Erika Linder: «Al menos cien mujeres al día me preguntan cómo salir del armario»
Erika Linder empezó su carrera desobedeciendo a todos los que la rodeaban, quienes le aconsejaron no que se hiciese pasar por hombre es una sesión para una revista de culto como Candy. Ella tenía razón pero la industria ha tardado diez años en comprender su punto de vista.
Una tarde de verano, Erika Linder (Sund-byberg, Suecia, 31 años) estaba con sus amigos correteando por el centro de Estocolmo cuando una señora le puso la mano en el hombro y le preguntó si quería ser modelo. Tenía 14 años. A duras penas pudo responder, pues, como ella misma dice, “tenía la boca llena de golosinas”. Le costó tomarse aquella proposición en serio, primero porque jamás se había tenido por la guapa de su grupo —jugadora de fútbol desde los seis años, siempre había sido lo que describe como “un chicazo”— y segundo, porque nunca se le había ocurrido posar para una cámara. “Siempre h...
Una tarde de verano, Erika Linder (Sund-byberg, Suecia, 31 años) estaba con sus amigos correteando por el centro de Estocolmo cuando una señora le puso la mano en el hombro y le preguntó si quería ser modelo. Tenía 14 años. A duras penas pudo responder, pues, como ella misma dice, “tenía la boca llena de golosinas”. Le costó tomarse aquella proposición en serio, primero porque jamás se había tenido por la guapa de su grupo —jugadora de fútbol desde los seis años, siempre había sido lo que describe como “un chicazo”— y segundo, porque nunca se le había ocurrido posar para una cámara. “Siempre he tenido vocación artística, pero confieso que mi verdadera pasión desde muy pequeña, además del fútbol, es la música”. Cuando llegó a casa se lo contó a sus padres, quienes, abiertos y tolerantes, se mostraron entusiasmados con la idea, pero ella fue quien dijo que de ninguna de las maneras pensaba aceptar. Más tarde empezó a estudiar Derecho y después de tres años aburriéndose soberanamente recuperó la tarjeta que tenía guardada y llamó a aquella mujer que, por supuesto, ya no estaba en la agencia. Dio igual. Se acabó mudando a Los Ángeles, donde ha vivido los últimos años, para probar suerte como modelo. No se arrepiente en absoluto de haber empezado más tarde: “Cuando escucho a amigas del gremio contar por lo que han pasado —abuso sexual, desórdenes alimenticios y otras inseguridades—, creo que es porque empezaron demasiado jóvenes. A los 20 años no es que seas tampoco una persona completamente madura, pero ya tienes otra noción del mundo. En mi caso, además, contribuyó a que no perdiera la estabilidad el hecho de que nunca me he tomado esto muy en serio”.
A esa edad, de todas maneras, Linder tenía muy claro que solo ella misma iba a decidir por dónde iban sus pasos, así que cuando el editor español Luis Venegas la contactó por Facebook para proponerle interpretar a un jovencito Leonardo DiCaprio en las páginas de su revista de culto, Candy, dijo que sí, a pesar de que sus agentes y todo el mundo a su alrededor estaban en contra. Le decían que iba a arruinar su carrera nada más empezar. “Pensé: se supone que la moda va sobre romper las reglas, experimentar, se supone que tiene que ser divertida y no mortalmente seria todo el rato”. Aquella sesión supuso el inicio de su carrera y la convirtió en la primera modelo femenina en ser fichada para un papel masculino. Corría 2010, cuando el debate de género solo estaba presente en los departamentos de algunas universidades y en las minorías, que en la actualidad ya han conseguido hacer escuchar su voz y resulta que no son tan minoritarias. “Ahora miro atrás y me siento muy orgullosa y una de las razones es que fue una decisión sola y exclusivamente mía”. Sin embargo, después de aquello, la industria quiso encerrarla en una categoría: “Muy bien. Ahora era solo una modelo masculina. Y yo pensaba: ¿y si mañana quiero ponerme un vestido porque me da la gana? No hay ningún motivo por el que no pueda. Y por eso ha sido tan difícil para mí demostrar con los años que podía trabajar con Louis Vuitton y Chanel y ponerme ropa femenina”. Erika Linder se da cuenta ahora de que fue una adelantada a su tiempo: “A las grandes firmas les ha costado mucho alcanzarme. La gente quiere ponerte etiquetas inmediatamente”.
Ella nunca ha tenido miedo a expresarse abiertamente como una persona bisexual, a pesar de que sea un icono en la comunidad lésbica gracias a Below Her Mouth, una película de 2016 en la que interpreta un tórrido romance entre dos mujeres: “Ahora tengo una novia, pero he tenido novios y no pasa nada”. Linder, sin embargo, es perfectamente consciente de que no es tan fácil para todo el mundo. «Desde que hice esa película cientos de chicas me contactan cada día para preguntarme cómo salir del armario y yo no sé qué decir porque me da miedo hacer juicios sin saber. ¿Te van a echar de casa? ¿Te van a meter un tiro? Todavía tengo que aprender a contestar con tacto porque quiero ayudar de verdad”. En estos momentos que la cuestión de género está más candente que nunca, curiosamente a ella le da más miedo pronunciarse sobre el tema. “Cuando fui al estreno de la película en el Festival de Toronto muchísima gente se enfadó porque iba con un vestido de Vuitton y decían: ‘Esta a qué juega. Es un fraude’. La gente tiene una idea preconcebida de lo que debes ser y ahora me da miedo hablar de ciertos temas porque la cultura de la cancelación es muy fuerte, especialmente en Estados Unidos”.
Desde hace seis meses, Linder vive en su país de origen. El confinamiento hizo que mirara Los Ángeles con otros ojos, una ciudad que, dice con infinita ironía, no es fácil si «no te drogas, y yo no me drogo»: “Vi lo lejos que estaba de mis raíces”. Próximamente filmará dos películas y Nueva York es el siguiente destino que pasa por su cabeza. Aunque, confiesa entre risas, tampoco ha abandonado su sueño de niñez: dedicarse a la música: “Siempre he tenido pianos y guitarras en mi casa y compongo en la soledad de mi cuarto. Durante mucho tiempo no he estado preparada para que nadie escuchase mis canciones, pero empiezo a sentir muchas ganas. Creo que es la primera vez que le cuento esto a nadie”.
* Estilismo: Juan Cebrián. Modelo: Erika Linder (Next Models). Maquillaje: Wendy Rowe (Caren Agency). Peluquería: Tomi Roppongi (Saint Luke Artists). Manicura: Robbie Tomkins (Premier Hair and Makeup). Diseño de set: Sean Thomson (The Magnet Agency). Producción local: Lucy Watson (Lucy Watson Productions). Técnico digital: Andreas Klassen. Asistentes de fotografía: Teddy Park y Charlie Chichester. Asistente de estilismo: Paula Alcalde. Asistente de maquillaje: Rachael Thomas. Asistente de diseño de set: Hugo Aguirre (hugoaguirre_design). Asistente de producción local: Katie Meehan (Lucy Watson Productions).