Ariana Grande o el sinvivir de ser la mujer del año
O por qué una artista puede batir todos los récords posibles pero acabará siendo castigada socialmente por no atender a relaciones tóxicas o no sufrir como se espera que haga.
«Este ha sido uno de los mejores años de mi carrera y uno de los peores de mi vida». Ariana Grande puede tener 46,9 millones de oyentes mensuales en su canal de Spotify –ya es la artista más escuchada de la plataforma en todo el mundo–, vender discos a espuertas cuando parece que nadie lo hace –God is a Woman y No tears left to cry de su tercer álbum, Sweetener, han convivido en el top 10 de Billboard simultáneamente varias semanas– o convertir una canción sobre el derecho a pasar página vital en un fenómeno pop inco...
«Este ha sido uno de los mejores años de mi carrera y uno de los peores de mi vida». Ariana Grande puede tener 46,9 millones de oyentes mensuales en su canal de Spotify –ya es la artista más escuchada de la plataforma en todo el mundo–, vender discos a espuertas cuando parece que nadie lo hace –God is a Woman y No tears left to cry de su tercer álbum, Sweetener, han convivido en el top 10 de Billboard simultáneamente varias semanas– o convertir una canción sobre el derecho a pasar página vital en un fenómeno pop incontestable –el videoclip de Thank u, next batió récords en YouTube, 55 millones de reproducciones en 24 horas; canción que, además, ha trascendido como uno de los mejores memes del año–.
Su éxito profesional, como bien recordó cuando recogió hace unas semanas su premio a Mujer del Año por Billboard, no tiene por qué conjugar con el personal: en mayo de 2017, Grande padeció un atentado terrorista mientras ofrecía un concierto en la gira Dangerous Woman en Manchester (22 muertos y 116 heridos); uno de sus ex novios, Mac Miller, murió por sobredosis accidental hace unos meses en plena depresión y su última pareja, el cómico de Saturday Night Live Pete Davidson, está fantaseando con el suicidio en sus redes sociales. «Quiero aprender a darme el amor y perdón que di en el pasado frívolamente a los hombres, pero a mí misma, ojalá, a partir de ahora», dijo sobre el escenario en un alegato del autocuidado femenino mientras recurría a lo que muchas hacen al exponerse emocionalmente en público: maldecirse y caer en la autoparodia por ablandarse. «No digo que haya sido el peor año para que os compadezcáis de mí, lo digo porque cualquiera que me vea ahora pensaría, ‘mira, es la mujer del año, está en el pico de su carrera y es capaz de poner orden sobre todas sus mierdas’. Y sí, puede que lo parezca, pero no tengo ni puta idea de lo que estoy haciendo», recordó.
Toda esta paradoja de convivencia de éxito profesional y sufrimiento emocional ha tomado en Ariana Grande una narrativa que traspasa la pura tragedia accidental. La artista lleva meses voceando y peleando contra los estigmas sexistas que pesan sobre el supuesto duelo de la ‘viuda’ o el machismo social que, apoyándose en la concepción de que los hombres han sido descuidados o abandonados, culpabiliza a la mujer de las imprudencias que comenten ex parejas irresponsables y emocionalmente inestables. En mayo, cuatro meses antes de que Mac Miller muriese por sobredosis y ante un tuit que acusaba a la cantante de que el rapero hubiese sido pillado conduciendo borracho y dándose a la fuga al poco de romper la relación, Grande respondió: «Qué absurdo que minimices el amor propio femenino y nuestra valía diciendo que alguien debe permanecer en una relación tóxica solo porque él escribió un álbum sobre los dos. […] Ni soy una canguro ni una madre y ninguna mujer debería sentir que debe serlo. Me he preocupado por él y he tratado de apoyarlo en que se mantuviese sobrio y he rezado por su estabilidad durante años pero culpar o avergonzar a una mujer por la incapacidad de un hombre de mantener su vida en orden es un problema más gordo. Por favor, paremos esto. Por supuesto yo no compartí lo duro o lo terrorífico que fue mientras pasó, pero lo fue», escribió.
Cuando Mac Miller falleció accidentalmente por sobredosis de cocaína y fentanilo en su casa en septiembre de este año, la cantante tuvo que inhabilitar los comentarios de su cuenta de Instagram al recibir multitud de acusaciones en las que se culpaba de la muerte y depresión del rapero a la artista. Pocos días después, y con la publicación de unas fotos captadas por paparazi en las que se veía a Grande acompañada de unos amigos bajo la lluvia, los tabloides cuestionaron si era apropiado que sonriera en su primera salida tras la muerte de su ex pareja. Una situación similar que se ha vuelto a repetir este mes de diciembre, cuando Pete Davidson –con el que ha mantenido una de las relaciones más radiografiadas por los medios durante este 2018– expresó tendencias suicidas al publicar una nota en su Instagram. El cómico ya había explicado en el pasado, antes de mantener una relación con Ariana Grande, que padece un trastorno de límite de personalidad que le había afectado en sus relación con Cazzie David. El sábado pasado, Davidson colgó una nota en su Instagram alertando de que no quería «estar más en este planeta», publicación que borró poco después y que provocó que la policía de Nueva York se acercase hasta el plató de Saturday Night Live para comprobar si se encontraba bien –lo estaba–. De nuevo, Ariana Grande bloqueó el poder comentar en su cuenta durante unas horas para evitar verse inculpada de nuevo por la salud mental de otra ex pareja.
Tal y como recuerda Kristi DiLallo en La policía del duelo: los hombres que quieren que Ariana Grande se rompa, los baches emocionales que han afectado a la cantante durante este último año y medio –suicidio, sobredosis o los muertos y heridos en el ataque terrorista– se corresponden con lo que en psicología se entiende como «el duelo marginal» (Disenfranchised grief), episodios traumáticos de los que nadie suele hablar o que no son validados socialmente como tal –categoría en la que también se incluyen los abortos o el duelo por la muerte de una mascota–. La cantante, lejos de ofrecer entrevistas amarillistas, ha verbalizado en contadas ocasiones cómo se ha sentido tras estos episodios. Su estrategia pasa por volcar esa resaca emocional en su creatividad musical. De ahí precisamente han nacido varios sencillos y un álbum que sirven como puerta a sus vivencias –en Sweetener, Breathin responde a los ataques de pánico que sufrió tras el atentado, al igual que el himno en positivo No tears left to Cry mientras que Thank u, Next es una especie de homenaje a sus ex, pero reclamando un derecho a rehacer su vida tras el suicidio de Mac Miller y posterior ruptura con Pete Davidson. Contaba la ensayista Leslie Jamison sobre la visibilización del dolor femenino que existen chicas «que se guardan contra esos momentos en el que el melodrama o la autocompasión revienta las cuidadosas costuras de su intelecto, exponiendo la vergüenza del egocentrismo sin autoconciencia». Ariana Grande, lejos de desmerecer esos sentimientos, los ha volcado en una obra artística que, además, ha sido el fenómeno musical pop de 2018. ¿Puede la mujer del año haber vivido los peores 12 meses de su vida? Sí, puede. Siempre, además, aparecerá algún troll para recordarle que no está sufriendo su vida de la forma en la que se espera.