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De los cuadros vichy a las rayas marineras: las prendas de verano que nunca pasan de moda

El calor ralentiza la rueda de las tendencias. Estos básicos estivales triunfan sobre el paso del tiempo evocando la melancolía del ayer.

Capazo. En los últimos años varias firmas independientes se han hecho virales gracias precisamente a sus versiones del cesto de paja: Kayu, Heimat Atlántica, Nannacay, Mizele... Lo popularizó Jane Birkin, que paseaba su cesta portuguesa por medio mundo, hasta que Jean-Louis Dumas, de Hermès, le hizo un bolso a medida (aunque esa es otra historia).
Capazo de Loewe (450 €).
Blanco. Demasiado sucio para los que no tenían a quién les hiciera la colada, se puso de moda en el siglo XIX entre los que escapaban de Nueva York para veranear en la costa. Hoy es sin duda el color más favorecedor de los meses de calor.
Vestido blanco de H&M (29,99 €).
Bañador. En la era victoriana las primeras bañistas usaban un traje de baño que en realidad era un vestido compuesto por seis prendas. De aquello al escueto biquini hay toda una historia de liberación y escándalos. A medio camino surgió el bañador de una pieza. ¿El primero? El de la nadadora Annette Kellerman, que cubría brazos y piernas. Los diseños de Claire McCardell, que causaban furor en los años cincuenta, ahora sirven de inspiración. También los patrones de tiro alto con los que Pamela Anderson patrullaba las playas a finales de los ochenta.
Bañador rojo de Hermès(400 €).
Caftán. La contracultura de finales de los sesenta adoptó esta prenda oriental como parte de su uniforme. Couturiers como Christian Dior o Balenciaga ya los usaban de inspiración y Valentino o Yves Saint Laurent los vestían en vacaciones. Hoy Etro o Loewe recogen el testigo.
Caftán de Gucci (c. p. v.).
Camiseta marinera. Asociadas a presos o prostitutas, las rayas no gozaron de gran popularidad hasta el siglo XIX. Los marineros de las regiones de Normandía y Bretaña y el ejército naval francés las exportaron al mundo, pero fue Coco Chanel la que las convirtió en un básico eterno de moda. De Picasso a Audrey Hepburn, pasando por supuesto por Jean-Paul Gaultier, muchos son los que contribuyeron a elevar su leyenda.
Camiseta de rayas de A.P.C (110 €).
Este zapato unisex dio el salto en 1970: de calzar payeses a elevarse sobre una cuña por cortesía de la alianza entre Yves Saint Laurent y Castañer. Desde entonces ha encarnado el paroxismo del dolce far niente estival. Esa promesa de días hedonistas conquista esta temporada a Dior o JW Anderson.
Alpargata de Castañer (110 €).
Cuadros vichy. En los años veinte era un estampado común para decorar la casa, pero en los treinta y cuarenta se convirtió en sinónimo de verano gracias a Hollywood. El diseñador de vestuario Adrian (a la izda., una de sus creaciones) fue responsable del pichi de Dorothy en El mago de Oz (1939), pero también de los cuadros de Katharine Hepburn en Historias de Filadelfia (1940). La ama de casa perfecta hizo que recuperara brillo en los cincuenta. Por su parte, los jóvenes del Swinging London lo adoptaron porque les retrotraía a su niñez.
Falda de cuadros vichy de Victoria Beckham.
Flores. Los mercaderes italianos que importaban telas durante la Baja Edad Media fueron los primeros en replicar los suntuosos motivos vegetales que ya se estilaban más allá del Bósforo. Algunos siglos después, cuando Francia fortaleció su industria textil lo hizo sin que faltaran las flores como print favorito: tejidas en jacquard, bordadas o estampadas.
Bolso de Dolce & Gabbana (4.950 €).
Camisa blanca. Imprescindible hoy, es sinónimo de estilo relajado desde que las mujeres la incorporaron a su armario (al principio solo para estar en casa o hacer ejercicio). La ropa de Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma (1953) hizo tanto por la prenda que cuando décadas después Ann Roth y Gary Jones diseñaron el vestuario para Gwyneth Paltrow en El talento de Mr. Ripley (1999), replicaron el recurso: camisa blanca y falda midi. Desenfadadamente perfecto.
Camisa blanca de Valentino.
'Tea dress'. Estampados, sueltos y ligeros: la inspiración detrás de muchos de los vestidos de marcas como Bernadette, Rixo, Les Rêveries o Dôen bien podría salir del armario de la reina Isabel II de Inglaterra. ¿El origen? La bata informal con la que se recibía en casa a la hora del té. Precisamente ese espíritu distendido fue el que terminó asociándolo a los meses de calor. Y quizá por ello ha sido el estilo adoptado por la reina Letizia para su gira por España tras el confinamiento. En las colecciones primavera-verano 2020 aparece en firmas como Balenciaga, Prabal Gurung, Chloé, Paco Rabanne.
Vestido de Mango (29,99 €).