Andie MacDowell: “Nuestra sociedad está creada para glorificar a las mujeres jóvenes”
Triunfó como modelo, participó en películas míticas como ‘Atrapado en el tiempo’ y luego decidió criar a sus hijos en un rancho de Montana, lejos de “la presión” de Los Ángeles. Ahora ha trabajado por primera vez junto a su hija Margaret Qualley en la serie ‘La asistenta’ (Netflix) y su rizada melena canosa se ha convertido en el símbolo de su rebelión.
Andie MacDowell dejó Gaffney, su pueblo de Carolina del Sur, para mudarse a Nueva York en 1979. Tenía 21 años y un contrato con la agencia de modelos Elite. Su carrera fue imparable: en los ochenta protagonizó campañas de Calvin Klein, posó para Richard Avedon vestida de Versace y en 1984 debutó como actriz en Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos y enlazó películas icónicas como Sexo, mentiras y cintas de vídeo, Atrapado en el tiempo o Cuatro bodas y un funeral. Glenn Close tuvo que doblarla en su primer filme, por su marcado acento sureño. A sus 63 a...
Andie MacDowell dejó Gaffney, su pueblo de Carolina del Sur, para mudarse a Nueva York en 1979. Tenía 21 años y un contrato con la agencia de modelos Elite. Su carrera fue imparable: en los ochenta protagonizó campañas de Calvin Klein, posó para Richard Avedon vestida de Versace y en 1984 debutó como actriz en Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos y enlazó películas icónicas como Sexo, mentiras y cintas de vídeo, Atrapado en el tiempo o Cuatro bodas y un funeral. Glenn Close tuvo que doblarla en su primer filme, por su marcado acento sureño. A sus 63 años sigue sin borrarlo. Parece que no le importa mucho lo que digan de ella, que marca sus propias reglas.
Está en Gales rodando una nueva película y aparece en la videollamada con gafas, el pelo rizado semirrecogido, y un jersey holgado de lana. Natural y reflexiva al hablar, desprende seguridad. Esa confianza en sí misma la llevó a dejar Hollywood para criar a sus hijos en un rancho de Montana (tiene tres, Justin, Rainey y Margaret, fruto de su matrimonio con el modelo Paul Qualley, con quien estuvo casada de 1986 a 1999). “Ellos agradecen que tomara esa decisión. Ahora vivo de nuevo en Los Ángeles y estoy disfrutándolo. Pero es que allí la gente está obsesionada con la industria. Las conversaciones con las que mis hijos crecieron eran distintas: naturaleza, animales. Se podía hablar de series, pero no obsesivamente como en Hollywood. Llegué a sentir que si no estaba trabajando todo el rato era una perdedora; aunque acabes de finalizar un proyecto decente les da igual, sentía la presión, que nunca estaba haciendo lo suficiente”, reflexiona. Eso no supuso que dejara de actuar, posar —ha sido imagen de L’Oréal Paris durante más de tres décadas— y protagonizar noticias. Su pelo, que ha decidido lucir con canas, revolucionó en verano la alfombra roja de Cannes y ahora ha trabajado con Margaret, la pequeña de la casa (26 años), en La asistenta, la serie de Netflix basada en las duras memorias de Stephanie Land, que luchó por criar a su hija lejos de un padre alcohólico y violento. Qualley es Alex, la protagonista, y MacDowell interpreta a Paula, su madre, que tiene un trastorno bipolar que no quiere tratar.
La compañía de producción de Margot Robbie está detrás de la serie. ¿Las mujeres de la industria son las que están cambiando narrativas y creando papeles más diversos para mujeres de todas las edades?
Sí, creo que hay mucha más camaradería ahora, que somos un grupo cada vez mayor y que hemos reconocido que tenemos que hacer los cambios por nosotras mismas, que nadie más lo va a hacer.
El personaje de Alex sufre abuso emocional por parte de su marido, huye de eso con su hija y encuentra apoyo en otras mujeres que también han experimentado malos tratos. ¿Contar este tipo de historias puede ayudar a otras personas, darles coraje para huir de ciertas situaciones?
Sí, creo que el libro y la serie son una forma de que las mujeres vean a otra mujer dar los pasos correctos para cambiar su vida, ser consciente de que ha sido víctima de abuso. Viendo la serie te das cuenta de que hay distintos tipos de abusos, y algunos a veces no se reconocen como tales, incluso el padre de la protagonista no ve que se produce un abuso en ciertas situaciones, no ve nada incorrecto. Y yo pienso que es muy importante para la gente ver estos comportamientos que han sido aceptados y son descaradamente abusivos, pero que han sido muy comunes en la sociedad. Reconocerlos y dar los pasos necesarios para no estar en una situación así nunca más.
Ha contado que su madre fue alcohólica y desde niña tuvo que cuidarla. ¿Esa vivencia las ayudó a usted y a su hija a construir sus personajes?
Oh, sí. Una de las razones por las que mi hija quería que estuviera en la serie y sugirió que me contrataran es porque conocía mi historia y sabía que yo tenía experiencia de primera mano con alguien que había sufrido una enfermedad mental y las complejidades que la rodean, la oscuridad que viene con todo eso. Sabía que iba a entender a mi personaje.
La salud mental es un asunto muy presente hoy en la sociedad, últimamente han hablado de ella figuras como Simone Biles o Naomi Osaka. Pero ¿por qué ha sido un tabú durante tanto tiempo?
Las cosas están ahora mucho mejor gracias a que se habla de ellas. Betty Ford [ex primera dama de Estados Unidos], por ejemplo, cambió el alcoholismo. Cuando reveló su dependencia y abrió su centro supuso un gran avance para entender que se trata de una enfermedad. En lo referente a enfermedades mentales, en la última década la gente se ha vuelto más comprensiva con el hecho de que son enfermedades, no algo que se elige. En 1958, cuando mi madre fue diagnosticada, se escondía, era algo bochornoso y nadie se preocupaba, se solía decir que las mujeres tenían ataques de nervios y con eso se cerraba el debate.
¿Le costó prepararse para interpretar a Paula?
He tenido tantas experiencias vitales con mucha oscuridad, que son demasiado personales como para compartirlas con nadie, que no tuve que buscar fuera. Conocía lo que se contaba, yo crecí de esa manera, y podía apoyarme en ello. Y luego tomé decisiones sobre mi personaje, su sexualidad. Paula es adicta a estar con un hombre, y conozco a muchísimas mujeres así, que no se sienten completas o bien consigo mismas y dentro de la sociedad si no tienen pareja.
Usted, al contrario, lleva soltera casi 20 años [en 2004 se divorció de su segundo marido].
No siento que me falte nada, lo único que me molesta es cuando proyectan en mí que algo está mal por eso. Durante mucho tiempo la gente solo me preguntaba con quién estaba saliendo. Y para mí mi vida es algo mucho más interesante que esa parte de mi vida. Si no hubiera estado casada y tenido hijos a lo mejor no me sentiría así, pero he tenido esa experiencia y hay muchas otras que deseo vivir.
En Cannes mostró sus canas, ¿por qué se las dejó?
Pensé que ya era hora. Para mí, cuando tu rostro alcanza una cierta edad resulta raro verte con el pelo teñido. Es mi visión estética, no me gusta tampoco cómo le queda el pelo teñido a un hombre de 60.
¿Ya no se piensa que un hombre canoso puede ser atractivo y una mujer parecer descuidada?
Eso ya no es cierto. Creo que vivir temiendo envejecer es terrible. No puedo tener miedo a lo inevitable, a la verdad, no puedo fingir. Y creo que todo el mundo está preparado para permitir que las mujeres se sientan hermosas a cualquier edad. Nuestra sociedad está creada para glorificar a las mujeres jóvenes, y para hacer que las mayores se sientan mal consigo mismas. Ahora miro Instagram y me fascina ver que hay más apoyos hacia mí y mi aspecto actual de los que ha habido en los últimos 20 años. Es casi como si la gente se sintiera aliviada por ver a una mujer cómoda con su verdadera edad, siendo honesta sobre quién es.
¿Cuáles son los mayores cambios de su industria, además de ese?
Muchas cosas se parecen a cuando empecé, pero uno de los grandes cambios es que hemos evolucionado como seres humanos: mis hijas [ambas actrices] comprenden mejor lo que es apropiado y no, qué aceptan y qué no. Con el Me Too y el Time’s Up hemos hecho una gran transformación y están muy educadas en esos asuntos. Pueden manejar cualquier situación.
¿Usted soportó alguna situación difícil a su edad?
No, nunca tuve ese tipo de problemas en el trabajo, nadie intentó ligar conmigo, me tocó o fue inapropiado. Sí hubo hombres que me dijeron “pasa el fin de semana conmigo” y yo les dije no, o gente que yo sabía que tenía mala reputación y me citaba en un sitio y yo decía: “No, nos vemos en este otro lugar”.
Mostró mucha seguridad en sí misma.
Bueno, se habrían metido en un problema si hubieran intentado algo. No sé cómo habría reaccionado… Me crie en una pequeña ciudad redneck [apelativo referido a la clase baja blanca del sur de Estados Unidos], les habría dado una patada en las pelotas si me hubieran hecho algo.
Modelos como Carré Otis han acusado de abusos a Gérald Marie, antiguo jefe de Elite. ¿Como modelo tampoco tuvo ningún problema?
No, yo nunca tuve problemas sexuales, mi único problema con ser modelo fue que todos son cómplices en hacer que las jóvenes pasen hambre, y nadie hace nada al respecto. Esa necesidad de ser un esqueleto. A mí me daba miedo hacer deporte, porque podía tener aspecto saludable. Advertí a Margaret de esto cuando empezó, le dije que a veces te tratan como ganado. Pero eso está cambiando ahora, hay una toma de conciencia.
A lo largo de su carrera ha trabajado en películas que han pasado a la historia del cine, ¿cuál es su mejor recuerdo?
Parece una bobada, pero cuando trabajé en Sexo, mentiras y cintas de vídeo nunca me ponía el despertador. Simplemente sabía exactamente a qué hora me tenía que levantar cada día, y eso me sorprendía. Fue un rodaje creativo y sin presión. Todo era intuitivo. Steven Soderbergh fue brillante, aunque era su primera película no había dudas. Te sentías escuchado.
¿Y en Atrapado en el tiempo, que ya forma parte de la cultura popular?
Fue parecido, Harold Ramis era extremadamente organizado, trataba a todo el mundo con un profundo respeto, todo era cálido, ibas a trabajar feliz cada día, siempre sabías que ibas a tener lo que necesitaras, sentías apoyo, había mucha camaradería. Fue un rodaje divertidísimo, increíble.
¿Qué tipo de proyectos le gustaría hacer en el futuro?
Me encantaría hacer proyectos como esos, pero llegar ahí es complicado. Necesito trabajar porque es mi salida creativa, lo encuentro placentero. Pero resulta difícil decir lo que quieres hacer, hasta que lo ves.
*Maquillaje: Valeria Ferreira (The Wall Group). Peluquería: Ken O’Rourke (Premier Hair and Makeup). Manicura: Michelle Class (LMC Worldwide). Diseño de set: Jack Appleyard. Producción local: NM Productions. Asistentes de fotografía: Darren Gwynn y James Hobson. Asistente de diseño de set: Julia Collington.