Estados Unidos. Ahora además vamos a empezar a trabajar con algunos retailers en Latinoamérica. En octubre tendremos también presencia física en Santiago de Chile”. El paso del universo digital a la realidad de un local a pie de calle, cuenta González, era algo que evitó durante mucho tiempo “por miedo a no poder bajar al mundo real todo el universo digital que habíamos creado alrededor de la marca. Sin embargo, es un producto que a la gente le gusta mucho probar y al final era un paso natural montar un punto de venta. La experiencia ha sido muy positiva”. Según datos del portal especializado Fashion Network, la marca cerró 2021 con una cifra de negocio de 2,5 millones de euros.
El éxito de Lady Pipa viene avalado por unos precios asequibles en un universo, el de las invitadas, donde las españolas suelen desembolsar más dinero. El vestido de la reina Letizia, disponible en varios estampados, cuesta 160 euros. Pero esta no es la única clave. También conectan con lo que le importa a las mujeres «millenial» más jóvenes. Por un lado, el diseño de proximidad. Toda la producción de Lady Pipa se hace artesanalmente en Madrid y para escoger las telas, Sara González viaja a las ferias de tejidos de París, Barcelona y Milán, donde exponen los principales proveedores de tejidos de Europa. “Los estampados los diseñamos nosotras en colaboración con un par de diseñadoras de Barcelona”, nos cuenta. El equipo es pequeño: ella misma y otra persona ideando las colecciones, más cinco personas externas (entre patronistas y muestristas) para hacer realidad esas ideas.
La segunda pata en la que se apoya Lady Pipa es la de resultar nueva constantemente, con nueve colecciones al año: “El lanzamiento continuo de novedades es uno de los pilares de nuestro negocio, ya que no producimos muchas unidades de cada modelo para preservar su exclusividad”, cuenta Sara González.
La tercera condición que favorece a Lady Pipa es su tallaje: fabrican modelos desde una XXS hasta una 5XL. Como explica la marca en su información corporativa, “Encajar en talla única no está de moda: la belleza va mucho más allá de la talla y trabajamos cada día para demostrarlo haciendo que nuestros vestidos favorezcan a todo tipo de cuerpos”. Así, mujeres que no encuentran vestidos en grandes cadenas (en Zara el tallaje habitual llega a la XL, en Mango lo mismo), tienen aquí una solución a sus eventos.
Lady Pipa, también, se define como una marca feminista: “Somos un equipo liderado y compuesto por mujeres. Creamos productos para mujer y para nosotras la forma más lógica de ofrecerte un excelente servicio es desde nuestra experiencia personal como mujeres. Además, somos feministas. Necesitamos referentes y cambios estructurales en la organización del trabajo si aspiramos a un entorno más justo. En Lady Pipa trabajamos para mejorar todos estos aspectos”, cuentan en su descripción de valores de empresa.
La condición más compleja que la marca —como cualquier otra nueva empresa del sector— necesitaba afrontar y trasladar a sus clientas es qué respuesta da a la sostenibilidad: ¿cómo encaja el lanzamiento de una nueva marca de ropa dentro de la industria de la moda, que como advertía la ONU en 2019 se trata del segundo sector más contaminante del mundo después del petrolero? Sara González asegura que esta es una preocupación que está en el centro de su actividad: “Más de un 50% de nuestros productos están confeccionados con viscosa procedente de bosques sostenibles y estamos introduciendo el poliéster reciclado. Además, diseñamos nuestros embalajes evitando el uso de plásticos. Y lo más importante, el hecho de hacer producción de proximidad nos permite optimizar la producción a lo que realmente se va a vender y evitar la sobreproducción”.
Sin tener formación ni experiencia previa en este campo —“más allá de gustarme mucho la moda, la primera vez que tuve contacto con la industria fue cuando emprendí con Lady Pipa”— Sara González ha aprendido “mucho a base de prueba y error en estos años”. Asegura que la estética y el “storytelling” de Maria Grazia Chiuri al frente de Christian Dior son una inspiración y que sus invitadas favoritas son la “influencer” sueca Matilda Djerf (creadora de la marca Djerf Avenue, valorada en un millón de euros) y Sofia Richie, hija del cantante Lionel Richie.
Para González lo de vestir a la reina Letizia “ha sido un sueño cumplido”. Ahora tiene la vista puesta “en celebrities estadounidenses tipo Hailey Biber, Gigi Hadid”. A por la aristocracia de Los Ángeles.