Diversidad, ‘voguing’ y reggaeton: así fue la fiesta de Moschino TV para H&M
La firma sueca emula Times Square desde un muelle junto al Hudson para presentar su colaboración anual. Un «regalo para los fans» de Jeremy Scott donde se entremezclan brillos, cultura pop y nostalgia ochentera.
NUEVA YORK. Antes de que Madonna se apropiara de la cruz cristiana como colgante allá por los 80 –para que acto seguido chavalas de todas nacionalidades o países la imitaran colgándosela del cuello–, Jeremy Scott ya llenaba las paredes de su habitación con modelos recortadas de la revista Details a las que se las dibujaba encima de sus vestidos. Tenía 14 años. La anécdota sobre el olfato del diseñador para saber qué funciona en lo que quiere vestir el pueblo, explicada por su hermana en el documental Jeremy Scott, the people’s designer, sirve como paradigma para entender por ...
NUEVA YORK. Antes de que Madonna se apropiara de la cruz cristiana como colgante allá por los 80 –para que acto seguido chavalas de todas nacionalidades o países la imitaran colgándosela del cuello–, Jeremy Scott ya llenaba las paredes de su habitación con modelos recortadas de la revista Details a las que se las dibujaba encima de sus vestidos. Tenía 14 años. La anécdota sobre el olfato del diseñador para saber qué funciona en lo que quiere vestir el pueblo, explicada por su hermana en el documental Jeremy Scott, the people’s designer, sirve como paradigma para entender por qué la colección que el director creativo de Moschino ha diseñado para H&M volará en un santiamén en tiendas a partir del 8 de noviembre.
H&M\n","caption":"Paris Jackson, Diplo y otros invitados del front row graban a Naomi Campbell mientras cierra el desfile de Moschino [TV] para H&M.","title":"dentronaomi"}
El espacio recreaba las multipantallas de Times Square –donde se retransmitió el desfile en directo– y sonaron éxitos de los 80 a camino entre el house y el hip hop como el Pump up the volume o el ya clásico himno Empire State of Mind de Jay Z y Alicia Keys. Marc Jacobs aplaudió a rabiar a su amigo desde el front row, donde le acompañaban Frances Bean Cobain, Bebe Rexha o Paris Jackson. Algunas de las supermodelos de esta y otra era, como las Hadid, Stella Maxwell o Naomi Campbell, pasearon los diseños de una colección cuya campaña fotografiada por Steven Maisel nos acerca al voguing y al ambiente de la escena cultural trans de los 80 en la ciudad. Esa que populariza ahora la serie Pose y que encapsula a la perfección el discurso de Jeremy Scott: moda para dignificar aquello que con desdén se ha considerado baja cultura por las élites de la crítica privilegiada. Convertir la diversidad y la marginalidad en un elemento de consumo y orgullo para la masa. Por algo una de las estrellas de la noche, y de las más fotografiadas, fue Amanda Lepore y se pudo ver a MJ Rodriguez e Indya Moore, dos de las protagonistas de la serie Pose –que recrea la escena del voguing y se emite en España en HBO–, dándolo todo sobre el escenario después del desfile. En la cabina pinchaba Diplo e incluso se vislumbró a Hamish Bowles bailar tímidamente al ritmo de su reggaeton mientras abandonaba la sala.
Scott sabe lo que quiere el pueblo. Su pueblo. Una legión que adora su universo pop. Fervientes que no temen a los excesos y que se desviven por un buen logo o estampación pop donde él decida ponerlo. Tras crear su propia firma y diseñar para Moschino –casa italiana que ha revitalizado económicamente desde que llegó en 2013–, el estadounidense sólo necesitaba una marca que pudiera producir su ropa a precios para todos los bolsillos. El rey de las licencias y colaboraciones que reniega de la exclusividad elitista–ha diseñado para Adidas, Swatch y hasta puso su ingenio en un modelo de coche Smart– nunca había producido una colección de moda con sudaderas cuyo precio medio ronda los 60 euros: «esto es un regalo para mis fans», aclaró con el chándal estrella de la colección, en un encuentro ante la prensa junto a la creative advisor de H&M, Ann-Sofie Johansson, pocas horas antes de la fiesta desfile.
Definida por el creador como»streetwear deluxe», algo así como «ropa práctica pero que también está hecha para girar cabezas por la calle», la colección de Moschino TV para H&M se pondrá a la venta el próximo 8 de noviembre a través de su web y en tiendas seleccionadas. Un vistazo al catálogo confirma la fórmula metanarrativa del de Kansas: he aquí una creación de Moschino para H&M, pero también aparece un mix del logo de MTV con el de Moschino –cuando se estrenó en la casa italiana hace cinco años lo reformuló con la M de McDonald’s– y a su vez aparecen personajes de Disney rescatados de los archivos de una de sus colecciones de Moschino. Licencias dentro de licencias. Un pastiche de mensajes en el que, además, la nostalgia juega un papel crucial. «Yo aprendí moda a través de la televisión. En la MTV me encantaba House of Style –el programa de supermodelos–. Esto es un homenaje a esa iconografía y estilo», explicó ante la prensa.
Su colección es una de las más extensas desde que la cadena sueca se inició con esto de las colaboraciones en 2004 con Karl Lagerfeld. Además de ropa y accesorios para mujer y hombre –con ropa interior, fundas para móvil o toallas–, también se han creado prendas para animales. Scott prefirió dar la campanada con su hoodie canino y desechó la idea inicial de prendas para niños («yo no tengo perro porque sería muy cruel debido a mis horarios y forma de vida, pero me moría de ganas de hacerlo»).
Con amigos y conocidos en su campaña –Scott no dudó en defender a Gigi Hadid como la «supermodelo icónica» de nuestra era, definiéndola con permiso de la precoz («y tímida») Kaia Gerber, como «la nueva Cindy Crawford»–, desde H&M aseguran que esta es «la perfecta» colaboración porque ambos comparten valores de «inclusividad y diversidad». Tras la formalidad y el romanticismo decimonónico de Erdem, diseñador que firmó la colección de 2017, la directora creativa de H&M defendió el cambio de ciclo. «Necesitábamos diversión y ser más feroces. Scott es un diseñador que admiramos. Es delicado con sus diseños, se involucra y ha creado una colección que se siente genuina y auténtica», explicó Johansson, que también bromeó con el cartel de «agotado» al preguntarle sobre el objetivo de esta nueva colaboración.
Para el creador, su meta no es otra que el pueblo llano vista su ropa y que la gente «sonría» al ver las fotos del desfile o del show. Una fórmula de «escape» para «sobrellevar estos tiempos convulsos que vivimos», dijo. «Tengo muchísimas ganas de ver a la gente por la calle o por Instagram con esta ropa. Que asocien emociones con estas prendas. Formar parte de la fábrica de recuerdos de la gente es mi motivación». También avisó de que su madre –una granjera de Kansas que lo acompaña a la mayoría de sus shows junto a su hermana– sería una de ellos y bromeó con sus preferencias de la colección: «Quiere el abrigo con lentejuelas doradas, guardadle una XL o peleará por él como ninguno de vosotros en la venta en cuanto acabe el desfile». A la vista de la masa que corrió hacia las perchas en cuanto se habilitaron las cajas registradoras, la competencia se perfilaba dura.