Heather Graham: «Ser sexy es cuestión de energía»
A sus 43 años, la dulce stripper de la saga Resacón ha aprendido a tomarse con sentido del humor la imagen de rubia con cabeza de chorlito que Hollywood le ha reservado.
Ángel o demonio. ¿Se hace la tonta… o es muy lista? De lo que no cabe ninguna duda es de que Heather Graham personifica a la eterna secundaria, rubia, de mirada dulce y, sobre todo, terriblemente sexy que todo director quiere en su película. A sus 43 años, lleva muchos morando en la lista de las mujeres más deseadas del cine, así como Jennifer Aniston, de 44, o la otra Jennifer (Lopez), de 43.
Lo mismo le pasa en pantalla. Saltó al ruedo en Boogie Nights, como la actriz porno que nunca se quitaba los patines, y se consagró con Austin Powers, donde su personaje...
Ángel o demonio. ¿Se hace la tonta… o es muy lista? De lo que no cabe ninguna duda es de que Heather Graham personifica a la eterna secundaria, rubia, de mirada dulce y, sobre todo, terriblemente sexy que todo director quiere en su película. A sus 43 años, lleva muchos morando en la lista de las mujeres más deseadas del cine, así como Jennifer Aniston, de 44, o la otra Jennifer (Lopez), de 43.
Lo mismo le pasa en pantalla. Saltó al ruedo en Boogie Nights, como la actriz porno que nunca se quitaba los patines, y se consagró con Austin Powers, donde su personaje generaba decenas de insinuaciones sexuales. Ahora vuelve con R3sacón, en la que retoma su papel de streaper con un corazón de oro capaz de ganarse a la manada de lobos que protagoniza la tercera y última entrega de esta exitosa comedia.
Hollywood parece tener fijación con la carga sexual de la actriz, pero a esta nativa de Milwaukee parecen importarle otras cosas. Por ejemplo, sus sandalias. «Son Casadei, y me tienen obsesionada», comenta mientras muestra un modelo de tacón alto como una niña con zapatos nuevos. «Son increíblemente cómodas. Tanto, que me dedicaría a besarlas y a hacerles el amor», añade con más inocencia que picardía.
Vestido de chifón con tulipanes bordados de Valentino, sujetador de Carine Gilson y culotte de Chantal Thomas.
Greg Lotus
En realidad, a ella no le gustan especialmente los tacones y, en cuanto salga de la entrevista, afirma que se calzará sus botas Fendi de motorista. Esas que, como confiesa, se «autorregaló» por navidades. Pero ahora está interpretando su papel y eso exige stilettos, aunque duela. «Digamos que encarno a una persona normal que pretende ser una estrella de cine. Ese es mi personaje», confiesa juguetona. De ahí los tacones y el vestido blanco y negro ajustado de Talbot Runhof que muestra dando una pirueta. «Es la suerte de ser actriz. Que me lo prestan todo», sonríe.
Graham las suelta así de claras. O se queda sin palabras y su publicista le tiene que sugerir las respuestas. Por ejemplo, que su estilista fue quien le enseñó a vestir eligiendo modelos que resaltaran su belleza. «Pero lo más importante es sentirme bien con lo que llevo, y no hablo de estar cómoda sino de ser yo. Creo que el mejor vestido es el que te hace expresar lo mejor de ti misma», añade ahora con sus propias palabras y la lección bien aprendida.
La actriz no se considera una obsesa de la moda. De hecho, si no es su estilista, siempre tiene alguna amiga cercana que le aconseja qué ponerse. Su filosofía es que arreglarse es tan divertido como el no hacerlo, momento en el que tira de chanclas y de su colección de camisetas de yoga Sweaty Bett. «Yo me siento sexy incluso cuando estoy toda sudada y con el pelo revuelto. Todo es cuestión de energía», explica como declaración de principios. «Ser sexy es muy divertido», añade.
Camisa de crepé de Vanessa Bruno y sombrero de Bijou Van Ness.
Greg Lotus
Al parecer, Graham no siempre fue así de lanzada. Aunque no le gusta hablar del tema, la actriz, que se crió en la fe católica, recuerda una infancia llena de tabús familiares en la que la amenazaban con enviarla a un convento. Se hace difícil imaginarla allí. «Solo oía las palabras “pecado”, “infierno”, cosas así», recuerda sin entrar en más detalles. Su independencia fue un proceso personal que la llevó a tener una fulgurante carrera en Hollywood y lucir una igual de impresionante lista de amantes que incluye los nombres de Leonardo DiCaprio, Heath Ledger, Ed Burns, Kyle MacLachlan o James Woods, entre otros. «Todos fueron geniales», dijo recientemente. Geniales, tal vez, pero no lo suficiente. Graham ha preferido seguir soltera hasta la fecha. Ella no busca un marido, busca la felicidad. Y, como asegura, prefiere estar sola y feliz que ser una esposa desdichada. «A estas alturas tengo claras mis prioridades», señala. ¿Algún consejo? «Eliminar las neurosis, todos esos pensamientos que te hacen sentir triste», dice con los ojos bien abiertos como mostrando el vacío de la mente.
«Claro, eso es más fácil decirlo que hacerlo», se ríe. ¿De ahí que no se case? «Quizá», admite enigmática. «Porque puedes dejar que la sociedad te imponga lo que debes hacer o te puedes preguntar si eso es para ti y decir que, quizá, lo que quieres no es lo que se supone que tienes que hacer, pero es lo que te hace feliz».
En otros temas, Heather es una mujer mucho más transparente. No le importa, por ejemplo, mostrar qué lleva en su bolso: el iPhone (otra obsesión), sus gafas de sol Dita, una barra de cacao para los labios y una crema de manos hidratante. «Ese es el único consejo de belleza que llevo a rajatabla. La hidratación. Bebo mucha agua y no puedo vivir sin una buena hidratante», detalla.
Look total a rayas y gafas de sol, todo de Marc Jacobs; y zapatos de Dior.
Greg Lotus
Sus otros consejos para ser ella misma y sentirse bien son igual de sanos: un masaje semanal, exfoliar la piel con regularidad, nada de alcohol ni drogas, dormir mucho y realizar unas buenas sesiones de yoga. «Ahora también me ha dado por eliminar la harina blanca de mi dieta. Me hace sentir más sana. Y le he tomado cariño a los zumos de algas. Con manzana y limón, eso sí. No soy muy de zumos, pero dicen que son saludables», comparte.
Los resultados saltan a la vista, aunque Graham dice que hay más, algo que aprendió de David Lynch cuando trabajó con él en esa serie de culto que fue Twin Peaks. Se trata de la meditación transcendental, que practica a menudo y que la lleva a retiros espirituales por todo el mundo para poder perfeccionar sus técnicas. Mens sana in corpore sano. Eso sí, nada de cirugía plástica. «Me da miedo», se ríe. No es esa la única razón. Bajo su apariencia de rubia cabeza de chorlito, la actriz es consciente de las presiones de la sociedad (especialmente en Hollywood) a la hora de imponer cánones. «Me gusta tener una cierta apariencia, pero eso no lo es todo. Por ejemplo, mi ídolo en esta industria, la actriz más atractiva de Hollywood, es Susan Sarandon. Ella es una mujer sexy, muestra su edad y tiene su propio estilo. Está cómoda en su pellejo y eso le confiere una sensualidad que la hace diferente. ¡Ya me gustaría que se me pegara algo!».
Además, su película preferida es Harold y Maude, la historia de amor entre una octogenaria y un adolescente de la que desearía hacer una nueva versión cuando sea anciana. Quizá cambie de idea cuando le salga la primera cana. O no: «Ya tengo una y ¿sabes qué? Las canas son muy fáciles de ocultar».
Vestido de lana con detalle de tul de Dior, sombrero vintage y sujetador de Carine Gilson.
Greg Lotus