Llevar medias negras: por qué los pantis oscuros de Meghan Markle y Kate Middleton recogen una tradición de siglos
El periodo de luto oficial por la muerte de la reina Isabel II se alarga durante 10 días. El protocolo marca un atuendo en el que hasta las medias son cuestión de estado.
Cuando el pasado sábado Kate Middleton y Meghan Markle salieron a las puertas del castillo de Windsor junto a sus respectivos maridos, el príncipe Guillermo de Gales y Enrique, todo estaba medido. Hacían acto de presencia, en una cascada de eventos organizados con precisión, para agradecer las muestras de afecto a la soberana. La expectación mediática ante la primera aparición conjunta de los cuatro familiares, tras el traslado...
Cuando el pasado sábado Kate Middleton y Meghan Markle salieron a las puertas del castillo de Windsor junto a sus respectivos maridos, el príncipe Guillermo de Gales y Enrique, todo estaba medido. Hacían acto de presencia, en una cascada de eventos organizados con precisión, para agradecer las muestras de afecto a la soberana. La expectación mediática ante la primera aparición conjunta de los cuatro familiares, tras el traslado de Meghan y Enrique a Estados Unidos, era altísima. No había margen ni para el azar ni para la improvisación. Ellos, discretamente vestidos con sendos trajes y corbatas negras. Ellas, más negras aún, con vestidos austeros por debajo de la rodilla. En los pies, zapatos de salón igualmente oscuros y piernas veladas por medias notablemente opacas. La escena se repetía el miércoles, cuando desfilaron tras el féretro de la reina Isabel II, ellas de nuevo de negro, esta vez con abrigo largo, tocado y de nuevo medias. No es baladí, el accesorio forma parte de la vestimenta de luto, un código que la monarquía británica se toma muy en serio desde hace siglos.
El periodo de luto por la muerte de la reina Isabel II se extenderá durante 10 días para el público británico y hasta el 26 de septiembre para la familia real que deberá respetar el negro riguroso. El color es sinónimo de duelo en Occidente desde tiempos del Imperio Romano. Ya entonces las túnicas se teñían de oscuro en señal de respeto por la muerte de personas cercanas. En la Inglaterra isabelina, en la de la primera reina Isabel, la soberana y su séquito vistieron de negro frente al embajador francés, tras la matanza de San Bartolomé, todo un órdago diplomático.
Aunque si hay una reina inglesa que ligara para siempre su imagen con el luto fue sin duda la reina Victoria, que lo vistió 40 años: desde la muerte de su esposo, el príncipe Alberto, en 1861, hasta su propio fallecimiento en 1901. Bajo su reinado las mujeres debían seguir un protocolo de armario estricto para lamentar de forma adecuada la pérdida de un familiar. En esta época, el periodo de duelo duraba un año y un día, en el cual las mujeres no podían presentarse en público luciendo ropa cotidiana. En los meses posteriores a la muerte se guardaba ‘luto estricto’, que implicaba que hasta la ropa interior fuera negra, algo que contrariaba hasta a la mismísima Escarlata O’Hara de Lo que el viento se llevó.
«Si ella levanta sus faldas del barro, debe mostrar su enagua de seda negra con volantes y medias negras lisas, para probar que su dolor ha penetrado hasta sus santuarios más profundos», dice The gentlewoman’s Book of Dress, una guía de estilo de 1890. Las revistas femeninas de la época, que dictaban qué estaba de moda y qué no, también se encargaban de delimitar la vestimenta de luto. En uno de los números de 1881 de Sylvia’s Home Journal puede leerse la lista completa de prendas que necesitaba cualquier mujer de la época que hubiera perdido a un ser querido, una larga sucesión de elementos negros en las que se indica hasta qué materiales o acabados son aceptables (la piel, por ejemplo, está prohibida, aunque cuando el luto se relaja se puede introducir el astracán). En una sociedad en la que el luto era muy frecuente, la moda no dejaba escapar este pedazo de pastel y, con la reina Victoria a la cabeza, iba variando qué cortes o estilos encajaban con la temporada.
La propia reina Isabel II también aportó su sello a la tradición unas décadas después. Cuando la muerte de su padre, el rey Jorge VI, le pilló de viaje en Kenia, una de sus preocupaciones fue conseguir un vestido rigurosamente negro con el que bajar del avión al aterrizar de vuelta en Londres.
Las medias no se convierten en un accesorio imprescindible hasta que no se acorta el largo de las faldas a partir de los años veinte y las piernas quedan al descubierto. «Las medias negras no estaban nada de moda en los años cuarenta», escribe en Clothing and Fashion: American Fashion from Head to Toe Shelly Foote, «así que ponérselas era un verdadero símbolo de duelo». Algo que quizá pasa por las cabezas de Meghan y Kate estos días. Eso sí, más allá de sus elecciones personales, ambas han puesto todo de lado (tensiones incluidas) para respetar una costumbre con mucha historia detrás.