Weinstein también liquida a Marchesa de la alfombra roja de los Globos de Oro
Aunque Georgina Chapman ha roto con su marido tras ser acusado de abusar sexualmente de varias mujeres, la firma no consigue vestir a ninguna actriz en la gala más reivindicativa de la historia.
Ni una sola actriz pisó ayer la alfombra roja de los Globos de Oro con un diseño de Marchesa. El pasado mes de septiembre, en la gala de los Emmy, dos actrices posaron con diseños de la firma: Vanessa Kirby (The Crown) y Julianne Hough pasearon con orgullo sendos looks bajo el hashtag #MarchesaGirl. En la gala más feminista de la historia, en la que el negro tiñó los vestidos de las actrices para vocear su rechazo al acoso sexual y sexismo, ...
Ni una sola actriz pisó ayer la alfombra roja de los Globos de Oro con un diseño de Marchesa. El pasado mes de septiembre, en la gala de los Emmy, dos actrices posaron con diseños de la firma: Vanessa Kirby (The Crown) y Julianne Hough pasearon con orgullo sendos looks bajo el hashtag #MarchesaGirl. En la gala más feminista de la historia, en la que el negro tiñó los vestidos de las actrices para vocear su rechazo al acoso sexual y sexismo, no hubo hueco para la firma que lideró la alfombra rojá durante una década. Parece oficial: Weinstein ha fulminado el poder de la enseña de su ya exmujer en las galas cinematográficas.
«He decidido dejar a mi marido. Mi corazón está roto por todas las mujeres que han sufrido un tremendo dolor a causa de estas acciones imperdonables». Así expresó a People Georgina Chapman, hasta este momento esposa de Harvery Weinsten, el fin de su relación con el productor después de que se destapara un largo historial de chantajes sexuales tanto a reconocidas actrices como a mujeres anónimas. Chapman es la cofundadora de la firma Marchesa, que se convirtió en una marca imprescindible en las alfombras rojas a principios de los 2000 gracias a los contactos del poderoso productor en Hollywood. Ahora el futuro de la firma presenta más incógnitas que nunca. ¿Conseguirá sobrevivir sin la influencia de Weinstein? ¿Logrará lavar su imagen tras el escándalo que salpica a la pareja?
«El rápido crecimiento de Marchesa podría ser objeto de estudio para los historiadores de moda que quieran entender cómo funcionó la industria en la primera década del siglo XXI. Lanzada en 2004, esta etiqueta especializada en vestidos de alfombra roja, disfrutó casi inmediatamente de un grado improbable de éxito […] Sí, había algunos vestidos bastante bonitos dentro de su extravagancia, pero la verdadera razón por la que el show recibió tanta atención fue porque Weinstein era el novio de una de las diseñadoras, Georgina Chapman». Así de contundente se mostró la crítica de moda Hadley Freeman en la crónica del primer desfile de Marchesa que escribió para The Guardian en 2006.
Para los no iniciados, Marchesa fue fundada en 2004 por Keren Craig y Georgina Chapman (el mismo año en el que empezó a salir con Weinstein, que acababa de divorciarse de su primera esposa, Eve Chilton Weinstein) y en tiempo récord logró vestir a actrices de la talla de Penélope Cruz, Sandra Bullock, Renée Zellweger o Anne Hathaway. Sus vestidos de noche y de novia, en las antípodas de la elegancia silenciosa y con un estilo marcadamente cursi, son símbolo del exceso (de brillos, de aberturas, de adornos…). Para muchos –críticos tan reputados como Freeman–, la escasa experiencia de Chapman y Craig como diseñadoras en aquel momento y la calidad estética de algunas de sus creaciones, jamás hubieran convertido Marchesa en la reina de la alfombra roja sin los tejemanejes de Weinstein. «Casi siempre sentado junto a la editora de Vogue Anna Wintour, Weinstein ha sido uno de los protagonistas del front row de los desfiles de Marchesa durante casi una década y ha utilizado sus contactos en Hollywood para ayudar a colocar los vestidos de su mujer en grandes estrellas», afirma The Hollywood Reporter sin paliativos. «Él fue el cerebro detrás de la marca, orquestaba acuerdos y usaba su influencia y su relación con las actrices en beneficio de la marca», declara una fuente anónima de la industria a la misma publicación. Y añade: «La base de su matrimonio es que ambos se beneficiaban de su relación, pero sin duda ella era consciente de su mal comportamiento».
Sienna Miller vistió de la marca en los Globos de Oro de 2007, Jennifer López llevó uno de sus diseños a los Óscar ese mismo año, Sandra Bullock recogió su estatuilla en 2010 por Un sueño posible vestida por la firma y Penélope Cruz asistió a la premier de Piratas del Caribe en el Festival de Cannes enfundada en un Marchesa. Por poner solo algunos ejemplos. Sin la reputación ni la veteranía de las casas de moda históricas, la enseña incluso logró vestir a varias estrellas en una sola noche. Al parecer, algunas actrices elegían vestidos de la marca si estaban de promoción en un filme producido por Weinstein o si sabían que iban a estar sentadas cerca de él en una gala de premios. No le hacía ninguna gracia que no llevaran los diseños de su esposa. Sin embargo, el ‘fenómeno Marchesa’ se ha ido diluyendo los últimos años, a medida que las grandes firmas han empezado a firmar contratos millonarios con determinadas celebrities a cambio de que vistan sus diseños en las alfombras rojas. Ahora, su futuro parece más incierto que nunca después de que el escándalo sexual haya salpicado el nombre de Weinstein.
Es cierto que el productor no tiene ningún vínculo financiero oficial ni profesional con Marchesa (el CEO de la marca es el hermano de Georgina, Edward Chapman). Pero también lo es que la imagen de la enseña podría salir bastante perjudicada. En el Instagram de la firma, que por cierto acumula 1,8 millones de seguidores, se han podido leer comentarios –ahora eliminados– como «es curioso que ganes tanto dinero gracias a las mujeres jóvenes mientras tu marido las agredía».
La relación de Weinstein con el mundo de la moda no solo se limita a Marchesa. La pareja suele dejarse ver en las galas MET y el productor ha organizado eventos de moda junto a Anna Wintour para recaudar fondos para los demócratas. Además, The Weinstein Co. está detrás de proyectos cinematográficos relacionados con la moda como Pret-a-Porter (1994) y produce el reality show Project Runway –focalizado en descubrir nuevos talentos del diseño– desde su creación en 2004. Programa en el que su mujer Georgia Chapman ejerció como juez en algunas ocasiones. La diseñadora, por cierto, también llegó a la gran pantalla de la mano de su marido actuando en dos filmes que pasaron sin pena ni gloria: Sin Control (protagonizada por Jennifer Aniston) o Diario de una niñera (con Scarlett Johansson).
Ahora, el futuro de uno de los matrimonios más poderosos de Estados Unidos presenta tantas incógnitas como el papel de Marchesa en las alfombras rojas. Probablemente ni Meryl Streep, ni Jessica Chastain o Lena Dunham, que se han posicionado contra los abusos del productor, vistan jamás de la firma en una entrega de premios. ¿Lo harán otras figuras de Hollywood ahora que Weistein ha perdido su poder? Según recoge People, esa es una de las grandes preocupaciones de Chapman en estos momentos, que quiere mantener alejada su vida personal de su firma. Así lo resume una fuente a la publicación: «Chapman no tenía los contactos para hacer de la marca un éxito. Fue él quién lo logró».