«Antes las joyas se relacionaban con momentos clave de la vida, hoy las llevamos de forma cotidiana»
Hablamos con Susanne Kölbli, directora creativa de Thomas Sabo, sobre los inicios de la firma y su nueva colección, inspirada en el imaginario de la naturaleza.
A Susanne Kölbli un encuentro fortuito le cambió la vida. “Yo estudiaba diseño de interiores y un amigo común me presentó a Thomas Sabo. Estaba en la universidad y hacía mis primeros trabajos en decoración”, explica. De aquello han pasado casi treinta años, durante los que Kölbli ha visto cómo la marca de la que es directora creativa ha crecido hasta convertirse en un referente global. “Para mí el gran punto de inflexión sucedió cuando abrimos la primera tienda, en Frankfurt, en el 98”, explica la diseñadora, “fue entonces cuando pudimos crear una identidad propia y ser más libres”. Dicha iden...
A Susanne Kölbli un encuentro fortuito le cambió la vida. “Yo estudiaba diseño de interiores y un amigo común me presentó a Thomas Sabo. Estaba en la universidad y hacía mis primeros trabajos en decoración”, explica. De aquello han pasado casi treinta años, durante los que Kölbli ha visto cómo la marca de la que es directora creativa ha crecido hasta convertirse en un referente global. “Para mí el gran punto de inflexión sucedió cuando abrimos la primera tienda, en Frankfurt, en el 98”, explica la diseñadora, “fue entonces cuando pudimos crear una identidad propia y ser más libres”. Dicha identidad se tradujo en los ‘charms’, esos pequeños colgantes de mil y un formas que el público comenzó a coleccionar para personalizar sus piezas. “Recuerdo especialmente nuestro colgante en forma de candado, el ‘Thomas Lock’, fue ahí realmente cuando el nombre de Thomas Sabo comenzó a sonar con fuerza”, rememora Kölbli.
Sin embargo, para ella fue otro momento el que marcó la diferencia. “Recuerdo especialmente el día que conocí a una mujer que llevaba solo joyas que habíamos diseñado. Le dije cuál era mi trabajo y, tras una larga conversación, me dijo: ‘Llevo este tipo de joyas porque me hacen feliz’. Obviamente, nos hicimos amigas”, comenta.
Susanne también ha presenciado la evolución de la joyería y ha sido partícipe de dicho cambio. “Al principio las joyas se relacionaban con momentos clave en la biografía de alguien; hoy le hemos quitado peso al sector y utilizamos piezas de forma cotidiana”, opina. “Si tuviera que definir Thomas Sabo con una palabra sería ‘lúdica’”, dice, “La idea es que cada producto tenga un significado distinto, simbólico, para cada persona y que esos accesorios sirvan para jugar y contar una historia”.
Esa energía positiva que Kölbli quiere transmitir en sus creaciones impregna la nueva colección de la marca, Magic Garden. “La naturaleza es cada vez más importante para nosotros, es nuestra mayor fuente de inspiración”, explica. “Queríamos captar eso momento en que comienza la primavera y el ánimo cambia”. Esa sensación se traduce en piezas multicolores sobre plata y oro que representan gorriones, plumas, hojas y otros símbolos naturales y en dos líneas, masculina y femenina. “Hace tiempo que los hombres también se atreven con las joyas”, afirma.
Aquella pequeña tienda / taller del sur de Alemania se ha convertido hoy en el emblema de una casa con 500 empleados en las oficinas centrales de Lauf an der Pegnitz y más de 3.100 puntos de venta (de ellos, 260 son tiendas propias) repartidos por el mundo. Sin embargo, Kölbli resalta su espíritu familiar (Thomas Sabo sigue siendo el director general de la firma). “Todo el proceso creativo sigue funcionando de manera muy orgánica. De la creación del moodboard a la producción, la toma de fotos….en realidad no es algo muy complicado”, afirma. “Lo importante es que siga siendo divertido”.