“Mis fotos ayudan a chicas con problemas de autoestima”
Aunque en el pasado vivió una adolescencia llena de complejos, hoy Tara Lynn es una de las modelos de referencia de tallas grandes. Su cuerpo es su herramienta de trabajo y… su orgullo.
Ni un té verde ni un zumo detox a base de brócoli. Lo primero que pide la modelo al llegar al estudio fotográfico es una bolsa de hielo para colocársela en la espalda mientras la peinan y la maquillan. Está cansada, son las ocho de la mañana de uno de los días más fríos del invierno neoyorquino y Tara confiesa que lleva unas semanas de trabajo frenéticas, con largas sesiones de fotos, viajes y compromisos publicitarios.
En el estudio, una estilista italiana, un maquillador estadounidense y un peluquero brasileño (pero parisino de corazón) se encargan de ponerla a punto. La ...
Ni un té verde ni un zumo detox a base de brócoli. Lo primero que pide la modelo al llegar al estudio fotográfico es una bolsa de hielo para colocársela en la espalda mientras la peinan y la maquillan. Está cansada, son las ocho de la mañana de uno de los días más fríos del invierno neoyorquino y Tara confiesa que lleva unas semanas de trabajo frenéticas, con largas sesiones de fotos, viajes y compromisos publicitarios.
En el estudio, una estilista italiana, un maquillador estadounidense y un peluquero brasileño (pero parisino de corazón) se encargan de ponerla a punto. La maniquí aprovecha para practicar con este último el idioma que aprendió trabajando como au pair en la capital francesa. Incluso se atreve con unas palabras en español, lengua por la que se interesó gracias a un exnovio venezolano con el que llegó a montar un restaurante de comida latina en su Seattle natal.
Abrigo de Marina Rinaldi, sujetador de Intimissimi, culotte de Énfasis para El Corte Inglés y zapatos de Aquazzurra.
Henrique Gendre
La primera vez que pisó una agencia de modelos tenía 25 años (hoy tiene 32) y quería ganar un dinero extra para terminar sus estudios de Filología. Después de hacer varias campañas y catálogos de moda, su carrera despegó en la primavera de 2010, tras su aparición en el editorial Curves Ahead (Curvas adelante), publicado en un número especial dedicado a las tallas grandes de V Magazine (mide 1,75; pesa 98 kilos y tiene una 46). Después le siguieron varios contratos como imagen de firmas a nivel internacional (H&M, por ejemplo, la fichó para su catálogo de baño de 2012) y varias portadas. La más importante en Vogue Italia: Steven Meisel la retrató junto a otras dos exuberantes modelos, Candice Huffine y Robyn Lawley.
Sin una gota de maquillaje, resaltan sus ojos esmeralda, su piel de porcelana y su sonrisa sexy. Sin embargo, nadie la ha llamado aún para hacer una campaña de belleza y ella no entiende por qué. En la entrevista que concede a S Moda confiesa que sueña con el día en que mujeres de todas las medidas compartan protagonismo en anuncios de joyería, cosmética o accesorios, en los que las féminas con curvas son una utopía.
Recientemente la polémica salpicaba a la firma Calvin Klein, en lo que ha sido precisamente un intento por cambiar las cosas y mostrar una mayor variedad de formas y de tipologías de mujer. La aparición de la top Myla Dalbesio en su campaña Perfect Fit fue el motivo de la controversia. Al poco tiempo de hacerse pública su imagen, una revista estadounidense la entrevistó refiriéndose a ella como «la modelo de tallas grandes de Calvin Klein». Las redes sociales estallaron, clamando que una 40 o 42 no pueden considerarse XL. Lo cierto es que la marca jamás utilizó ese término para definirla, ni distinguió entre ella y las otras maniquíes. «A Myla la eligieron sencillamente por ser una mujer bellísima», opina Tara. «No era una publicidad para tallajes determinados. No entiendo por qué tiene que haber debate en este caso», defiende. Aunque sabe que este tipo de discusiones son habituales cuando hay siluetas generosas de por medio. Incluida la suya.
Body de Intimissimi y collar de Gold&Rose.
Henrique Gendre
Empezó su carrera como modelo a los 25 años, ¿qué hacía hasta entonces?
Tener una vida normal. Fui a la universidad, trabajé en un banco… A veces echo de menos poder ir a trabajar al mismo sitio cada día o tener que ganarme la amabilidad y la sonrisa de la gente. Cuando eres modelo todo el mundo es excesivamente agradable contigo, siempre hay alguien preguntándote si quieres otro café o un agua. Es como si fuera tu cumpleaños todos los días.
Gran parte de su trayectoria se ha centrado en protagonizar campañas de lencería y baño. ¿No le resultó difícil acostumbrarse a posar con poca ropa?
No, para nada. Es una costumbre que he heredado de mi madre, que hasta salía a arreglar el jardín con un biquini-tanga sin importarle en absoluto si la veía alguien. Debí aprenderlo de ella y, de hecho, lo primero que hago siempre al llegar a casa es quitarme la ropa. Creo que todos nos sentimos más cómodos. Cuanto más desnudos, mejor. Por lo menos, a mí me pasa.
En este trabajo hay que escuchar «no» muchas veces. ¿Cómo se aprende a aceptar el rechazo?
Al principio es duro, pero a todo te acostumbras. Yo diría que se tarda unos dos años en llegar a comprender que, en este trabajo, cuando te rechazan, no se trata de nada personal. Simplemente buscan a alguien con más pecho o con menos, con la piel más clara o más oscura…. En una ocasión, en una prueba en la que yo era la única modelo de talla grande y todas las demás eran chicas delgadas, la directora de casting se acercó a mí, me miró a la cara y solo me dijo: «No». Me quedé de piedra. «¿No? ¿No te gusta lo que ves?», le respondí. Entonces se dio cuenta de que había sido bastante brusca conmigo e intentó explicarse: «No, verás, creo que quieren a alguien con los ojos más grandes…». Con el tiempo te haces una coraza y te puedo asegurar que todo eso te resbala.
Vestido de Cortana y sujetador de Intimissimi.
Henrique Gendre
¿Se considera un icono de belleza?
No. Me gusta pensar que las imágenes en las que salgo sirven de inspiración a muchas chicas con problemas de autoestima, les dan ánimo. Recibo muchos mensajes en los que me cuentan que ver mis campañas y editoriales o los de mis colegas les ayuda a sentirse más seguras de sí mismas. Agradecen ver a un tipo de mujer con el que se pueden identificar.
¿Cuáles son sus referentes de belleza?
Cuando era una adolescente me fijaba en los catálogos de Victoria’s Secret, pero ahora admiro a otras modelos como Ashley Graham o Crystal Renn. La técnica de esta última es increíble, conoce y sabe manejar su cuerpo de una forma excepcional.
El tema de la talla siempre despierta polémica, ¿cree que los enfoques sobre esta cuestión han cambiado algo en los últimos años?
Sí, más o menos. Creo que parte de la discusión radica en que estamos desarrollando un nuevo vocabulario ante la nueva diversidad de tallas y modelos que aparecen en las revistas y en la publicidad. Es decir, que la necesidad de ponerle nombre a todo («mujer real», «gorda», «mujer con curvas»…) genera discusión. En mi opinión, lo importante y lo positivo es que se hable del tema. Debemos cuestionar lo que hasta ahora se ha aceptado como ideal de belleza, lo que se considera perfecto o lo que es o no femenino.
Henrique Gendre
¿Hay diferencia entre su salario y el de las modelos más delgadas?
No sabría decir, a nadie en esta industria le gusta hablar de eso. En mi caso, aún no me he acostumbrado a que me den dinero a cambio de este trabajo tan divertido. Así que, aunque me pagaran una décima parte de lo que le ofrecen a las modelos delgadas, te puedo asegurar que no me afectaría lo más mínimo.
¿Es fácil encontrar tendencias de moda en su tallaje?
No. De hecho, me encantaría diseñar ropa para chicas como yo. Definitivamente, se necesitan prendas que favorezcan a los cuerpos con curvas. Hay pocas opciones interesantes. Pero entiendo que los diseñadores puedan considerarlo un mercado complicado: hay muchas mujeres con talla grande que no se atreven a lucir ciertas formas y estampados. Aun así, creo que hay que encontrar un punto medio y ofrecer más variedad. Espero poder contribuir al mundo de la moda diseñando algún día.
¿Cuáles son sus firmas y tiendas favoritas?
¿La verdad? ¡Odio ir de compras! Me da mucha pereza. Pero si he de ir de shopping voy a grandes almacenes como Forever 21, Nordstrom, Bloomingdale’s o Macy’s. No es fácil dar con prendas interesantes, pero acepto que las marcas me manden ropa. A cambio, prometo que me la pondré siempre y además la compartiré en Instagram. Así ganamos todos: yo no voy a comprar y ellos consiguen publicidad gratis (ríe).