Opinión

Asuntos de chicas

En la mesa al lado de mi cama tengo una pila de libros a los que regreso con asiduidad, especialmente cuando necesito recordar que no tengo que demostrarle nada a nadie. Son ensayos de Amia Srinivasan, Olivia Laing, Margarita García Robayo, Annie Ernaux, textos diversos que exploran cuáles son los espacios que ocupamos y desde los que podemos expresar nuestras opiniones. Mujeres que escriben libros que son faros en los momentos en los que pierdo la autoestima. Entonces me aferro a una frase de Ernaux en Memoria de chica como un mantra: “He empezado a hacer de mí un ser literario, algu...

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En la mesa al lado de mi cama tengo una pila de libros a los que regreso con asiduidad, especialmente cuando necesito recordar que no tengo que demostrarle nada a nadie. Son ensayos de Amia Srinivasan, Olivia Laing, Margarita García Robayo, Annie Ernaux, textos diversos que exploran cuáles son los espacios que ocupamos y desde los que podemos expresar nuestras opiniones. Mujeres que escriben libros que son faros en los momentos en los que pierdo la autoestima. Entonces me aferro a una frase de Ernaux en Memoria de chica como un mantra: “He empezado a hacer de mí un ser literario, alguien que vive las cosas como si un día debieran escribirse”.

Una noche lluviosa mi amiga Miriam y yo nos vestimos con nuestro conjunto habitual de eventos (vestido negro, bolso pequeño y pintalabios rojo) y nos aventuramos en dirección a Lower East Side a la presentación del nuevo número de una revista literaria. El enorme local en Bowery estaba repleto de gente del mundillo creativo: escritores noveles, agentes literarias, editoras jóvenes, críticos, columnistas y habitantes de la escena social de Lower Manhattan. En una de las conversaciones, un editor de varias revistas literarias nos explicó la idea de un relato en el que estaba trabajando (autoficción) y nos preguntó si nosotras escribíamos. Medio en broma, yo dije que todo a lo que aspiraba era a ser algún día algo parecido a una Nora Ephron a la española. Genuinamente sorprendido, me miró y respondió con desprecio porque consideraba eso poco elevado, insinuando que debería tener más pretensiones literarias. Como diciendo, quieres escribir de asuntos de chicas.

Aunque en el momento no le di mucha importancia, los días posteriores no podía dejar de darle vueltas a la escena. La debatí hasta la saciedad en cenas con amigas y en grupos de WhatsApp. No había respondido rápidamente, no tuve a mano una respuesta sagaz que demostrara que era culta o suficientemente leída como para estar entre la gente que paseaba por ese cóctel. Ese comentario detonó en mí una inseguridad ancestral: no soy lo bastante… La autoestima femenina, especialmente entre las mujeres de círculos artísticos o supuestamente intelectuales, se ha articulado siempre en torno a la aprobación de los hombres. Pero cuando esa inseguridad se despierta, las amigas están para recordarnos que esos asuntos también merecen un lugar.

Hace una década se estrenó una de mis películas de cabecera, Frances Ha. Es una carta de amor a la ciudad de Nueva York, con sus defectos y obstáculos, a la vocación artística, a las complejidades de crecer y sobre todo, a la amistad entre mujeres. Frances y Sophie se acercan y se distancian en los últimos años de su veintena mientras intentan decidir qué van a hacer con el resto de su vida, en qué parte de la ciudad quieren vivir y hasta cuándo están dispuestas a perseguir sus sueños (Frances es bailarina y vive un día a día precarizado, Sophie trabaja en el sector editorial gracias a la estabilidad financiera de su pareja y de su familia). Sophie tiene dudas sobre su relación, Frances cree que no es una verdadera adulta porque no sabe pagar los impuestos y a veces en los restaurantes le declinan la tarjeta de crédito. La gran virtud de Frances Ha es su representación de los detalles que sustentan estas amistades —el apoyo constante, la admiración, la fricción— y cómo la autoestima de las protagonistas se construye gracias a la otra. Al salir del local pensé en Frances y en Sophie, y en la importancia de, como dice Ernaux, sentirnos nosotras también seres literarios.

*Leticia Vila-Sanjuán es editora y vive deseando que algún día su vida se parezca a una novela.

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