Claudia Salas: “La fama te lo pone todo muy bonito, pero igual que viene se va”
La actriz es la embajadora del nuevo modelo de Levi’s 70’s Hight, un diseño de cintura alta inspirado en los años 70.
Claudia Salas (Madrid, 1994) saltó a la fama por su papel de Rebeka en la serie Élite. Irrumpió en la segunda temporada como la macarra del instituto, un personaje que poco o nada tiene que ver con ella. Se define como una persona sencilla y familiar, que soñaba desde pequeña con ser actriz. Fue un musical de Mecano lo que la impulsó a querer subirse a los escenarios y ponerse frente a las cámaras. Reconoce que es una profesión difícil e inestable, y que lo importante es mantener los pies en la tierra y seguir trabajando. ...
Claudia Salas (Madrid, 1994) saltó a la fama por su papel de Rebeka en la serie Élite. Irrumpió en la segunda temporada como la macarra del instituto, un personaje que poco o nada tiene que ver con ella. Se define como una persona sencilla y familiar, que soñaba desde pequeña con ser actriz. Fue un musical de Mecano lo que la impulsó a querer subirse a los escenarios y ponerse frente a las cámaras. Reconoce que es una profesión difícil e inestable, y que lo importante es mantener los pies en la tierra y seguir trabajando. Ahora, es la embajadora de los nuevos jeans 70’s High de Levi’s, un modelo de cintura alta inspirado en la década de los 70.
Hoy, está aquí para presentar los nuevos jeans de Levi’s, de los que es imagen. ¿Qué supone para usted este proyecto?
Estoy muy feliz de poder formar parte de una marca que me lleva acompañando toda la vida, tanto a mí como a la gente que me rodea. Además, este modelo me encanta. Yo voy mucho con vaqueros y casi todos los que llevo son de cintura alta.
Ha crecido en el barrio madrileño de Vallecas. ¿Recuerda los primeros Levi’s que tuvo de niña?
Recuerdo muchas cosas relacionadas con la marca. El otro día, le dije a mi madre que iba a ser imagen de Levi’s y me contó que ella, con su primer sueldo, fue a la tienda de Levi’s a comprarse una chaqueta. Después de 30 años, se la sigue poniendo. He tenido muchas prendas de la marca pero, si me tuviera que quedar con una, sería con una chaqueta de mi padre. Es esa prenda que salvaría de mi armario si se quemara mi casa o la que me llevaría a una isla desierta.
¿Cómo definiría su estilo?
Soy muy natural, muy sencilla. No es que no me atreva, pero lo que se entiende por vestir atrevida, por llamar la atención, no va conmigo. Creo que mi estilo es muy similar al de Levi’s.
Los estilismos de Rebeka en Élite son todo lo contrario, muy llamativos y atrevidos. ¿Comparte algo con su forma de vestir? ¿Hay algo de ella que se pondría?
En la forma de vestir no tenemos nada en común. Del vestuario de la serie solo me he llevado algo simbólico, la chaqueta del uniforme. Pero prendas de vestir del personaje, nada. Su estilo no va mucho conmigo.
¿Por qué decidió ser actriz?
Cuando era pequeña quería serlo todo. Si estaba leyendo un libro de plantas, quería ser una planta. Me di cuenta de que si era actriz podía ser todas esas cosas. Pero cuando lo tuve claro fue a los 15 años. Fui a ver el musical de Mecano Hoy no me puedo levantar y salí de allí como si me hubieran hecho un exorcismo. Canté, reí, lloré… Necesitaba estar encima del escenario y hacer sentir a la gente lo que yo había sentido. Cuando cumplí 18 años, les dije a mis padres que no quería ir a la universidad, que quería ser actriz. Al principio, puede ser difícil de entender por parte de tu familia, que quiere que elijas un camino que te aporte mayor estabilidad, pero luego lo han llevado muy bien. Me lancé a la piscina y tuve mucha suerte. Es una profesión muy difícil y es muy fácil venirse abajo.
¿Tenía a alguien cercano que se dedicara a ello?
No hay nadie en mi familia que se dedique a esto. Ellos son artistas de la vida, pero no profesionalmente. Es gente que baila, que se ríe, que brinda… Hay personas que no se dedican a profesiones artísticas, pero son artistas. Mi familia es un ejemplo.
Si no hubiera sido actriz, ¿Qué estaría haciendo ahora?
Me matriculé en magisterio para darle el gusto a mi padre. Me decía que así, si se me rompía una cesta, refiriéndose a lo de ser actriz, tendría más. Solo fui a una clase, a la que encima llegué tarde porque, mientras, estaba haciendo pruebas para entrar a la Escuela Superior de Arte Dramático. Salí de allí sabiendo que no quería volver. No hace falta ir a la universidad. Hay muchas otras vías para formarse. Se están creando muchas profesiones nuevas y no hay una carrera para ello, y no por ello son menos válidas.
La exposición que tienen los actores de Élite es enorme. Muchos pasaron de la noche a la mañana de ser personas anónimas a estar muy expuestos. ¿En qué momento se dio cuenta de que era famosa?
Me he dado cuenta hace muy poco. Lo de ser una persona conocida cuesta al principio. Estás por la calle y alguien te pide una foto temblando, y no entiendes por qué está esa persona temblando a tu lado. Impacta. Yo no lo quería en mi vida, lo rechazaba. Hasta que he pronunciado interiormente la palabra «famosa» y he dicho «¿qué problema hay? ¡Aprovéchalo!». Puedo aprovechar ese alcance para dar visibilidad a determinadas causas, eso me hace sentir bien. Si tengo una voz, quiero utilizarla bien y no estar haciendo el tonto.
¿Cómo gestionó ese cambio en su vida?
Con terapia. Cuidar la cabeza es muy importante. Igual que cuidamos nuestro físico o vamos al médico si nos duele algo. Creo que es muy necesario. Y también, evidentemente, rodeándome de gente sana. Tus amigos, tu familia… que eso no cambie ayuda mucho. Sobre todo para estar con los pies en la tierra y entender que esto es un momento pasajero. La fama te lo pone todo muy bonito pero, igual que viene, se va. Lo importante es trabajar y hacer carrera, el resto es todo humo.
En la última temporada, hemos visto un cambio en la personalidad de Rebeka, más sentimental y vulnerable. ¿Qué faceta del personaje le ha gustado más interpretar?
Me lo pasé muy bien rodando la segunda temporada, cuando es una Rebeka guerrera a la que parece que le da igual todo. Esa actitud macarra que tiene de ponerse a bailar ella sola en medio de una fiesta y que le mire todo el mundo, yo jamás lo haría. Ponerme en la piel de una persona tan diferente a mí fue muy divertido. Aunque costó. Tuve que quitarme la vergüenza y transformarme en una persona que no la tenía.
Desde sus inicios, Élite ha dado visibilidad a relaciones entre chicos y chicas, chicos y chicos… pero no ha sido hasta la cuarta temporada cuando se ha visto el primer romance entre dos mujeres, protagonizado por Rebeka y Mencía. ¿Qué ha supuesto para usted asumir ese papel?
Un honor y un orgullo. No fue algo que no me esperara, ya se planteó en la tercera temporada. En una versión que llegó de uno de los capítulos, Rebeka hacía un comentario muy a la ligera sobre su tendencia sexual. Entonces, se propuso que, si íbamos a hablar de ello, sería mejor hacerlo en un espacio que nos diera más tiempo a contarlo bien y con una historia de amor bonita. En esa secuencia de la tercera temporada, Rebeka lo dijo muy por encima, y ya en la cuarta se desarrolló más el tema.
¿Qué proyectos tiene actualmente?
Estoy trabajando en una función con Jesús Cracio que se estrenará en el Teatro Español el 22 de octubre. Tenía muchísimas ganas de volver a hacer teatro después de tres años. Yo vengo de ahí. Lo echaba de menos.
¿Cine o teatro?
Esa pregunta es como elegir entre mamá o papá. Creo que el teatro es necesario para formarse como actor. Es lo más inmediato, el aquí y ahora, y vivir ese proceso es muy distinto al del cine. Pero no podría elegir, me tengo que quedar con las dos.